Gran Canaria deja huella. Y también se puede dejar huella en ella recorriendo su red de senderos y caminos reales, arterias que hacen posible conocer las profundidades de la geografía y el alma de este sorprendente rincón atlántico cuyos inmensos valores naturales, etnográficos y geológicos han sido reconocidos mundialmente por la declaración de gran parte de su territorio como Reserva de la Biosfera, como Patrimonio Mundial de la Humanidad en la figura del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, y en la declaración de sus cielos como Reserva Starlight.
La Reserva de la Biosfera atesora más de un millar de especies autóctonas, casi trescientos endemismos y vertebrados únicos en el mundo como el lagarto gigante de Gran Canaria, que puede alcanzar hasta los ochenta centímetros de longitud.
El Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas reconoce la gestación de una cultura aborigen que evolucionó en aislamiento durante más de 1500 años y que estableció un diálogo con los astros que alcanzó su cúspide en un templo astronómico excavado en la toba volcánica.
El legado arqueológico casi no tiene igual en ninguna otra isla del planeta y se percibe también en espacios como La Fortaleza con sus grabados rupestres y sus muros defensivos. Pero hoy en día lo que protege el interior de Gran Canaria son sobre todo sus esencias.
Adentrarse en el interior de gran canaria supone hacer varios viajes en un día. Incluso en el transcurso de unas pocas horas…
Existen territorios que habitan en un lugar intermedio entre el ensueño y la realidad. El interior de Gran Canaria es uno de esos lugares que parece varado en la imaginación, como un cofre del tesoro escondido en el Atlántico, pendiente de ser descubierto por los viajeros que aspiran a encontrar parajes únicos.
Esta Gran Canaria sigilosa que se oculta entre montañas; este espacio de tiempos detenidos alejado de las masas; este paraje rural y legendario poseedor de una tradición centenaria que hunde y extiende sus raíces como un drago, es absolutamente real.
Como lo es uno de sus emblemas naturales, el pinzón azul, una de las múltiples especies endémicas de la isla. Y, sin embargo, el latido grave y profundo de este corazón verde de Gran Canaria puede escucharse de cerca con facilidad. Esta obra conjunta de la naturaleza y el hombre está dispuesto a hablarle al oído a quien quiera escuchar historias de verdad.
Varios paisajes al día
Gran Canaria solo hay una. Pero no lo parece. Bajo el manto de clima benigno que cubre a la isla durante todo el año se agazapan decenas de microclimas que otorgan una variedad de paisajes que cambian con la misma facilidad con la que se pasan las páginas de un libro.
Adentrarse en el interior de Gran Canaria supone hacer varios viajes en un día. Incluso en el transcurso de unas pocas horas es posible verse envuelto por la bruma, contemplar oasis de palmeras, andar junto a una presa, alcanzar la base de un roque de apariencia lunar, juguetear en una cascada o adentrarse en cañones desérticos que se precipitan desde las alturas.
Gran Canaria representa a diario una especie de truco de magia para los sentidos que quizá se haya inventado en las profundidades de la laurisilva, un bosque húmedo desaparecido en la mayor parte del planeta y que parece pensado para que vivan hadas, magos y duendes.
Este monte verde subtropical de tilos, acebiños, fayas, laureles, musgos, naranjeros salvajes y campanillas mantiene viva la leyenda de la Selva de Doramas, la zona boscosa que cubría antiguamente la cara norte y donde se movía el guerrero que le dio nombre y que se resistió hasta el final a la invasión castellana.
En los pueblos de las medianías y de cumbre o en la más árida y agreste vertiente sureste se suceden escenas que en otros sitios serían puro recuerdo
Isla auténtica
La entraña de Gran Canaria también se define por lo que no es. No es un escenario artificial sino el resultado de la simbiosis entre la naturaleza y el ser humano.
En los pueblos de las medianías y de cumbre, o en la más árida y agreste vertiente sureste se suceden escenas que en otros sitios serían puro recuerdo, pero que aquí forman parte del día a día: agricultores que aran los campos con la ayuda de bueyes; buscadores de plantas medicinales; tascas de pueblo donde se conversa y se escucha mientras se da cuenta de una tapa de cochino negro; pequeñas iglesias hijas de una arquitectura a medio camino entre dos orillas que se implantó luego en el Nuevo Mundo y cuyas cristaleras tamizan la intensidad de la luz insular.
Aquí, la incitación a los sentidos es constante. Gran Canaria se oye en los cencerros de las ovejas que mantienen la tradición de la trashumancia; en el sonido cantarín de sus acequias o de sus cursos de agua, como el del Barranco de los Cernícalos; en el bucio que suena desde la costa y proyecta el bullicio de fiestas como la Vará del pescao, que recuerda el aviso de los marineros de su llegada a tierra, con las escamas de los peces brillando bajo el sol.
Guía para vivir la naturaleza sin límites todo el año
Las excepcionales condiciones climatológicas de Gran Canaria, su variedad de paisajes y la abundancia de pueblos auténticos como Teror, Arucas o Tejeda –este último, parte de la red de Los Pueblos Más Bonitos de España– invitan a disfrutar de las actividades en la naturaleza durante todo el año y sin mirar el calendario.
La web www.grancanarianaturalandactive.com ofrece información detallada para la práctica del barranquismo, ciclismo, escalada, orientación, senderismo o rapel y es además una referencia para la reserva de alojamientos rurales, además de incluir contactos de empresas especializadas en el turismo activo, así como información sobre espacios arqueológicos, bodegas y gastronomía, fiestas o enclaves imprescindibles.
Empezar a descubrir el lado oculto de Gran Canaria es cuestión de un par de clics.