Cada otoño, con las primeras lluvias, surgen pues las mismas dudas: ¿a dónde ir? ¿qué bosque estará ahora más bonito? ¿se habrán caído ya las hojas de éste o aquél hayedo? No es fácil desde la meseta hacerse una idea del pulso de la naturaleza. Mi destino favorito, por la variedad y calidad de paisajes, es la cordillera Cantábrica por sus bosques fantásticos, bien conocidos y reconocidos por todos, pero también por sus pequeños rincones que pasan inadvertidos, y que sin embargo están llenos de encanto. El año pasado, un sábado de octubre, de camino a uno de mis bosques favoritos, observé, según remontaba el valle del Porma, las primeras manchas otoñales en un hayedo. No me lo pensé: paré en Puebla de Lillo y pregunté en la Casa del Parque por alguna ruta cercana que me permitiera adentrarme en los bosques. De las recomendadas opté por una variante corta de la ruta de La Cervatina, que atraviesa un hayedo y tiene como postre la visita a una bonita Tejeda. La ruta original de La Cervatina (PR-LE 28) es un recorrido circular de unos 13 kilómetros que parte de Puebla de Lillo y comienza remontando el río Celorno. Para centrar la cuestión: estamos en el extremo occidental del Parque Regional de Picos de Europa, entre los valles del Porma y del Curueño. Puebla de Lillo es una pequeña localidad leonesa conocida seguramente, más que por sus hayedos, por encontrarse a escasos kilómetros de la estación de esquí de San Isidro. La zona ofrece un sin fin de posibilidades al senderista y al montañero, como la ascensión al Susarón (imponente cumbre caliza que se alza junto a Puebla), los valles de Pinzón y Entrevados (Cofiñal), los Forfogones, el bosque de Las Biescas (Solle), el Puerto de Linares (Pallide)… Un último dato: cerca de Puebla se encuentra el Pinar de Lillo, declarado Zona de Reserva del Parque. Se trata de un núcleo relicto de pinar natural de pino silvestre, con una extensión de unas 500 ha y acceso restringido.
Itinerario
La ruta que proponemos parte del área recreativa de la ermita de Pegarúas, situada en un precioso enclave. Aquí, debemos cruzar el arroyo de Rebueno por un puente de madera para tomar el camino que asciende al collado de las Posadas (está indicado en la propia área recreativa). Un bosquete de ribera nos acompaña en los primeros pasos hasta separarnos del arroyo e internarnos en el hayedo. El camino es ancho, siempre ascendente (a veces en fuerte pendiente), y serpentea ladera arriba entre hayas relativamente jóvenes. Encontraremos algunos tocones enormes de roble, que nos hablan de otra época en la que seguramente el haya no era la especie dominante. Más arriba, cerca ya del collado de las Posadas, aparecen varios ejemplares centenarios de albar que sí han logrado sobrevivir hasta nuestros días. ¡Qué pequeño se siente uno a su lado! Y tras la oscuridad, llega la luz: salimos a un claro del bosque. Estamos ya en el collado, a 1.400 metros de altitud. Desde aquí podemos empezar a ver el hayedo en su totalidad, los valles y bosques próximos, y las cumbres del Mampodre hacia el este. Toca descender un poco por la vertiente opuesta a la que traíamos hasta enlazar con la pista que sube desde Puebla de Lillo directamente (PR LE-28 propiamente) y por la que continuaremos. Se asciende a un nuevo collado desde el que tenemos vistas hacia el valle de Ruidosos y sus cumbres circundantes, tapizadas con un frondoso bosque. Algunos ejemplares de haya y roble llamarán nuestra atención por su porte monumental. La pista ahora llanea. No tardaremos en encontrarnos con la sugerente cascada del arroyo de Ruidosos, que con buen caudal es muy estética al descolgarse en una sucesión de pequeñas gradas. Seguimos faldeando cómodamente (dejamos un camino descendente a la derecha), hasta pasar por el collado del Canto del Oso y adentrarnos en una nueva valleja, lugar en el que se asienta el monte de La Cervatina y donde se esconde la tejeda. En una bifurcación, debemos continuar a nuestra izquierda (en ascenso) para tomar poco después un desvío a la derecha por el que llegamos rápidamente a la tejeda. Para visitarla debemos cruzar la portera y entrar en el cercado. Un cartel informativo nos ayuda a interpretar el bosquete, uno de las más singulares tejedas de la cordillera con algunos ejemplares monumentales de gruesos troncos y gran altura con edades comprendidas entre 300 y 500 años. Actualmente la tejeda se encuentra rodeada por una cerca metálica con el objeto de protegerla de los herbívoros y favorecer su regeneración. Cuando la visitemos debemos ser respetuosos al máximo y evitar pisar los jóvenes ejemplares que tratan de prosperar. Concluido nuestro deambular entre los tejos centenarios, tenemos la opción de continuar ascendiendo por la pista hasta el collado Ferreras (15 min), lugar desde el que podemos divisar todo el pantano del Porma. En todo caso, el regreso desde la tejeda debemos hacerlo volviendo sobre nuestros pasos hasta tomar la pista descendente que dejamos atrás previamente. Bajamos paralelos al arroyo hasta confluir con el valle de Ruidosos por el que llegamos al punto de partida en unos minutos.
Guía Práctica
- Situación: Puebla de Lillo, en el extremo nororiental de la provincia de León.
- Partida y llegada: área recreativa de la ermita de Pegarúas.
- Cómo llegar: en León, tomar la N-601 a Villarente, donde continuaremos por la CL-624 a Boñar y Puebla de Lillo. Continuar por la carretera (dirección San Isidro) y a 2,5 km de Puebla seguir por un camino (a la izquierda) hasta el área recreativa.
- Dificultad: media.
- Desnivel: 600 m.
- Distancia: 10 km
- Tiempo estimado: 4 h
- Cartografía: hojas 79-III y IV y y 104-I y II del IGN. 1:25.000.
- Información: Casa del Parque en Puebla de Lillo (“El Torreón”). Información on-line sobre el Parque y las rutas en http://patrimonionatural.org
- Alojamiento: en Puebla de Lillo hay una variada oferta de servicios. Ver www.aytopuebladelillo.es → directorio de servicios.