Soria

El Moncayo soriano. Tierra mágica y fronteriza

La sierra del Moncayo se reparte casi a partes iguales entre las provincias de Soria y Zaragoza, pero la vertiente castellana es mucho menos conocida que la aragonesa, a pesar de su extraordinaria riqueza paisajística, sus valores naturales, su importancia histórica y las posibilidades de turismo activo y cultural que ofrece.

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El Moncayo soriano
El Moncayo soriano

Cuando procedentes de Soria cruzamos el puerto del Madero en la carretera N-122, aparece en toda su magnitud la inconfundible silueta de la sierra del Moncayo, imponente y majestuosa. Si detenemos el automóvil y nos fijamos detenidamente, localizaremos el evidente valle en forma de uve que hay en la vertical de la cumbre.

Al comienzo de ese valle se encuentra el pueblo de Cueva de Ágreda, que ocupa el lugar donde —cuenta una leyenda— vivía el gigante Caco que robó ganado a Hércules y al que el semi dios enfurecido, castigó colocándole encima la mole que ahora llamamos Moncayo.

A pesar de su pequeño tamaño, Cueva de Ágreda es uno de los pueblos más conocidos del “Moncayo desconocido”. Y lo es, no solo por el Centro de interpretación del Moncayo y de los Murciélagos instalado allí; también —y sobre todo— por ser el punto de arranque de una de las rutas habituales que conducen a lo más alto del Mons Caius de los romanos.

La cascada del Pozo de las Truchas, uno de los rincones más bonitos del río Val.
La cascada del Pozo de las Truchas, uno de los rincones más bonitos del río Val.
El roble de la Cruz de los Ladrones
El roble de la Cruz de los Ladrones. 📷 EDUARDO VIÑUALES

Un pueblo de altura

A unos pocos kilómetros hacia el este, siguiendo la carretera encontraremos Beratón, el pueblo más alto de la provincia de Soria, tutelado al norte por espectaculares crestones calizos, como la Muela de Beratón, singular paraje que alberga especies propias del Pirineo, único caso tan al sur de esta cordillera, y escenario de los sucesos narrados en La Corza Blanca por Gustavo Adolfo Bécquer, y es que el poeta romántico tuvo una estrecha relación con Soria y con el Moncayo soriano en particular que le inspiró algunas de sus narraciones más famosas como Los Ojos Verdes, La Promesa o la citada La Corza Blanca.

En la localidad de Noviercas, donde el poeta y su familia pasaron largas temporadas, se puede visitar un museo dedicado al poeta y su mujer Casta Esteban. En su término municipal nacen dos ríos: el Isuela y el Araviana. El primero vierte sus aguas a la cuenca del Ebro y al Mediterráneo, el Araviana lo hace a la del Duero y al Atlántico. Beratón conserva una pequeña producción artesanal chacinera y como tantas otras poblaciones del medio rural el turismo es fundamental para su futuro.

La Segunda Numancia

Antes de llegar a ambos pueblos pasaremos por Ólvega fundada por los habitantes de la ciudad romana de Augustóbriga después de que esta fuera arrasada por los bárbaros. Ólvega, que es la localidad más industrial de la zona —como demuestran los parques eólicos que la rodean— es famosa por su tradición gastronómica con elaboraciones que se convierten en protagonistas de fiestas y celebraciones, como la “culeca” —un pan mantecoso relleno con trozos de chorizo, huevo duro, lomo o torreznillo— de la fiesta de San Marcos, los roscos de San Blas o el soberbio chorizo que es tan especial que hasta tiene su día propio un fin de semana anterior a las Fiestas de la Virgen de Olmacedo; el famoso torrezno no tiene ni necesita día propio porque está presente todo el año. Ólvega recibe el sobrenombre de Segunda Numancia por la trágica resistencia que ofreció en 1474 al cerco del conde de Medinaceli.

La industriosa población también es rica en patrimonio cultural, representado por un buen número de edificios religiosos.

Palacio de los Castejones en Ágreda, la ciudad de las tres culturas
Palacio de los Castejones en Ágreda, la ciudad de las tres culturas

Villa de las tres culturas

Aunque si buscamos la villa moncaína monumental por antonomasia tendremos que dar un salto hasta Ágreda. Al estar situada en un paso estratégico entre la meseta castellana y la depresión de Ebro, Ágreda ha visto pasar todas las culturas y civilizaciones que han pasado por la península. La villa conserva numerosos vestigios cristianos, musulmanes y judíos, por lo que es denominada la “Villa de las tres culturas”.

Es una delicia pasear por sus calles salpicadas de templos y conventos del XVII, construcciones populares y casas solariegas. Señal de que Ágreda sigue siendo hoy un paso estratégico es que por ella pasan tres importantes itinerarios viajeros: el Camino de Santiago Castellano-Aragonés —una alternativa al Camino del Ebro empleada por muchos peregrinos que en Gallur optan por desviarse hacia el oeste para ir a conectar con el Camino de la Lana—, el Camino Natural Soriano del Agua o Camino Antonino, y el sendero de gran recorrido GR 86 o Sendero Ibérico Soriano, un itinerario circular que recorre casi en su totalidad la mayor parte de la provincia de Soria y que aquí tiene hasta una variante que llega a la cima del Moncayo.

Por los cimientos de Ágreda fluye el río Val, que tras regar las huertas de origen árabe donde se produce el afamado cardo rojo, culebrea por un cañón que tiene en su interior un auténtico vergel y rincones que parecen haber sido traídos de latitudes más septentrionales como la cascada y el Pozo de las Truchas.

Ágreda y las vecinas poblaciones de Aldehuela de Ágreda y Vozmediano —donde el río Queiles nace a borbotones a razón de 1100 litros por minuto— son puntos de partida para conocer los hayedos de Peñarrajada y de La Hoyada que compiten en belleza y valor natural con los de la vertiente zaragozana, bosques que han ocupado más páginas en las guías de naturalistas y viajeros. Y es que, si bien en su vertiente castellana el Moncayo no es parque natural —como sucede en la vertiente zaragozana— sí está incluido en la lista de Lugares de Importancia Comunitaria (LIC) y es Zona de Especial Protección de Aves.

Casco urbano y castillo de Vozmediano
Casco urbano y castillo de Vozmediano

Tierra fronteriza y mágica

El poniente del Moncayo, el que mira a Castilla, es un territorio colmado de historia, leyendas, monumentos y parajes naturales soberbios; un territorio de frontera que se fue construyendo con el paso y el legado de todas las culturas que alguna vez pasaron por allí: celtíberos, romanos, visigodos, árabes, judíos y cristianos; un territorio de variados paisajes, afianzadas tradiciones que ha sido cantado y glosado por poetas y escritores de muchas generaciones; un territorio que cautiva y que obliga al viajero que lo descubre a regresar una y otra vez. Es el Moncayo soriano, tierra fronteriza y mágica.

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Información para preparar el viaje y la estancia puedes encontrarla en: http://www.sorianitelaimaginas.com/

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