Urko Carmona está motivadísimo por las competiciones de paraescalada y no deja de demostrarlo allá donde va. Dos veces campeón del mundo (en Arco 2011 y en París 2012), recientemente proclamado campeón de Europa (Chamonix 2013) y también vencedor en el Rock Master de Arco 2013, ahora ha sumado a su creciente palmarés internacional la victoria en la prueba de Londres de la Copa del Mundo de Paraescalada.

En esta entrevista, Urko Carmona nos cuenta cuál es el papel que ocupa la escalada en su vida y se muestra como el más firme defensor de los beneficios de la práctica deportiva en general y de la escalada en particular para las personas con discapacidades. Se pone él mismo como ejemplo de superación, constancia y satisfacción por los retos que consigue día a día, no sólo en competición sino también en roca: es un asiduo de la vía larga y ha conseguido encadenar hasta 8a+.
¿Quién es Urko Carmona?
Nací en el año 1981 en Barcelona, por nacer en algún lado. A los dos años ya empecé a viajar con mis padres: a Guadalajara, a Canarias donde hice los parvulitos… Cuando tenía 6 años nos fuimos a vivir a la India, y allí me volvieron a poner otro nombre, Urasena, por el que me conocen muchos amigos. Allí estuve hasta los 10 años e hice los primeros años de escuela. Después ya volví a España: un año en Guadalajara, un año en Galicia y después ya nos establecimos en Alicante, y allí está la casa de mi madre, donde tengo un sitio donde caerme muerto cuando ya estoy hecho polvo. Comencé a escalar a los 14 años, de la mano de Joan Martí, que era el que me enseñó, el antiguo guarda del Pedraforca. Fue el que empezó a llevarme y me trasladó la pasión por la vía larga y la escalada… Y así hasta que tuve un accidente de tráfico a los 16 años y perdí la pierna derecha.
¿Cómo fue el accidente?
Conducía la moto de una persona mayor con la que estábamos fumigando unos campos… Él iba a buscar gasolina pero le dije: “Ya voy yo, no hace falta que vaya usted”. Agarré la garrafa y fui a buscar gasolina para seguir fumigando. Iba circulando por la carretera y un camión no me vio y me arrolló. Tuve la mala suerte de pegarme un golpe en la cabeza que me hundió el cráneo en la zona frontal derecha, que fue una de las heridas más importantes que tuve; la pierna derecha quedó casi totalmente amputada.
«No recibí ninguna indemnización, ningún derecho a paga y un porcentaje de minusvalía súper bajo (45%)»
Normalmente te hubiera quedado una pensión o algo a raíz de no tener la culpa tú del accidente…
Sí, pero el juez y la Guardia Civil me echaron a mí todas las culpas y no recibí ninguna indemnización, ningún derecho a paga y un porcentaje de minusvalía súper bajo (45%). Otro problema es que tenía 16 años y a esa edad no estás trabajando ni cotizando de ninguna forma, simplemente estás estudiando… Si hubiera estado trabajando con contrato, entonces sí que me hubiera podido tocar una pequeña pensión de la Seguridad Social o alguna cosa. Pero me quedé sin nada.
¿Escalabas antes del accidente?
Sí, empecé a los 14 años. Mi primera vía larga fue la Gómez/Cano en el Peñón de Ifach con Joan Martí. Todos los veranos los solía pasar en el Pedraforca, de ayudante del guarda: haciendo spaghetti, limpiando el refugio, los cristales, los platos, lo que hiciera falta… Y cuando había un hueco libre… engañaba a alguien para escalar. Esa era mi pasión. O si no, hacer bloque, bicicleta… Siempre tenía que estar haciendo algo de deporte.
«Se me ocurrió empezar a probar todo lo que hacía antes de faltarme la pierna para intentar hacerlo de nuevo»
¿Cómo fue retomar la escalada tras el accidente?
Después del accidente me lo tomé bastante con calma… Me tiré un mes y pico en el hospital, sobre todo por el golpe de la cabeza; yo estaba casi en coma y me tiré varios días que no reaccionaba y temían por mi vida… Al salir del hospital hicimos un viaje y a la vuelta ya empecé un poquito más serio; ya habían cicatrizado las heridas del muñón y empecé a hacer la rehabilitación. Me hicieron la primera prótesis y lo que se me ocurrió fue empezar a probar todo lo que hacía antes para intentar hacerlo de nuevo y, por supuesto, una de las cosas pendientes era escalar. Un día fui a la zonita de Salinas, cerca del pueblo donde vivo, Monóvar. Mi padre montó una vía, la hice en top rope, un V, un 6a, y vi que aún podía manejarme. Con la prótesis, le puse su gato… después me di cuenta de que tenía que cortarle varios dedos a la prótesis ya que no entraban bien los gatos porque era un pie muy cuadrado…, pero me dije: “Puedo escalar”.
Después estuve un año y pico en el que me costaba mucho encontrar gente para ir a escalar, porque mi padre siempre estaba de viaje. En el pueblo intenté contactar con el grupo de montaña y al final, a la vuelta de dos años, encontré un grupo con el que todos los fines de semana íbamos a hacer una vía larga y entre semana, si podíamos, algo de deportiva… Pero sobre todo, lo que más me apasionaba era la vía larga, mis comienzos con Joan Martí.
¿Tu padre es escalador?
Sí, mi padre es de León, vivió en Madrid y escaló en La Pedriza y por allí en la época en que se escalaba con bota rígida. Me explicaba Joan, que lo conocía bien, que hacían viajes a Suiza y se traían los primeros mosquetones de aluminio a España porque aquí aún se escalaba con mosquetones de hierro, y hasta las primeras cuerdas de nailon, que aquí casi no existía ni el nailon… Me estaba hablando de hace 40 o 50 años, cuando empezó a escalar mi padre.
«La aproximación es una de las cosas que más cuestan, y en la escalada el momento ese de blocar y subir el pie…»
¿Qué es lo más difícil de escalar con una sola pierna?
La aproximación es una de las cosas que más cuestan, y en la escalada el momento ese de blocar y subir el pie… o buscarte el pie aquel que nadie usa y que tú necesitas… Cuando la gente te flashea la vía, te puede decir, quizás, donde poner las manos, pero los pies es muy difícil, porque el pie que a lo mejor le viene bien a la gente a mí no, y tengo que buscarme algo intermedio. Lo que más complica es buscar los pies. También depende del estilo de escalada, evidentemente. La escalada en placa la he tenido casi que dejar porque se me hace muy complicado, mientras que el desplome se me da mejor porque no hacen falta tanto los pies… Bueno, si no contamos los talones, las punteras y la rodilla derecha, evidentemente.
Casi todos los escaladores amputados de un pie llevan prótesis para escalar y tú no, ¿por qué?
Mi prótesis no está hecha para escalar, sino que es una prótesis para andar. He escalado muchos años con prótesis cuando hacía vía larga con los compañeros de Monóvar, pero de 6b o 6b+ no podíamos pasar, porque en la puntera no tienes tacto y además, si no tienes un apoyo de 4 o 5 cm, la puntera se dobla. En adherencia y en regletas pequeñas la progresión se hace muy complicada. Cuando comencé a escalar en el rocódromo, empecé a dejar la prótesis, simplemente por el peligro que tenía para mí escalar con una prótesis en rocódromo, ya que puedo hacerme mucho daño en una caída, aparte de que la puedo romper. Más de una vez, haciendo algún descenso, me he tropezado y se ha roto alguna pieza y me ha costado 300 o 600 euros arreglarla…
¿Utilizas la prótesis en tu vida cotidiana?
La verdad es que he estado casi dos años sin usarla mucho, porque es bastante incómoda, especialmente con el calor, el sudor…, pero este verano he tenido un problema grave en todo el brazo, con una sobrecarga inhumana y el fisio ya me dijo que no podía seguir así, que la necesitaba porque todo el día escalando y con las muletas… El único momento en que podía descansar realmente era cuando dormía. No era suficiente. Ahora me estoy planteando usar más la prótesis.
«Conseguí algo impensable, hacer 8a»
¿Estás escalando mejor ahora que antes de sufrir la amputación de la pierna?
Sí, sí, evidentemente. Cuando tenía 15 o 16 años, antes del accidente, había conseguido encadenar algún 7a, como mucho. Ya veía difícil volver a hacerlo, porque con la prótesis el 7a lo veía muy difícil. Tan pronto como me quité la prótesis, empecé a meterme en vías duras de desplome y rápidamente conseguí encadenar 7b, 7b+… Y algo impensable que era hacer 8a, a la vuelta de los años y de seguir dándole, conseguí encadenar 8a y este invierno 8a+.
«Escalo de primero, siempre de primero…»
Cuando dices que haces 8a+, ¿lo haces de primero, en top rope?
De primero, siempre de primero. Escalar en top rope no me gusta mucho. Escalo en top rope, cuando veo que la vía es extraña, que las caídas no me gustan o si son de placa, donde no me siento muy cómodo, a veces sí que puedo hacer algún top rope, pero normalmente sólo escalo de primero.
«Al faltarme una pierna, se complica todo bastante y cambia mucho la forma de escalar, la fuerza que tienes que hacer y las puertas que tienes que aguantar»
Has hecho 8a+…
…Como todo el mundo, aunque entre comillas, porque es 8a+ para bípedos. Para mí es diferente: un día estaba escalando en un 7c+ e Iker Pou me dijo: “Bicho, el movimiento que estás haciendo es de 8b+ como mínimo”. Al faltarme una pierna, se complica todo bastante y cambia mucho la forma de escalar, la fuerza que tienes que hacer y las puertas que tienes que aguantar.
¿Cómo lo resuelves tú? ¿A base de muchos saltos…?
Sí, muchos dinámicos y más dinámicos y bloqueos.
¿Cómo es tu vida? Como dicen los americanos, prácticamente vives en la carretera…, en las zonas de escalada.
Tampoco diría en la carretera, sino en la montaña. Más que la carretera, prefiero estar aparcado en cualquier monte tranquilamente. Llevo dos o tres años que me dedico básicamente a escalar. Si puedo, casi todos los días y la verdad es que lo llevo bien.
Tu campo base es la casa de tu madre…
Como mucho paro en ella dos meses al año. Ella quiere que vaya más… Estoy dos o tres semanas, me vuelvo a ir de viaje, vuelvo una semana… Por casa suelo parar bastante poco.
«Como no sé nunca cuándo volveré, prefiero comprar billetes de ida»
Eres un especialista en comprar billetes de avión solo de ida.
Sí, como no sé nunca cuándo volveré, prefiero pillar billetes de ida. A veces, en viajes organizados, sí que cojo ida y vuelta, pero cuando viajo solo, voy con billete de ida y a ver lo que me espera, nunca se sabe.
«Con 200 euros pienso pasarme un invierno escalando a tope»
¿No te preocupa el futuro?
Debería preocuparme, porque sólo me quedan 200 euros en la cuenta, pero con 200 euros pienso pasarme un invierno escalando a tope. Este verano me he pasado el verano entero y no creo que me haya gastado 200 euros. En el monte, mientras no nos cobren por escalar, estoy bien y gasto poco.
¿Tienes patrocinadores?
Sí, tengo tres patrocinadores (Boreal, Damecuerda y CHC) que me dan material, pero dinero aún no he visto y el problema es que para ir a competir yo me gasto dinero. Y nunca he recibido ni un solo euro por haber ganado ni campeonatos del mundo ni campeonatos de Europa… Bueno, sí, en el primer campeonato que estuve en Daone en 2010 me dieron una camiseta; eso es lo máximo que me han llegado a dar en un campeonato. Y en Kalymnos, que estaba organizado por The North Face, me dieron una mochila, una maleta… Pero en campeonatos oficiales, nada.
«En paraescalada falta organizarlo todo un poco a nivel de categorías»
¿Cómo es el nivel en paraescalada?
Cada vez es mejor, va aumentando. Cada vez somos más gente, la gente está más fuerte y el nivel va creciendo. El problema que tenemos en paraescalada es que falta organizarlo todo un poco a nivel de categorías, disciplinas… La gestión y sobre todo el equipamiento de las vías tiene que ser acorde a la discapacidad, porque no es lo mismo que te falte una pierna a que te falte una mano. Todos somos escaladores y podemos escalar, pero a la persona que le falten las manos no la pongas a escalar en un desplome, igual que yo prefiero que no me pongan a escalar en una placa.
En roca has hecho 8a+.
Sí, encadené uno en Margalef, pero me enteré de que era 8a+ cuando lo encadené. En la guía está decotado de 8a, pero para mí es un 8a+ como una catedral, porque ha sido la vía que más me ha costado y la vi muy muy dura. Me dijeron que “es que la gente entra por la derecha, después se van a reposar a la otra vía”… Yo ni entré por la derecha ni reposé en la otra vía, lo hice todo recto, la hice en la forma tradicional que era 8a+ y me la apunto de 8a+.
¿Conoces otros paraescaladores que hagan ese nivel de 8a u 8a+?
Sí que he conocido a algunos. Gente, por ejemplo, de la selección italiana, donde había un escalador que había conseguido encadenar también 8a… Tengo un compañero, también amputado de pierna, Iván, que consiguió encadenar en Patones un 8a… Pipo, otro compañero de selección, ha encadenado este año su primer 8a… Tampoco es muy común, pero se puede hacer, aunque según la discapacidad, cuesta más o menos. Amputados de pierna que hayan hecho 8a, sólo conozco a Iván.
¿Cómo planteas lo que queda de año?
Aún queda la competición de Londres y después hay una de bloque, la primera de paraescalada que se va a celebrar en Europa, en Laval (Francia) y no sé si iré a esta, si tendré ayuda de la Federación Valenciana o de la Española, pero también me gustaría ir. Sé que no gano nada en las competiciones económicamente, pero me gusta estar allí para promover la paraescalada y apoyarlo un poco. Si hay cuatro competiciones al año, deberíamos asistir a todas, para fomentar un poco más el paraclimbing y darlo a conocer a otra gente con discapacidad. Lo que estoy intentando hacer desde hace unos años: dar a conocer el paraclimbing en España a otra gente con discapacidad; que tengan la posibilidad de conocer la montaña y la escalada, que es una cosa fantástica.
¿Cómo es el ambiente en la paraescalada?
Todos son amigos, un ambiente muy bueno.
¿Qué crees que aporta la escalada a gente que tiene alguna discapacidad?
Yo creo que la escalada da mucho a las personas, porque no estás luchando contra nadie, es contra ti mismo y te estás superando cada vez. Y lo sientes. Para mí la escalada es buscar la libertad. Escalando sientes algo que no sientes en la vida normal. Te libera mucho: te enfoca mucho en la propia escalada y dejas de pensar en otras historias. Uno aprende a desenvolverse.
En tu día a día, ¿escalas con otros discapacitados?
Por suerte o por desgracia, escalo con gente sin discapacidad, porque tampoco hay mucha gente con discapacidad. Últimamente Juanan, otro compañero de la selección, y yo escalamos bastante juntos cuando podemos… Tenemos un proyecto: queríamos hacer la primera cordadad discapacitada en España y hacer el Naranjo, el Peñón, Riglos… varias cumbres, ya que a los dos nos gusta la vía larga. Hicimos un proyecto y lo hemos ido presentando a diputaciones, a las federaciones…, para ver si encontrábamos un poco de apoyo económico para poder realizar los viajes, pero no hemos tenido buenas respuestas, la verdad es que la gente no se interesa por el tema.
El problema para ti en vía larga es que tienes la aproximación y luego el retorno, ¿no?
Me llevo las muletas a la espalda en la mochila o incluso colgando. Por ejemplo, en Riglos, en la última vía que hice La fiesta de los bíceps en la Visera, las muletas iban colgando tres metros por debajo de mí de un cordino enganchado al arnés. Además, la conseguí hacer en libre entera, por lo que estoy supercontento y orgulloso… Normalmente, voy a las vías largas a disfrutar escalando pero aquí quería ir a encadenar, a forzar al máximo y la gocé mucho: conseguí hacer un largo de 7a de diedro y placa fina.
He tenido mil historias con esto de los descensos. Otras veces me ha pasado que me he dejado las muletas a pie de vía y he tenido que bajar con la prótesis y apoyándome en el compañero, y tirarme tres horas para bajar, sin nada de agua y desfallecidos… Otra vez, en Riglos, después de hacer la Zulú, hace ya tiempo, dejamos todo el material a pie de vía, porque un compañero decía que había visto a gente rapelar la vía y que se podía bajar. Cuando llegamos a cumbre, nos asomamos y dije que no bajaba eso rapelando. Y me tocó bajar de la Visera de Riglos a la pata coja y apoyándome con las manos; hasta que el compañero se adelantó y me acercó las muletas y las zapatillas, porque encima íbamos descalzos.
¿Tus muletas son especiales para montaña?
Especiales no, pero me las regaló Iván porque las otras sí que eran bastante malas, y estas tienen un refuerzo para ir más cómodo de empuñadura. Pero son bastante pesadas. He tenido muchas historias con las muletas: en Rodellar, un día volviendo de escalar, el río había crecido, bajaba todo marrón…Intentamos hacer un escaqueo por un lado y la muleta acabó en el río; me tiré veinte minutos intentando buscarla. Y al final tuve que salir del barranco con una muleta y un trocito de palo que me encontré. Al día siguiente, con una muleta prestada, había aclarado el agua y la vi por allí apalancada; no se la había llevado la corriente. Por si acaso, ya había avisado a los guías de barrancos, por si encontraban una muleta por el Mascún, que era mía y que por favor me la devolviesen.
¿Qué piensa tu familia de tu estilo de vida?
Están contentos. Me ven contento, que me lo paso bien y que estoy ilusionado por todo esto del paraclimbing. A mí, en el futuro, me gustaría poder llegar a dar clases a gente con discapacidad y abrirles un poco las puertas al tema de la escalada. Ellos están contentos porque me ven ilusionado, pero por otra parte ven que es una vida dura, eso de estar viviendo solo metido en la furgoneta todo el invierno, caiga nieve, haga frío o hiele. Lo ven un poco precario, y más en mis circunstancias. Ya me dicen que vaya a casa… Pero a la que llevo mucho tiempo por casa tengo unas ganas de irme al monte y dedicarme sólo a escalar sin preocuparme de nada más. Meterte en la sociedad normal…: a veces vas por el pueblo a arreglar papeles, al médico y no sé qué… Son todo problemas, gastar dinero y movidas. En la montaña estoy mucho más tranquilo.
¿Qué consejo le darías a una persona que tenga una discapacidad?
Que no se ponga límites, que los límites los tenemos en la cabeza. Si decimos que no podemos, nunca vas a poder hacer nada, pero aunque te cueste mucho, al final lo vas a hacer todo. Cuando estás en un paso y piensas que no lo vas a hacer, lo sigues intentando y al final sí que lo puedes hacer. Y eso le pasa hasta la gente que está al máximo nivel, que está luchando por el 9b y evidentemente el paso es imposible, y lo puede intentar miles de veces, hasta que un día lo hace. Una persona con discapacidad es lo mismo. La lucha está en la cabeza. Si tú te pones primero las barreras y dices que no es posible, nunca lo vas a conseguir hacer. Todo lo que he querido hacer en esta vida, más o menos lo he hecho. Evidentemente, hay que ser realistas y hay cosas que no las puedo hacer, como correr por la montaña como las cabras, pero me busco otra cosa que hacer.