Santi Padrós ha exprimido al máximo la primavera en Dolomitas. El alpinista español afincado en los Alpes italianos ya había abierto Pazzione primavernale en la Cima Tosa con Matteo Faletti y Emanuele Andreozzi y, con este último también Alchimia a la Cima de Gasperi. A mediados de junio se encordó con Diego Toigo para una aventura llena de creatividad y exposición: enlazar las escaladas de las cuatro Palas (nombre con que se conocen las características paredes) del monta San Lucano (2.409 m), también en Dolomitas.
Diego Toigo y Santi Padrós habían compartido anteriormente ascensiones y aperturas. Su asociación fue especialmente prolífica en invierno de 2020, cuando abrieron Madre Tierra a la Rocchetta Alta di Bosconero y varias vías interesantes en la cara norte del Pelf.
Esta es la completa narración de los cuatro días de aventura que realiza el propio Santi Padrós:
Las Palas del San Lucano
El monte San Lucano, con 2.409metros, es el punto culminante de este grupo montañoso conocido solo por escaladores alternativos y alpinistas. Su situación septentrional en el macizo de las Dolomitas y su baja altura hacen que pase desapercibido por la mayoría, pero alberga en sus entrañas un laberinto de paredes y agujas que hacen de él un terreno para pocos.
Emilio Comici, Attilio Tissi, Giovanni Andrick, Eugenio Bien, Renato Casarotto, Piero Radin, Alessandro Gogna, Franco Miotto, Lorenzo Massarotto, Ilio y Ettore del Biasio, Ivo Ferrari, Fausto Conedera, Stefano Santomaso, Gianni Del Din, Renato Panciera… muchos de ellos desconocidos fuera de este territorio, donde se libró una gran lucha alpinística para realizar primeras ascensiones en todos sus estilos. Estudiando con detalle estos nombres descubriremos una historia diferente del alpinismo y la escalada en Dolomitas.
Las Palas del San Lucano se alzan más de 1.600 metros desde el fondo del valle; sus paredes rondan entre los 400 y los 1.000 metros de altura. Llegar a la base de los itinerarios puede costar de tres a cuatro horas, o simplemente una humilde retirada después de perderse repetidamente por sus prados empinados y expuestos.
Muchas de sus vías no superan el V+ o VI (UIAA), pero la orientación en el territorio y unos itinerarios muy poco equipados, hacen que estas actividades tenga un compromiso muy elevado.
Una de las vías más conocidas es el Diedro Casarotto-Radin, un gigantesco diedro de más de 300 metros de altura escondido en el Spiz de Lagunaz (2.331 m), con una bajada larga y compleja. Otras vías más modernas, como la Collaborazione o la Via dei Ritorni, con dificultades más elevadas pero sin ni siquiera un parabolt en su recorrido, demuestran que aún quedan rincones donde trazar bellos itinerarios de calidad alpinística.
Itinerarios sin repetir
Pero, ¡vamos al grano del porqué de esta historia! Es mi amigo Diego Toigo quien lanza la propuesta de realizar un encadenamiento de las cuatro Palas por itinerarios aún por repetir. La idea suena un poco loca, sobre todo por la complicada logística de acceso, descenso y pernoctación.
Decidimos que el mejor periodo para realizar esta travesía era en primavera, por las largas jornadas y porque en otoño la escasez de agua complica la hidratación y el verano es demasiado caluroso y mi agenda arde de salidas con clientes.
Trazamos varias opciones con diferentes itinerarios, a ser posible todas primeras repeticiones. Lo que sí que tenemos claro es que empezaremos por la cuarta Pala y terminaremos en la primera. Decidimos también portear una tienda con víveres debajo de la cumbre del monte San Lucano, justo al lado del Passo del Ciodo, paso histórico singular usado por los pastores locales de una época.
Día 1 – Cuarta Pala
Es el domingo 13 de junio cuando, con una tregua en una méteo primaveral muy alocada, decidimos partir a por nuestro proyecto. Cerca las seis de la mañana abandonamos el vehículo aparcado en Col di Pra (843 m) para afrontar una de las aproximaciones más abominable de la zona. Nos cuesta cuatro horas y un vuelo en formato péndulo, en un largo de tercer largo… A las 9:30 de la mañana decidimos que hemos encontrado el ataque de la via Mario Tomè – Bariza (1.280 m, con 540 m de zócalo, VI, A1).
Nos sorprende la calidad de la roca que poco a poco va perdiendo el césped, aumentando la verticalidad y la calidad de la misma escalada. Un par de largos de VI grado nos ponen en nuestro sitio, olemos la vegetación de la cima, son casi las seis de la tarde cuando acariciamos la cumbre de la Cuarta Pala de San Lucano, la primera de nuestros objetivos.
Un paseo por cresta aérea, pisando algo de nieve blanda debido a las altas temperaturas, nos acerca al Paso del Ciodo o “paso del clavo”, donde unos días antes hemos depositado tienda de campaña, sacos de dormir y víveres.
Ha sido una jornada con más de 1.700 metros de desnivel acumulado y 13 horas y media de actividad. Estamos contentos y felices gozando de un atardecer único; no tengo tiempo ni de darle las buenas noches a Diego, pues me quedo frito soñando en lo desconocido.
Día 2 – Tercera Pala
Lunes 14 junio, hoy toca el turno a la Via del Pilastro Bianco (600 m, VII-). El descenso al ataque de la vía se realiza por el Boral de San Lucano, un “boral” es el nombre que reciben las canales rocosas/herbosas que separan las Palas (paredes) de este grupo montañoso en particular. Ya en 2017 descendí por él cuando abrimos Llops de Mar con Luca Valatta, pero en esa ocasión era otoño y la canal estaba ya sin nieve. Esta vez nos toca negociar los rápeles con metros de nieve entrecortados por sospechosas grietas en formato de rimaya asesina…
En fin, a dos largos del inicio de la vía, entramos en la pared con una larga travesía para entrar en la directriz de la Via del Pilastro Bianco. La vía nos lleva sin muchas complicaciones al collado entre la Terceraa Pala y el Spiz de Lagunaz, ahí empieza una sesión de cresterío sube y baja, que incluye en total más de 300 metros de desnivel con largos de hasta IV+ y seis rápeles! Vaya, que lo que pensábamos iba a ser un día relax, fueron otras más de 12 horas muy intensas.
A nuestra llegada a la tienda, exhaustos, nuestro buen amigo y fotógrafo Ruggero Arena nos espera para tomar unas imágenes de esos momentos. Tras decidir la logística del día siguiente, nos desplazamos al Bivacco Margherita Bedin, sobre la Primera Pala y así gozaremos de un mejor reposo, ¡el sitio es de ensueño!
Día 3 – Segunda Pala
Martes 15 de junio, descendemos por el sendero 765 –que después de un incendio y la tormenta Vaia de 2018 ha quedado muy impracticable– en dirección al Boral de la Besausega para enfilar el zócalo de la vía Flora. Unos 350 m de desnivel salvaje que es el objetivo inicial del día, pero…
Una vez llegados al ataque de la vía, nos alzamos demasiado en los tres primeros largos y nos damos cuenta que la vía queda unos 40 metros por debajo de nosotros y más a la derecha. Por encima de nuestras cabezas, una roca de calidad excelente llama nuestra atención y, con mucha simplicidad, empezamos a escalar hacia arriba por donde nos place. Pasan las horas y llegamos a la gran repisa donde –en dos largos– termina la via Flora, pensando claramente de salir por ella y así terminar por terreno conocido. ¡Pero el diedro de salida es una auténtica cascada! Qué bien que unos 50 metros a la izquierda llama mi atención un sistema de fisuras que nos regala dos largos excepcionales –que no fáciles– hasta la cumbre de la Segunda Pala. Dejamos trazada la via Sangre y Corazón (850 m, con 300 m de zócalo, VII).
Abrazo a Diego, sentimos que la travesía está casi realizada. Nos queda solo escalar una vía en la Primera Pala, pero estamos muy cansados y la méteo da tormentas de tarde para el día siguiente, así que hay que jugar bien las cartas. Durante la hora y media de vuelta al Bivacco Bedin, razonamos y discutimos la situación; luego, otra noche impregnados de naturaleza, roca, emociones y amistad, pura vida.
Día 4 – Primera Pala
Miércoles 16 junio, tenemos dos vías en mente en la Cima Est di Ambrusogn (cumbre principal de la Primera Pala): la Raffaella, más dura, y la Masarotto del Biasio como cosa rápida según veamos condiciones. Al final, conseguimos repetir Via del Diedro + Via Raffaella (400 m, VII+), que nos regala una escalada técnica y de compromiso.
Mientras nos desatamos de los cabos de las cuerdas, nos damos cuenta de que lo hemos conseguido. Estamos ya fuera de la pared volviendo al Bivac para recoger todo y volver a la civilización. Aún no nos creemos que hayamos encadenado las cuatro Palas en cuatro días consecutivos; sentimos que nos empezamos a relajar, han sido cuatro días muy intensos, sobre todo por la exposición del terreno. Estamos muy contentos de las decisiones que hemos ido tomando sobre la marcha. Tanto, que llegamos al vehículo justo cuando empieza a llover, ¡ni hecho a posta!
No me queda otra que agradecer a Diego, que con pasión diseña sueños increíbles en el corazón de una Europa, donde parece que si no vas con el crono en mano no queda nada por hacer. Alpinismo bonito e intenso, untado de amista y humildad.
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