A finales de septiembre, los ingleses John y Anne Arran firmaban, en estilo cápsula, la primera ascensión de Amurita, una ruta que se estira junto una cascada de 600 metros en el Amuri Tepui de Venezuela y alcanza, a través de 10 largos, un exigente y temerario E7 6B. Claro que antes de enfrentarse a una pared que, según sus propias palabras, podría albergar los Big Walls más duros del planeta, tuvieron que sobrevolar la selva venezolana e internarse durante cuatro días en su salvaje configuración.
Amurita fue resuelta en el plazo de siete jornadas, en las que la pareja británica establecía dos campos en pared, para afrontar con más posibilidades las comprometidas secciones de roca frágil y desplomes con vegetación selvática y escorpiones. John y Ann bregaron con un buen número (mayor de lo recomendable) de tiradas de E5 y E6 hasta encontrarse con los 50 cardíacos metros que cotaron como E7 6b. «Estando tan lejos de todo, tan alto, tratando de encontrar una salida, con largos tan técnicos, he vivido algunos de mis mejores momentos como escalador”, John Arran dixit.
Superaron toda la ruta onsight a excepción del «frustrante largo final» que obligó, a la vista de lo minimalista de la tirada, a buscar otra salida hacia la cumbre.
Una actividad seria
«Hubo momentos en que pensamos que era una actividad demasiado seria para nosotros dos, la escalada era muy dura, pero demasiado hermosa para abandonar», reconocía John. «Nos queda el sentimiento de haber logrado algo brillante», concluye el británico que aseguró haberse quedado sin tiempo para explorar una posible línea a través de la cascada, donde afirma puede abrirse una de las rutas más extremas y desplomadas del globo.
Los Arrans no son nuevos en esto de las experiencias de calidad en Venezuela. Sus correrías por la selva también les llevaron, en 2002, a abrir No way, José (E7 6c) en el Cerro Autana, y un año después Pizza, chocolate y cerveza (E6 6B) en el Acopan Tepui. En 2005, en las inmensas Angel Falls, resolvían Rainbow jambaia (E7 6b). «Comparadas con éstas, Amurita ofrece mucha más soledad y aventura».
Si a John le preguntas por su pasión por las grandes paredes de la región te responderá convencido: «Una vez que has escalado aquí ya no puedes resistirte a su tentación. Un paisaje increible, gente con la que da gusto compartir cualquier cosa y un inagotable potencial en roca. Es una nueva aventura cada vez».
Por cierto, si alguien tiene el valor de repetir semejantes muros puede que en sus croquis encuentren una nueva cotación, el grado J… por la naturaleza de los desplomes con vegetación de la jungla. Algo parecido al «E» británico con el añadido de una fauna que no gusta de ser molestada.