“La abrimos a mediados de octubre, coincidimos con un tiempo buenísimo. Tardamos unos cinco días en abrir y otros dos para encadenar y quitar las cuerdas fijas”. Así nació Nuri (620 m, 7b, 6c+ obl.), a manos de Edu Recio, Jesús Ibarz y Oriol Anglada. “Vía excelente sobre roca excelente, dedicada a una gran amiga”, continúa Jesús. “Son poco más de 600 metros, la vía es realmente buena, la roca es alucinante, caliza gris de la mejor calidad, 14 largos; algún V, sextos, un largo de 7a+ y dos de 7b (45 y 50 m). Predominan las placas larguísimas a proteger con friends pequeños y algunas fisuras. Sigue una línea bastante natural de placas y fisuras, a destacar el noveno largo, una placa de adherencia preciosa, y los dos de 7b, largos y exigentes, con una roca inmejorable”.
Con ayuda de Farruquito
La colaboración de Farruquito (un burro de Soto d Valdeón) resultó clave para subir el material. “Farruquito paraba cada 2 minutos y cada 5 se le caían los petates y había que recolocarlos. La subida por la canal del Perro fue bastante adrenalínica para el pobre burro. La belleza del paisaje y con el burro porteando daba la sensación de estar perdidos en algún valle de los Andes peruanos”, relata Jesús.
“En total, cinco días de apertura, otros dos para encadenar los 14 largos y retirar las cuerdas. El segundo largo es común con la vía Badallo. Predomina la escalada en placa muy elegante y a menudo exigente. Íbamos fijando los largos que abríamos y por la noche bajábamos al refugio.Las mayores dificultades las encontramos en los largos 3 (7b), 9 (7a+) y 10 (7b). El primero es una placa larguísima con agarres pequeños y un paso de bloque cerca de la entrada: preciosa, dos parabolts en 45 m y protegiendo cuando se dejaba en pequeños agujeros y fisuritas.El L9 fue creo uno de los que nos costó más trabajo de abrir, una placa de adherencia con canalizos romos y con poquísimos agarres, siendo una escalada muy técnica”.
“Luego encontramos el que sería el largo más ‘deportivo’ de la vía, pusimos cinco chapas (los tres primeros bolts son comunes con la vía Reino de León, que cruzamos en este punto) en una interminable placa desplomada de agujeros con algún que otro pasito apretón y fisura final; un total de 50 m de largo muy atlético y con ambientazo”.
“Hemos dejado una ruta preciosa, muy limpia, en una de las paredes más bonitas que he podido escalar”, concluye Jesús.