Si alguna vez uno se encuentra en la tesitura de seguir a Luis Santamaría Navarrete, debe estar preparado para varias cosas. Primero se ha de tener un estómago de hierro, para las regadas de vino y cerveza. Tener la garganta clara para cantar mucho y, por último, una fe inquebrantable, inextinguible, para afrontar esos tumbados pedriceros que tanto adora (más incluso que las regadas). Reunir tales cualidades parece sencillo, pero luego hay que seguirle el ritmo a este cincuentón (recién cumplidos eso sí). Sólo unos pocos elegidos son capaces de hacerlo, menos aún por voluntad propia. Recientemente Luis era nombrado Gran Maestre de la ODT (Orden del Tumbao), una «pseudosecta» con hogar en La Pedriza cuyos miembros, literalmente, han de «aborrecer tanto el desplome como el barro» (caliza, en el argot de la zona centro).
Dicha Orden, fundada en noviembre de 2008, se inició como una excusa más para encontrarse fuera de las zonas de escalada y darse al vino y a las historias de adherencias impensables, pero al final el «noble granito» siempre vence y el club evoluciona hasta el punto de requerir voluntarios para imposibles cruzadas en, por ejemplo, el Hueso.
Este sábado 18 de abril, la ODT se reunía en Madrid para su segunda cena oficial, en la que además del consabido desfile de jarras de barro para celebrar el cumpleaños de su Gran Maestre, se iba a hacer entrega de los premios de la Orden para destacar lo mejor y lo peor de la temporada pedricera. «El éxito de participación fue total y nuestros patrocinadores, Mahou y Brugal, nos agradecen el acabar con todas las reservas del Manzanares en una sola noche»».
La Suela de Oro al mejor papel en el arte de la paciencia fue para Alfonso Subías, quien se hacía con Jozua-Etinenne en febrero de 2008, su primer octavo grado con casi sesenta años. La Suela de Plata recayó sobre Carlos Sierra y la de Hojalata, a la trayectoria menos prolífica de la temporada, fue para Adriana del Pie, quien «no se ha meneado» después de su brillante incursión en la octava dimensión sobre placa con Mater misericordiam (8a), a principios del pasado año.

En cualquier caso, cerveza y canciones hubo para todos. Una recompensa por respetar (que no acatar) los mandamientos de la Orden del Tumbao, implantados en la primera cena, oficiada este febrero. A saber:
I -Defenderás a la ODT sobre todas las cosas
II -No calentarás en vano
III -Santificarás las vías tumbadas
IV -Honrarás a todos los miembros de la ODT
V -No tocarás el barro salvo causa mayor
VI -No cometerás actos impuros sobre el granito, la roca noble
VII -No robarás las chapas de las vías equipadas
VIII -No darás falsos testimonios de tus escaladas y encadenes
IX -No consentirás pensamientos ni deseos impuros después de tomar unas cervezas
X -No codiciarás el material ni los bienes ajenos
Todos ellos resumidos en «amarás a la ODT sobre todas las cosas y al granito tumbao como a ti mismo». Por supuesto, ni el Gran Maestre cumple metódicamente con todos los mandamientos, y nos consta que es el primero en olvidar el noveno, como bien demuestran las fotografías publicadas en la web de la Orden, ordendeltumbao.blogspot.com. Aunque no sabemos bien si los pensamientos impuros se refieren a objetivos carnales o a escapadas furtivas a Patones.