Los que amamos la montaña tenemos la gran suerte de vivir en un país que es el segundo más montañoso de Europa. Nuestra peculiar geografía es la causa principal de que los deportes de montaña estén en alza en todas sus versiones. Entre ellos destaca la escalada que, por sus condiciones especiales de riesgo y aventura, cada vez atrae a más personas de todas las edades.
Dependiendo del tiempo que se le dedique y el nivel de motivación e implicación con el que uno se entregue a esta actividad puede llegar a convertirse no solo en un medio de vida, sino en toda una filosofía de vida, en una forma de vivir la vida.
Tengo que decir que soy la madre de un joven escalador que ha ido cosechando logros en este deporte a base de enfrentarse a sus miedos y limitaciones, de tesón, motivación e implicación. A base de darlo todo día tras día más allá de cualquier expectativa, de caerse y volverlo a intentar. En este proceso yo he aprendido mucho de él, y he podido darme cuenta de todo el aprendizaje que de la escalada se puede aplicar a la vida.
Escuelas de escalada, escuelas de vida
La escalada nos ayuda a conocernos mejor, y a desarrollar nuevas habilidades y capacidades personales, ya que fomenta la auto-observación y por ende el auto-conocimiento. La escalada nos confronta con nosotros mismos, con nuestro ego inquisitivo, con nuestra mente limitante, con nuestro diálogo interior. La escalada nos pone al límite, nos pide salir de nuestras zonas de confort, estar alerta y despiertos, tomar decisiones rápidas…
Asimismo, hace que salten los resortes de nuestros miedos e inseguridades, nos pone en contacto con los hábitos y limitaciones de nuestro día a día de forma condensada. Por otra parte nos ofrece la posibilidad de aprender a desarrollar nuevas competencias y explorar aspectos de nosotros mismos aún por descubrir.
A liberarnos de lo que nos bloquea y nos impide avanzar, a superar lo que nos frena y nos limita. La escalada nos ayuda a observarnos y darnos cuenta de quiénes somos realmente.
A ser más conscientes y mejores a todos los niveles: mejores con nosotros mismos, mejores con la naturaleza, mejores deportistas, mejores amigos, mejores personas…mejores a nivel físico, mental y emocional.
Una experiencia personal
Hace unos años pasé una semana en Pirineos con mis hijos, uno de ellos es guía de escalada y barrancos. Preparó unas cuantas actividades a nuestro alcance: un barranco, una vía ferrata y el descenso por un cañón. El barranco fue el Basender, que consta de siete rápeles que van aumentando en longitud hasta el último de unos 20 metros. Yo nunca había rapelado, y la experiencia me resultaba divertida a la vez que desafiante.
Durante el tiempo que duró la actividad me estuve observando. Observé mi mente, mis emociones y mi cuerpo. Y pude descubrir algunas cosas interesantes sobre mí misma. Descubrí que llevar el arnés puesto me aportaba una ilusoria sensación de seguridad, al igual que tantas otras cosas en la vida, ya que no estaba atado a ningún anclaje. Observé que era capaz de parar mi mente durante el rápel para que no me causara más problemas de los que tenia que enfrentar. También me di cuenta que al final todo era mucho más fácil de lo que había pensado, que minusvaloraba mis capacidades.
Pero lo más interesante fue que descubrí un curioso patrón del cual no me había hecho consciente antes: en cada uno de los rápeles fallaba el último paso, cuando ya estaba por terminar, siempre la cagaba. Darme cuenta de esa pauta, por una parte me conmocionó, pero por otra me pareció un gran regalo. Desde entonces me observo y, cuando voy llegando al momento final de algo, intento no relajar la atención ni dejar que las fuerzas me venzan. A pesar de ello, a veces me sigue resultando imposible no volver a liarla en el último momento, pero ahora soy consciente de que tengo ese programa y trabajo para superarlo.
A pie de vía
Como ya he apuntado antes, se puede observar un gran paralelismo entre la escalada y la vida. Por otra parte observarnos que la primera nos puede ayudar a entendernos mejor la segunda. Si tú, como escalador, prestas atención a tu técnica, a tus puntos fuertes y débiles, a tus hábitos y esquemas repetitivos, podrás sacar de este proceso interesantes implicaciones que trasladar a tu día a día, y mejorar en tu vida tanto como en la escalada.
Hoy has decidido ir a escalar, te levantas temprano para ser el primero en estar a pie de vía y que nadie te pueda reventar el casco con las piedras que deje caer tras de sí. No mola llegar a la pared y encontrarte con que alguien ha madrugado más que tú y verse obligado a ir a la zaga de otra cordada. La motivación de tu corazón está en este proyecto que hoy, si la suerte te acompaña y el tiempo lo permite, te has propuesto encadenar.
Y aquí ya habrás podido observar varias cosas: ¿Dónde está tu motivación, tu atención y tu enfoque, dentro o fuera? ¿Has tomado la iniciativa en la preparación de la actividad o eres de los que los demás siempre buscan para escalar? ¿Te cuesta ser puntual a pesar de que la actividad te motiva o llegas cinco minutos antes que nadie?… Responde a estas preguntas básicas e irás descubriendo muchas cosas sobre ti mismo.
Llegas a pie de vía y no estás solo. Tienes un compañero de cordada que te asegura y te acompañará en el ascenso. Tu punto más débil es el punto más débil de tu compañero, por lo que tienes que reconocerlo para poder compensarlo. En sus manos pones tu integridad física, lo que supone que confías en él por lo menos tanto como lo haces en ti mismo. Porque en la escalada, como en la vida, la autosuficiencia a veces mata. En la escalada llegarás a la cima de la mano de tu compañero de cordada, y de reunión en reunión irás confirmando que la amistad es el mayor de los tesoros.
Y aquí podemos preguntarnos: ¿Confiamos en la vida? ¿Confiamos en las personas que nos rodean? ¿Nos rodeamos de personas fiables? ¿Cuáles son tus puntos débil y fuerte en la pared? ¿ Y los de tu compañero habitual? Y lo más importante, ¿confiamos en nosotros mismos por encima de todo lo demás?
Porque el proyecto más ambicioso va a ser posible dependiendo de la seguridad y confianza con la que escales. La escalada, como la vida, es más un reto mental que físico, y la mente es a la vez tu única limitación y tu máximo potencial. Gran parte de tu capacidad y seguridad en el ascenso dependerá de dónde pongas tu atención, tu centro de gravedad y tu enfoque.
Pasito a pasito
Nunca lograrás ascender los 20 primeros metros de pared si tu resistencia no es la adecuada, si no has trabajado tu capacidad de sufrimiento, si tus brazos no están lo suficientemente fuertes, si no confías en ti mismo o en tus pies.
Podemos estar delante de una desafiante pared de 900 metros… pensando que es demasiado para nosotros, que nos va a resultar imposible llegar tan alto… Pero en la escalada aprenderemos que, como en la vida, se asciende paso a paso. Y que el primer paso es exactamente la preparación que necesitas para poder dar el segundo. Y que no darás el segundo si no estás adecuadamente preparado, ni un tercero ni un cuarto. Descubrirás que quien llega a la cima es porque puede y se lo merece. Porque se lo ha ganado a base de esfuerzo constante… como casi todo en esta vida.
Y cuando consigas salir por arriba victorioso, habrás pulverizado tus miedos y dejado atrás cualquier idea limitante que tuvieras sobre ti mismo. Habrás convertido lo que antes te parecía un desafío imposible de alcanzar en un gran logro.
Caídas y miedo
En la escalada una de las cosas que más miedo da son las caídas, por lo que se hace imprescindible aprender a caerse. Practicar las caídas en situaciones controladas, teniendo buenos seguros que permitan coger soltura en tales circunstancias hasta llegar a disfrutar de la caída.
En el día a día lo que todos intentamos es evitarlas, lo cual no tiene ningún sentido, ya que caer, tanto en la vida como en la escalada, es inevitable. Más aún, para evitar caernos lo que se suele hacer es evitar la acción que nos pude provocar caer, cuando sería la práctica de esa misma acción la que nos llevaría a evitar que la temida caída pueda acontecer. Así, vistas desde el enfoque adecuado, las caídas se pueden convertir en la mejor oportunidad para aprender, porque solo ante el error podemos ver los fallos y ensayar nuevas opciones que nos ayuden a obtener nuevas respuestas mejoradas. Si nos tomamos las caídas como los ensayos que nos ayudan a depurar nuestra técnica, les iremos perdiendo el miedo y les encontraremos su sentido en el día a día.
Si ponemos atención en cómo enfrentamos la caída y abordamos los miedos, podremos aprender mucho sobre nosotros mismos.
Los miedos son los que nos enseñan dónde están nuestros limites, pues se encuentran situados, un paso más allá de nuestras zonas de confort, en la frontera de lo inexplorado. Cuando aparece un miedo sabemos que estamos en un área desconocida para la que no tenemos experiencias previas que nos sirvan de guía. También puede ser que nos encontremos ante un ámbito de experiencia en la que en otra ocasión nos fue mal. Ambas cosas nos ayudarán a descubrir al guerrero que llevamos dentro, y aprender que muchos miedos solo son estrategias del ego para que nos rindamos, auto-sabotajes aprendidos que nos impiden descubrir nuestra verdadera y poderosa naturaleza.
Importancia de la autoestima en la escalada
La autoestima es uno de los factores más importante en la vía de la vida. El escalador no puede dejarla en manos de factores externos que las más de las veces dependen del azar, y tú tampoco. Por ello la autoestima no puede ir ligada al logro, ni obtenerla por comparación, que es lo habitual.
Nuestra autoestima deberá depender siempre de factores de aprendizaje, internos y motivacionales. Siendo el objetivo más importante de nuestra escalada y de nuestra vida el aprendizaje, el resultado más buscado no va a ser hacer cumbre, alcanzarla quedará en segundo lugar.
Esto nos permite mantenernos relajados y poner la atención en el ahora. En el camino, en el proceso. Poder observar nuestra mente y nuestra respiración para mejorar nuestra técnica, lo que posiblemente, y a pesar de todo, nos lleve a estar en flow y nos permita alcanzar la cima con mucho menos esfuerzo y sin haberlo buscado, sentiéndonos felices más allá de los resultados. Y si este no fuera el caso, la cima estará a nuestro alcance en cualquier otro momento, porque en el proceso habremos logrado nuestro objetivo real, el aprendizaje.
La importancia de construir adecuadamente la autoimagen
Otro concepto clave cercano al de autoestima y con el que muchas veces se solapa, es el de autoimagen. Responde a la imagen que tenemos sobre de nosotros mismos. Esta imagen por muy buena que pueda llegar a ser siempre nos va a condicionar, restándonos la libertad de ser auténticos y espontáneos en cada momento y fluir en el ahora.
La autoimagen se construye sobre nuestra historia de vida, nuestros éxitos y fracasos, lo que supone que las acciones pasadas van a condicionar los logros presentes y futuros. Esto siempre supondrá una limitación porque nos mantiene anclados a un momento que no volverá, y a acciones que no podemos repetir de la misma manera exactamente.
El escalador que encadenó en su día una vía muy expuesta se siente comprometido con la imagen que él mismo se ha creado de escalador atrevido, perdiendo atención en mantenerla, lo que le quita de estar completamente concentrado en el proyecto que tiene en este momento.
El que no logró encadenar tras varios intentos, quedó agotado o escaló lento, se va a ver limitado por esa experiencia, creándose la imagen de ser un escalador que no se sobrepone a la dificultad.
Podemos trabajar sobre la propia imagen para mejorarla convenientemente y construirla en el día a día, adaptándola a nuestra evolución y cambio constantes, cimentándola sobre el aprendizaje, el esfuerzo y la motivación, en valores personales y profundos, y no en acciones efímeras o en lo que los demás opinen de nosotros. Nuestra autoimagen debe ser coherente con lo que sentimos para que la podamos sostener, nos debe proporcionar confianza y seguridad en nosotros mismos.
Los logros y los fracasos del pasado nos condicionan y nos lastran en el presente. Nos piden volver a repetir la misma acción, aquella que nos trajo el éxito, o evitar la que creemos fue la causa del fracaso. Ninguno de los dos nos permiten ensayar nuevas opciones, nuevos pies y nuevas manos, ser creativos y fluir en el ahora, en el único momento que realmente importa porque es el único que realmente existe y es.
Valores de la escalada para la vida
La escalada es una actividad física que viene empujando fuerte y que puede aportar grandes aprendizajes para la vida a las personas que lo practiquen con la mente abierta y la actitud adecuada.
Es un deporte exigente que te pide superarte día a día, prestar atención, observarte, claridad mental y enfoque. Ser testigo de tus movimientos, de tu mente, no conformarte nunca, mirar cada vez más alto.
Desarrolla el respeto por la naturaleza y la capacidad de asombro, el auto-descubrimiento y el poder personal. La escalada pide autoapoyo, valor, perseverancia, superación de miedos, confianza, seguridad en uno mismo, amistad, solidaridad, cooperación, altruismo… heroísmo incluso.
Todos ellos importantes valores para cualquier persona que pretenda crecer y ser mejor cada día. Concluyendo, podemos decir que la escalada colabora a la autosuperación, a expandir tus limites, a volvernos más conscientes y a aprender para la vida.
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