Hazel Findlay es una experimentadísima escaladora británica, que ha destacado notablemente en las vías más duras del mundo de escalada clásica y en big walls de altísimo nivel. Suya fue la primera femenina de Magic Line 8c+ trad en Yosemite, realizó la segunda femenina de Muy caliente 8b expo en Pembroke y liberó Tainted love aka Northern soul 8b poniendo los seguros en Squamish. En El Capitan, destacó con la primera femenina en libre de Golden gate con Hansjörg Auer, completó la segunda ascensión en libre de PreMuir con James McHaffie, resolvió Freerider y repitió Salathé Wall con Jonny Baker.
Se siente cómoda con mucho aire bajo sus pies, con alejes osados y confiando en seguros flotantes. En cambio, no ha tenido tanta inclinación por las más confortables aunque física y técnicamente más exigentes vías de deportiva. Este invierno se planteó como objetivo subsanar esa carencia en su currículum y planeó un viaje a la roca de nuestro país.
Concretamente, se dirigió a la zona del Alt Urgell para enfrentarse a Esclatamàsters 9a, situada en la escuela de Perles. La vía en cuestión, cuya primera ascensión realizó Ramon Julián allá por 2006, ya había recibido varias ascensiones femeninas anteriormente, a cargo de Florence Pinet (se la anotó de 8c+ antes de la rotura de una presa clave), Mar Álvarez, Laura Rogora y Anak Verhoeven.
De menos a más
A través de sus redes sociales, Hazel Findlay ha ido describiendo durante el invierno cómo se iba desenvolviendo en su proyecto en Perles. Un proyecto que no comenzó demasiado bien y que le hizo cuestionarse si en realidad se había preparado correctamente para hacer frente a este objetivo.
No obstante, a medida que iban pasando las semanas se iba encontrando mejor en la vía y también más cómoda usando rodilleras, un complemento al que nunca antes había recurrido. Finalmente, la semana pasada se llevó el gato al agua y consiguió el ansiado encadenamiento de su primer 9a.
“Mi vía más dura de deportiva y la vía en la que me he pasado este invierno concentrada; como la mayoría de poroyectos deportivos, al final se redujo a dos cosas: conseguir el físico y manejar la mente”
explicaba Hazel Findlay.
Entrenadora de escalada y coach mental, Hazel Findlay pone mucho énfasis en este segundo aspecto a la hora de valorar el éxito final en el proyecto el día del encadenamiento:
“Me sentí como en una ascensión sin miedo, y ese se convirtió en mi mantra para la sección final de la vía. Un cazo marca el final de la escalada dura, pero tienes una pequeña sección difícil al final de la ruta en la que te puedes caer perfectamente si no estás concentrada o escalando bien. Sabía que si el miedo a fracasar era demasiado fuerte, me costaría hacer esa parte con el cansancio acumulado. Pero me concentré en estar conectada con mi experiencia y honestamente toda la escalada me pareció bastante disfrutona”.
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