Gérome Pouvreau y Florence Pinet continúan con la línea iniciada en Córcega la pasada primavera cuando encadenaron la célebre Délicatessen (150 m, 8b). Ahora, acaban de hacerse con otra de las más famosas vías largas deFrancia, Ali Baba (240 m, 8a+) en Aiglun. El encadenamiento de Pouvreau es la primera ascensión a vista de esta vía abierta por Philippe Mussatto, mientras que el de Pinet se convierte en la segunda femenina de la línea después de Nina Caprez.
Según comenta el propio Gérome Pouvreau, Aiglun es un “pequeño paraíso perdido para escaladores, aquí se encuentra la calma absoluta, la vida de pueblo, los baños en las piscinas naturales, las paredes desplomadas, hay de todo para pasar unas buenas vacaciones”. Todas esas razones convencieron a la pareja de que Ali Baba sería un buen objetivo veraniego para ellos.
Obra maestra de Philippe Mussatto, Ali Baba es una línea de 240 metros de recorrido trazada sobre la caliza perfecta del lugar, con ocho largos muy sostenidos en la dificultad, puesto que seis de ellos se sitúan en el octavo grado: L1 8a, L2 8a, L3 7b+, L4 8a, L5 8a+, L6 8a+, L7 8a+, L8 7b+.
A vista para Pouvreau
Gérome Pouvreau tenía intención de darle un primer pegue a vista. “El calentamiento es duro, en el primer largo de 8a, pero lo hago”, empieza la esquemática narración de su evolución en la vía, que continúa con la segunda tirada, “un 8a de continuidad que me empieza a atacar los brazos y me digo que será duro aguantar el ritmo”. Después del L3, un más asequible 7b+, una confortable vira les permite comer y recuperarse antes de lanzarse a por la sección más dura de la vía, un largo de 8a y los tres 8a+ seguidos.
“El L4 pasa bastante bien; el L5 de 8a+ tiene buenos cruxs sobre arqueos”, anticipa el escalador galo, quien resume que “un buen combate más tarde, me veo en la reunión, y empiezo a sacar la lengua seriamente!”. El siguiente largo L6 de 8a+, “es el verdadero plano desplomado y también uno de los largos clave, que exige máximo esfuerzo y “ningún error de método”. Pouvreau admite que al llegar a la reunión “tenía la impresión de que iba a explotar, tenía calambres que me ponían las manos a 90º con relación a los antebrazos… ¡eso duele!”
El L7 es el último 8a+, y la presión crecía en la mente de Pouvreau: “Hasta ahí lo había hecho todo a vista. ¿La presión? Un poco… Pero continué dando la cara en ese largo como en todos los otros y lo hice, ¡increíble!” A pesar de la dureza del último largo de 7b+ y del cansancio acumulado, Gérome Pouvreau consiguió alcanzar la reunión con el primer a vista de Ali Baba en el bolsillo. “En la cumbre, estaba hecho pedazos, el maratón terminado, ¡contentísimo!”
Segunda femenina para Pinet
Ese día, Florence Pinet tuvo la ocasión de reconocer todos los largos detrás de Pouvreau y, después de dos días de descanso, ella inicia también su primer intento, que termina en el L5. Otros dos días de reposo y el despertador se pone en marcha a las cinco de la mañana (el sol empieza a pegar fuerte en la pared a las tres de la tarde y hay que haber terminado a esa hora).
Pasadas las siete de la mañana y después de hora y media de aproximación, se lanza a por el L1. La escaladora francesa supera con eficiencia los largos hasta que llega al bloque del L5, que esta vez consigue dejar atrás. El L6, sin embargo, es el que más le hace temer: “Es ultrafísico, llevo ya activa cinco horas y cuarto y escalando desde las siete de la mañana”… Y a cuatro movimientos de la reunión, se encuentra colgando de la cuerda sobre el vacío.
Hora y media más tarde, con el sol apunto de arremeter contra el muro, le da otro pegue, y esta vez sí consigue encadenar el largo. Sin saber de dónde, consigue sacar fuerzas para encadenar también el L7, “también de 8a+, menos físico pero de mucha resistencia” y ya a pleno sol. Finalmente, resuelve también el último largo, con el cuerpo muy desgastado y consigue salir por arriba hacia las cinco de la tarde con la misión cumplida.