
El libro de Rebuffatfue el modelo de sus inicios. Imitar lo que reflejaban sus páginas, ser unalpinista, que en aquellos tiempos traducían en un pesado macuto siempre acuestas. MiguelÁngel Vidal, hoy guía de expediciones al Himalaya, y durante muchos añosguarda del refugio de Gredos, comenzó a escalar en La Pedriza, cuando el librese traducía en forzar las líneas de artifo sin pedales, peroagarrándose a todo.

Muchos años después, el pasado 11 de diciembre repasó en imágenes en laLibrería Desnivel, una trayectoria que le ha llevado a escalar en losprincipales macizos del planeta, y que no podía faltar en el Ciclode Escaladores Madrileños que organizan Desnivel y Deporte y Montaña.»Las montañas de mi vida», así arrancó Miguel Ángel, de las que»al final lo que quedan son los amigos. Unos están aquí, y otros en otrosmundos. Unos son más ‘famosos’, y otros anónimos».
Los inicios

Arneses artesanos, y copiados del libro de Rebuffat. El mochilón a cuestas,rápeles Comici,y el ángel de la guarda siempre acompañando. Las travesías con tablas delClub Alpino le hicieron conocer muchas montañas, siempre con la mismaindumentaria, hiciera el frío o el calor que hiciera: el gorro, los bávaros,jersey suizo… Y muchas vías en otras tantos lugares: en Gredos escaló antesde ser guarda (por ejemplo, El perro que fuma), la CADE deTerradets, la Pared de Cataluña, Riglos… Y con el tiempo cambio de look…adiós a los bávaros, llegó el chándal.
Siempre huyendo de las vías normales, sustituidas por las que realmente lellamaban la atención, la altura la descubrió en un curso federativo enPirineos junto a EzequielConde. Cayó el primer tresmil, aquello ya era alta montaña. En julio 977se tiró todo un mes en Pirineos, comiendo y durmiendo cuando y donde podían,pero escalando mucho, como en Gavarnie, donde realizó la integral del Marboré.Las cimas eran las que hacían olvidar el hambre, como en el Midi d’Ossau.
Salto a los Alpes

Y en agosto… a los Alpes. La norte del Dru, influidos por tanta literaturade montaña, y un tanto acomplejados… Seguir aprendiendo y progresando, yvuelta a Pirineos…pero en invierno. La integral del Marboré con un paisajebien distinto (dos inviernos lo intentó con JuanLupión, sin éxito), hielo en Gavarnie, de nuevo el Midi… pero el tiempocasi siempre lo ponía difícil. También había buenos momentos, como enlos Astazus, una escalada preciosa, magnífica, donde encontraron buen hielo amedida que ganaron altura… y algún que otro susto en forma de aludes.»De avalanchas sabíamos muy poco». Vivacs -«sin sacos , porsupuesto»- difíciles bajo una telilla de nylon, «que nos servíanpara coger experiencia y tener puntos de referencia más lejanos para acometernuevas actividades».
Por ejemplo, los Alpes en invierno, donde el primer año cavaron muchas ybuenas zanjas por no llevarse las tablas y tuvieron mucha vida de refugioesperando el buen tiempo… Como en la norte del Cervino, donde sí llevaron losesquís, escalaron poco, y aprendieron muchos de avalanchas: Miguel ÁngelSerrano y Antonio Cabau se llevaron un buen revolcón por un desprendimientoprovocado por Miguel Ángel. «Nos empezamos a interesar por qué la nievese ponía en marcha cuando alguno hacía una tontería». Por sacar una fotorompió aquella placa de viento, que sólo dejó el susto.
Guarda en Gredos
«Antes ni siquiera dormía en él. Me parecía un lugar frío,desacogedor, inhóspito y desangelado. Siempre que íbamos al Circo preferíamosvivaquear ya fuera verano o invierno, pero no pisábamos el refugio». En1979, Miguel Ángel era un universitario que dejó los estudios para serencargado de refugio, y le tocó aprender el oficio y trabajar mucho:»fontanería cuando se congelaban las cañerías, tirar mucho de palacuando nevaba mucho…»
Quizá la parte más oscura fue aquella relacionada con los accidentes, sobretodo «porque no había grupos de rescate, y nos tocaba hacerlos a nosotros, liando a los amigos o personas que voluntariamente meacompañaran. Algunos pasaron su última noche en el refugio». Hubo amigosen esos veinte años: Nacho Fernández, Carlos Gallego, José ManuelPalacios Bolo, el tío Luis, Óscar, el actual guarda, y Rupal,claro.
Pero en Gredos no sólo guardaba el refugio. Escaló mucho en hielo junto alos Aguado,Palacios o Lupión, abriendo algunas vías míticas y difíciles como Psicosis,Aurora Boreal, El Escudo, Fénix…
Chacraraju y Aconcagua

Un año antes, con 19, Miguel Ángel realizó su primera expedición.Destino, Perú, Cordillera Blanca, Chacraraju Oeste. Fueron a poruna de las vías más difíciles del momento, la Bouchard, todavía sin ascender porespañoles, y salieron por arriba, a pesar de su técnica piolet-tracción»recién aprendida», piolets de madera, botas de cuero y crampones norígidos. Con una importante carga de «inconsciencia y temeridad,pero también de ilusión y valor, afrontamos esta pared. Y nos salióbien». Fue en dos intentos. Y además de la cima, y de marcar un hito en elalpinismo nacional, «aprendimos bastante. Sobrevivir a esas alturas, sobreel frío extremo, congelaciones…»
Dos años después el objetivo fue la Aconcagua, con Luis Fraga y ÁngelVedo. Querían abrir ruta, con el tiempo culminada por yugoslavos. Fueimposible, por el tiempo y las abundantes avalanchas. Esperaron,hicieron la vía normal, pero Luis y Ángel sufrieron congelaciones, a pesar dehaber cambiado el plástico por el cuero, al que Miguel Ángel todavía fuefiel.
Alaska en invierno… y al K2
Un año después, la prueba fue más dura, buscaban de nuevo sus límites.Con Ángel ya repuesto, y Carlos Gallego, tentaron al espolón Lowe-Kennedydel Mt. Hunter (Alaska), pero en invierno, como aquellos abrieron la ruta. Lanovedad fue su primer y «extraño» Gore-tex, sobre todo por su dudosatranspiración. Y aprendieron principalmente a convivir dentro de una reducidacueva de hielo, donde pasaron más de dos semanas, porque escalar, no pudieronescalar demasiado.
Lleva más de dos décadas visitando la principal cordillera del planeta.Estuvo en el K2 con aquel germen de Alfilo de lo imposible que realizó un serio intento a su Pilar Oeste, abiertopor japoneses. «El grupo lo formó la gente que entonces se considerabamás puntera del país» (catalanes, vascos, andaluces, castellanos…)dentro de una expedición pesada, que sufrió una pésima meteo, y contó con elataque final de JuanjoSan Sebastián, Antonio Trabado y Ángel Vedo. Se bajaron por encima delúltimo campo.
Enganchado a Patagonia
Miguel Ángel ha tardado 19 años en volver al Chogori. Entre tanto, visitóPatagonia, donde el Cerro Torre -«algún día me encantaría sentarme acontemplar el mundo desde su cima»- le rechazó dos veces, igual que elFitz Roy, aunque sí acabó escalándolo (primera nacional). El intento bueno fue junto a RamónPortilla, Trabado y Félix de Pablos por la Francoargentina, «unprecioso día de cumbre totalmente inesperado, sin una brisa de viento»,después de otro anterior en el día con Antonio por la vía americana de la cara oeste, que arruinó muy cerca de la cima una tormenta que duró una semana.»Habríamos llegado a la cumbre con total seguridad, pero igual nohabríamos bajado».
Lo que no olvida de Patagonia, «y donde si algún día me pierdopodréis buscarme», son los bosques australes. «El paisaje dePatagonia, sus gentes, su naturaleza, me tiene totalmente enganchado. Tiene talcantidad de vida que rebosa por todas partes. Y por supuesto susglaciares». Después de aquel descubrimiento, vino el Shisha Pangma en una expedicióncívico-militar con la Escuela Militar de Jaca. Allí vivió muchas cosas. Fuesu primera experiencia en altura con esquís y firmaron la primera ascensiónnacional, con un desnivel de mil y pico metros para el último día, incluida ladelicada y peligrosa travesía que une la punta central con la principal. Peroel precio fue muy alto: uno de ellos, Joan Martínez Séller, no regresó, y delresto, Miguel Ángel entre ellos, algunos sufrieron graves congelaciones.
Más Himalaya a menor altura fue el Ganesh 4 en 1989, después de haberestado en el Everest. No pudieron hacer gran cosa por el tiempo, pero elrecuerdo es muy grato. «Estuvimos en un lugar muy aislado, en valles novisitados por trekkins, con porteadores muy primitivos, zonas de junglapreciosas… una experiencia realmente interesante porque conocimos una de laszonas más auténticas del Himalaya «.
Everest, volver y volver
Y hablando del Everest, Miguel Ángel ha estado tres veces, aunque todavíasin cima. La primera en 1989, durante el monzón, junto a los militares por lacara norte. Trabajaron durante todo el mes de julio abriendo huella ydesenterrando cuerdas, intentando estar listos para el esperado break monzon…Cuando esta ventana de buen tiempo llegó, consiguieron montar y dormir en el C5(8.350 m), pero al día siguiente, tras invertir dos horas en hacer 30 metros, decidieron bajar.
Su segunda visita , de nuevo con los militares y Televisión Española,escogió la vía yugoslava del Pilar Sur. Sufrieron la «escalada horrible ypeligrosísima» de la Cascada de hielo del Khumbu, pero volvieron de nuevosin cima. Sí la pisó el equipo de la tele, con Portilla filmando a suscompañeros en la cumbre.
La tercera, en 2000, tenía otro atractivo objetivo, el Corredor Norton de lacara norte, atravesando desde la ruta normal hasta la base del couloir, dondepensaban montar en campamento, y desde allí tirar hasta la cima en estiloalpino. Pero un resalte de roca pelado de hielo y nieve los pilló sin materialy cuerdas suficientes. Desistieron, pero buscó después la cima junto a Rosa Real ya por la normal. El tiempo se encargó de frenar a todos los grupos, Juanitoy Al filo entre ellos. Según Miguel Ángel, aunque no obtuvo la cima, «aesta expedición la daría un diez. Por la convivencia entre nosotros, eltrabajo para el patrocinador, y por el planeamiento y el estilo que propusimos».