LIBRERÍA DESNIVEL

Juán Lupión, remontar el vuelo

Un accidente truncó su carrera alpinística, que recondujo hacia el mundo del aire, «reencarnándose» en un pájaro gracias al parapente.

| No hay comentarios |
Perfil de Juan Lupión contra un increible atardecer en la Maliciosa - Foto: Col. Paco Aguado
Perfil de Juan Lupión contra un increible atardecer en la Maliciosa – Foto: Col. Paco Aguado

Hace 20 años formaba parte activa de aquella rompedora generación de los ochenta, que desde la zona centro revolucionaron el alpinismo nacional, especialmente por la renovada mentalidad y actitud que caracterizaban sus ascensiones. Un buen ejemplo, su primera repetición de la Charlet-Bettembourg-Ghillinia a La Verte tirando de piolet-tracción con Paco Aguado en 1979.

Después, un desafortunado accidente de moto cortó por lo sano su trayectoria. Pero desde su silla de ruedas Juan consiguió remontar el vuelo. «Al perder las piernas, aprendí a usar mis alas, al contrario que los pájaros», y en su nueva reencarnación se convirtió en un ciudadano del aire gracias al parapente. Hoy es mucho más que eso, ya que sus habilidades como piloto le han convertido en un excelente instructor de vuelo, y ha ideado -además- un sistema autónomo de vuelo para discapacitados.

También ha fundado una Asociación de Voladores para Discapacitados -«No me obsesiona la diferencia con los voladores no discapacitados, pero en mi situación uno siente la necesidad de llevar la bandera-, y ha participado con sus conocimientos y experiencia en el diseño de las y los catamaranes polares que Ramón Larramendi y compañía han empleado para batir todos los récordsde navegación en este tipo de travesías polares.

Pirineos, el principio

Compañeros y "sufridores" en la norte de la Verte. Paco Aguado y Juan Lupión  ~ Archivo Desnivel
Compañeros y «sufridores» en la norte de la Verte. Paco Aguado y Juan Lupión

Desde su aérea condición actual, Juan se plantó de un tirón en su primera experiencia importante como montañero, para iniciar, el pasado miércoles 27 de noviembre, su participación en el Ciclo de Escaladores Madrileños de la Librería Desnivel y Deporte y Montaña.

1975, los Pirineos, horas y horas de tren para la primera experiencia en montaña de un grupo de adolescentes donde también se encontraban Guillermo Amores, Luis Lozano, o Miguel Ángel Vidal, que próximamente también tomará parte en este ciclo.

El objetivo era una travesía por el bloque central de Pirineos con sus primeras tablas, que arrancó en Panticosa y durante cinco o seis días los llevó hasta el Vignemale y su clásica cara norte, el Valle de Ara y Bujaruelo, el circo de Gavarnie, y por fin, la Brecha Rolando, Góriz y los característicos paisajes del valle de Ordesa, fin de trayecto. Una iniciática experiencia que tuvo también algunas bajas.

Dos años después, junto a dos escaladores catalanes consiguió completar una ascensión que le tenía inquieto (hubo más intentos anteriores), la cara norte del Marboré. Un muro bastante caótico, que iniciaron con una primera sección de roca desplomada y plagada de repisas. La Gran Cascada de Gavarnie no estaba helada, por lo que las descarguitas de agua fueron continuas, y aunque en el pie de vía sus compañeros «vacilaban» con merendar en Góriz esa misma tarde, su ascensión les llevó tres días y dos vivacs, tras haber bregado con roca, nieve y hielo.

Del Marboré a las Courtes

Muro de hielo vertical en la norte de la Aiguille Verte - Foto: Col. Paco Aguado
Muro de hielo vertical en la norte de la Aiguille Verte – Foto: Col. Paco Aguado

De Pirineos, Juan nos llevó a los Alpes. Su primer contacto con la cuna del alpinismo dejó una nocturna ascensión a la noroeste de las Courtes, verificada ya de día y en la cima con «las típicas fotos que se hacen todos los novatos cuando aparecen por allí de las Jorasses, el Mont Blanc…» Intentaron repetir en la misma pared, por el Espolón Central, pero sin querer, se embarcaron. Equivocaron la ruta, y tras sufrir en un inicial «montón de escombros verticales», aguantar un día gris con una neblina constante, y picar un vivac por encima de la mitad de la pared, tuvieron que bajarse. Al día siguiente el tiempo seguía sin acompañar.

Paradójicamente, Eduardo Benedé, escalador al que se dedicó el Número 0 de Desnivel, formó parte de aquel trío, que sin haberlo solicitado, vivió un intento de rescate. En uno de los pocos claros que disfrutaron, apareció un helicóptero con esas intenciones, y ellos intentaron despedirle. Primero de forma civilizada mediante señas. Después… ¡a pedrada limpia! Algunos días después, ya con buen tiempo, también escalaron la Aiguille du Midi.

Entrenamiento urbano

Con Paco Aguado (en la imagen) escalando La Canal de los Cobardes, primeros síntomas ibéricos de hielo vertical, en Galayos. - Foto: Col. Paco Aguado
Con Paco Aguado (en la imagen) escalando La Canal de los Cobardes, primeros síntomas ibéricos de hielo vertical, en Galayos. – Foto: Col. Paco Aguado

Por ejemplo, en el madrileño Puente de Toledo, porque el primer rocódromo de Madrid, el del INEF, todavía no estaba en pie. Algunos les tildaron de herejes por entrenar lejos de las paredes de roca. Una muy especial para Juan fue la Pared del Águila, y líneas como Tiempo de cambios, La Luna -la más antigua del muro- o La vía de Bryant, en Galayos, escuela en la que por cierto, también disfrutaron de los primeros tiempos del hielo vertical. Por ejemplo, en La Canal de los Cobardes un 15 de mayo, San Isidro (en la foto).

Las grietas se iban rellenando gracias al deshielo de neveros superiores, quedando una acumulación de sólida nieve congelada, muy diferente al fragmentable hielo de cascada. Y a Juan, Manolo Martínez Musgaño, Paco Aguado, Javier Navales «y todos los obsesos de la época», les sirvió para ir afinando su técnica de piolet-tracción, que también pusieron en práctica, por ejemplo, en el Triángulo de Tacul, Alpes.

También en Alpes, de nuevo con Paco Aguado, realizó una de sus mejores actividades, la cara norte de la Verte. Fue demasiado, «me superó». Tanto, que Juan llegó a jurar durante la ascensión que no volvería a escalar algo así. Lógicamente, se retractó poco después en las agujas de Chamonix, pero Juan recordó la cima de la Verte como «el premio para los que superan la barrera del miedo». Fiándose de la guía Vallot, que marcaba un corredor fácil «que un abuelo coleccionista de cuatromiles había utilizado como vía de acceso a La Verte para ascenderla en solitario, se vieron metidos en la primera repetición de la Charlet-Bettembourg-Ghillini, una de las ascensiones que dieron buena muestra de lo que era capaz esta generación de alpinistas… aunque fuera casi accidentalmente y con un ataque de nervios incluido a mitad de vía.

Lecturas relacionadas

Ayudarnos a difundir la cultura de la montaña

En Desnivel.com te ofrecemos gratuitamente la mejor información del mundo de la montaña. Puedes ayudarnos a difundir la cultura de la montaña comprando tus libros y guías en Libreriadesnivel.com y en nuestra Librería en el centro de Madrid, o bien suscribiéndote a nuestras revistas.

¡Suscríbete gratis al boletín Desnivel al día!

Estamos más ocupados que nunca y hay demasiada información, lo sabemos. Déjanos ayudarte. Te enviaremos todas las mañanas un e-mail con las historias y artículos más interesantes de montaña, escalada y cultura montañera.