
Archivo Desnivel
Ha pasado a la historia de la escalada madrileña y nacional como el primervencedor de la oeste del Naranjo sin vivac, junto a su compañero de toda lavida, José Ángel Lucas, y también claro, por su consabido alias -elementoimprescindible de todos los escaladores de la zona centro-, Loquillo. ¿Yloco por qué? Pues porque realmente lo fue (o al menos lo parecía) siendotodavía muy joven.
Es cierto. La primera vez que se colgó de una cuerda en La Pedriza Rafaeltenía trece añitos (1964), tiempos de salidas con los Boys Scouts. La segunda,Eduardo Cámara le llevó «pataleando» por la sur del Pájaro. Y latercera, la escaló ¡completamente solo! De ahí lo de Loquillo como»nombre de guerra». Y es que el pasado miércoles 4 de diciembre,dentro de su intervención en el Ciclode Escaladores Madrileños que organizan Desnivel y Deporte y Montaña,Rafael ya reconoció que «el Pájaro, el Pinganillo como se llamarealmente, me ha encantado siempre».
Pero en aquellos tiempos de rápeles por encima del hombro desde una encina,mosquetones Bonatti, clavos variados, tacos de madera (Rafael comenzó suintervención con un breve seminario sobre aquellas pioneras herramientas de lavertical, en la foto) y artesanales arneses de pecho «que te hacían polvoen caso de viaje gordo», hubo más escaladas a lo largo y ancho de LaPedriza: Cinco Cestos, la Pared de Santillana, el Cancho Amarillo…Siempre congorro, sin casco -«nunca me ha gustado, y en La Pedriza nunca lo hellevado»- y ya con su habitual compañero José Ángel Lucas.
El techo del Pájaro
Abrir la Loquillo al Pájaro fue su segundo gran paso en la Pedriza y la primera superación de su conocido techo. Tardó tres años en abrirla con Lucas, una prueba de constancia y devoción por este risco, que culminaron unasemana después de colocar el buril estratégico: entonces vieron que realmentese podía salir. Hasta entonces, llegado el extraplomo, había que»escaquearse» por la sur.
Ampliaron horizontes a los Galayos y sus verticales agujas, con la ascensióndel Gran Torreón, la Aguja Negra, o la Torre Amezúa, en la que, en plenoinvierno, abrieron el espolón a la derecha de la Gerardo-Rafa,»cargadoshasta arriba». Entonces todavía era posible atravesar la mítica Ventanadel Diablo, un gran puente de roca en el Cuchillar de Gredos, que una noche detormentón, según cuenta la leyenda, fue fulminado por un rayo.
Antes de dejar Gredos, Rafael quiso acercarse hasta el espolón este delTorozo, donde también abrió con Lucas. Hoy superpoblado de líneas, enaquellos día estaba totalmente virgen, porque muy pocos llegaban hasta su base,en pleno Puerto del Pico. «Había una calcetinada hasta allí», yencima, «no había agua». Eso sí, aquí ya iba con casco.
Riglos, Picos y el Eiger
Visitaron los Mallos con los Scouts y un tropel de chavales, entre los que seencontraba un jovencísimo ManuelMartínez Musgaño, y poco después llegaron las primeras aperturasen Picos a la sombra del Naranjo, como la canal de la Sur directa al Neveróndel Urriello (grado V de entonces), donde, por cierto, Loquillo sufriósu primera caída: el taco de madera no aguantó.
«Un salto muy grande, el Eiger», donde intentó la norte clásicade 1938. «Me caí en la Hinterstoisser y me marché. Estuvimos aguantandoquince días de mal tiempo, y cuando parecía que llegaba el bueno, el Ogrose mostró muy engañoso». En resumen, «quince días de vacaciones enGrindelwald, gastando dinero y bebiendo cerveza. Es prácticamente todo lo quepudimos hacer. La nubecita nunca se quitó».
La oeste del Naranjo
Pero subiendo por «el cable» de Fuente De, Peña Remoña, PeñaVieja, Cabaña Verónica, el Naranjo al fondo… Ya estamos en Vega Urriello,con el refugio antiguo, y con la cara oeste del Picu sólo recorrida por la Rabadá-Navarro.En su primer intento (siempre con el gorrito, y casco también), Loquillo ibatodavía sin arnés. Con la cuerda al pecho, la maza colgando y la bota dura,fueron progresando poco a poco: un primer largo que se hace en libre (6c), la LastraSoldada, la Cicatriz, en línea recta hasta el techo inclinado, los Tiros de laTorca, y el posterior descenso, porque aquella vez no hubo cima. Tiempodespués, en el 71, fueron los primeros en hacerla sin vivac.
Y por poco, según el propio Loquillo, no firmaron también la primerainvernal, una historia bastante más larga que las dos semanas que perdió en unrescate en enero del 1973, y limitó a ocho días su tentativa invernal. Sóloun mes después, Lucas, el Ardilla, Tudela y Miguel Ángel Gallego, elMurciano, sí lograron la primera.
Enterrados cada noche
El año anterior, Fulgencio Casado, José Ángel Lucas, el Murciano, elArdilla, «un tal Antonio del Alpino y yo, fuimos los primeros en salirvivos de la oeste en invierno». Tardaron dos días en llegar al refugiotransportando 450 kilos de peso, en pleno mes de enero. Y sufrieron con creceslos rigores del invierno en Picos: además de desenterrar cada mañana la puertadel refugio para poder salir al exterior, sólo vieron el sol un día de los 32que pasaron en Vega Urriello. Lo aprovecharon. Mientras unos preparaban lapared, el resto subió material para vivaquear en los Tiros de la Torca,pensando en una posterior tentativa.
Pero el sol ya no lució más, y casi por desesperación, el Ardilla yLoquillo acabaron realizando un desesperado intento que dio para muypoco, y pudo costarles mucho. Ya de noche lograron encontrar el salvadormaterial dejado previamente en los Tiros, enterrado en la nieve, vivaquearmalamente, y retirarse sin dejar material alguno en la pared. Lo peor fue elregreso a Poncebos…un desfile de «macutos con piernas» (50 kilos ala espalda) durante horas, en el que al final acabaron tirando las tablaspendiente abajo, completamente hartos y exhaustos. No las volvieron a verclaro…
1973. Lucas y Loquillo reinciden nuevamente en enero, encontrándosecon un primer plato de mal gusto camino del Naranjo: rescatar los cuerpos de dosalpinistas que buscaban el mismo objetivo. Quince días que no pudierondedicarle a la oeste y redujeron a ocho las jornadas en pared de su tentativa.De nuevo sin éxito, sí dejaron la pared equipada para que un mes después,Tudela, Lucas, el Murciano y el Ardilla conseguían la primerainvernal, que tanta repercusión tuvo en los grandes medios.