El proyecto ASC (arti-speed-climbing) de David Palmada ‘Pelut’, Jordi Servosa y David Font llevó el invierno del año pasado a estos tres escaladores catalanes a ascender a la carrera tres vías de artificial extremo en menos de 24 horas. Sin fijar cuerdas y del tirón se merendaron la Mirall impenetrable (A5/VI, 300 m) en Montserrat, la Incontinencia de inconsciencia (A5/V+, 245 m) en Montrebei y la Vitrall inviolable (ED, A4+, 6a) en la Paret del Ferrús (Berguedà, Barcelona).
Esta vez, han trasladado su particular estilo al Picu Urriellu, con una de las vías más míticas de su cara oeste, Sueños de invierno (A4+, 6a, 540 m), abierta en invierno 1983 por los murcianos José Luis García Gallego y Miguel Díaz Vives. Pasaron 69 días en la pared de forma ininterrumpida (del 1 de marzo hasta el 8 de mayo). “Es una ruta bonita y brutal”, la define Pelut, quien añade que “igual es más difícil técnicamente la Tramuntana, pero creo que a cualquier escalador con nivel suficiente y que le guste este tipo de escalada, le motiva más la Sueños de invierno y le gustaría tenerla en su libreta. Para mí es un referente de la escalada, y creo que para mucha otra gente. Recuerdo que salían Gallego y Díaz Vives en la tele colgados de la oeste del Naranjo cuando yo tenía diez añitos”.
David Palmada ya la había repetido en 2006 con Ester Ollé, pero la idea esta vez era hacerla lo más rápido posible, del tirón. “Lo normal es tardar cuatro o cinco días, después de haber fijado unos largos de la Bermejo”, asegura el especialista artificiero. Pero, ¿por qué hacerla de esta manera tan exigente para el cuerpo y la mente? “Porque nos motiva, nos mola y no lo hace nadie”, explica Pelut, que se ha rodeado de dos compañeros de escalada tan fanáticos como él, con los que se organiza para hacerlo todo lo más rápido posible, repartiéndose los tramos de ascensión en función de las características de cada uno: “Si un largo tiene un poco de libre, pues lo hacen ellos; si es un largo de mucho trabajo en artificial, pues lo tiro yo”.
En definitiva, concede que “no tiene ningún sentido hacerlo así, pero a nosotros nos divierte”. “Era un proyecto que hacía mucho tiempo que nos rondaba por la cabeza, uno de esos proyectos estúpidos e inútiles que no sirven para nada, simplemente para dar rienda suelta a nuestra imaginación y ganas de enfrentarnos a nosotros mismos en retos estúpidos y absurdos. Pero, como todo en esta vida, lo que nos mueve y nos hace probar cosas nuevas son precisamente esas que tienen ese puntito especial de locura”.
La idea original, siguiendo con el proyecto ASC, era realizar la ascensión en invierno. Pero unas condiciones meteorológicas bastante adversas durante este invierno, unidas a la poca disponibilidad de los tres protagonistas por cuestiones de trabajo, obligaron a aplazar la aventura hasta la llegada de un tiempo más propicio, ya con calor. “Y ahora casi que nos alegramos muchísimo, pues no pensamos que la vía sería tan dura y exigiría tanto trabajo, incluso en verano”, explica Pelut.
La otra particularidad de la ascensión, además de que se perdieron en la parte alta de la ruta y terminaron “navegando entre Sueños de invierno, Rabadá…”, fue su extrema dureza. “Tales fueron los límites de agotamiento que decidimos hacer un ‘stop and go’ de tres horitas en Rocasolano para aclarar un poco la mente”, cuenta. Así, esperaron a que llegaran las primeras luces para continuar con mayor seguridad y rapidez.
Al fianl, “un total de 45 horas y 12 minutos ponen fin a este sueño, esta vez en verano”, dice David Palmada en un afortunado juego de palabras.