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Material de escalada
jueves, 18 junio 2009 - 12:00 am
EXPLORANDO

De cabeza en la pared

Mejor que meterse de cabeza en una pared, es hacerlo con cabeza. Conocer nuestros límites como escaladores resulta de gran utilidad para evitar “marrones” innecesarios. Con tanta teoría perdemos en ocasiones el contacto con la realidad hasta que la montaña nos recuerda quién manda.

Autor: Desnivel | No hay comentarios | Compartir:

Como cada año, podemos hacer un balance de qué tal han ido nuestras escaladas. Algunos habrán realizado sus proyectos y disfrutado cada ascensión, pero otros habrán visto que el objetivo les venía grande, pasado las de Caín en cualquier descenso nocturno o comprobado que las horas de rocódromo han valido de muy poco ante aquel V+ desplomado y protegido con un cochambroso clavo de hace 50 años. En ocasiones tampoco habrán faltado las discusiones porque alguien egoístamente ha convencido a su compañero para embarcarse en una vía demasiado dura o porque simplemente no conocemos nuestras propias capacidades. Ese lacónico “llevar un cordino de 30 metros y algunos empotradores” para la cresta Menganito o “vía equipada” para la clásica de turno no nos ha dejado buen sabor de boca. ¿Qué hacer? como dice el dicho: “No te preocupes, ocúpate”.

Autoexamen

De puro simple, no siempre le prestamos la tención necesaria, malgastamos nuestro tiempo en cuestiones superficiales (como conocer hasta el último detalle de alguien a quien admiramos o acalorarnos hasta que nos dan la razón con el grado de una vía) y apenas nos detenemos a cuestionarnos qué tipo de escalador somos. A menudo se tiende a ser demasiado benevolente con uno mismo como deportista y excesivamente crítico con los demás. Una forma rápida de evaluar nuestro perfil podría consistir en autorrespondernos honestamente cuestiones tan sencillas como:

1) ¿Soy más o menos capaz de alternar de primero con mi compañero el largo que me toque y sin poner excusas, o siempre dependo de alguien más fuerte? ¿Prefiero repetir vías duras de segundo en vez de encabezar rutas más asequibles?


 

2) ¿Tengo la formación suficiente para afrontar de forma autónoma y responsable una cierta variedad de problemas (pérdida del itinerario, compañero accidentado, retirada por mal tiempo…) o mi papel en la cordada se limita a subir de segundo a la vía que me lleven? En el caso de que siempre vaya de segundo ¿soy consciente de esa limitación u obvio tan importante detalle cuando recomiendo ese itinerario a alguien con un nivel un poco justo?

3) ¿Quiero hacer creer a los demás que soy un escalador experimentado y con buen nivel sin realmente serlo? ¿Me gusta presumir siempre que puedo o me excedo tanto en las autocríticas que al final me afectan negativamente? ¿Tengo una actitud demasiado exigente respecto a mis objetivos, lo que me lleva a arriesgar de continuo o, por el contrario, de puro conformista estoy estancado repitiendo a menudo las mismas vías y cumbres en zonas que conozco bien?

4) ¿Tomo la iniciativa y me implico en tareas importantes como conseguir un buen croquis y seleccionar el material adecuado o espero a que lo resuelvan por mí?

5) ¿Me muestro valiente, prudente o miedoso en exceso cuando en un largo los seguros alejan demasiado o la roca está descompuesta?

6) ¿Sufro carencias graves en ciertos tipos de escalada (fisura de empotramientos, desplomes, placas, bavaresa, artificial) o por el contrario me considero suficientemente polivalente en todo tipo de terrenos y rocas (granito, caliza o conglomerado)? ¿Soy lento, rápido, intermedio…?

7) ¿Escalo con los compañeros adecuados y estoy compenetrado con ellos o me une más bien una relación de conveniencia (mismo objetivo, imposibilidad de escalar con los amigos por calendario laboral o búsqueda continua de personas “dóciles”que vayan siempre a las vías que me interesan)?

La mayoría de estas preguntas sólo se pueden responder ante un espejo imaginario, que no admita contestaciones engañosas o demasiado amables. Siempre podemos potenciar nuestras cualidades y trabajar en nuestros defectos, sin dejar mientras tanto de escalar un montón de paredes interesantes, pero para ello sinceridad y autocrítica previas resultan ineludibles.

Cifras orientativas

En montaña las matemáticas no siempre funcionan, pero manejar ciertas cifras puede ayudarnos a planificar una ascensión y evaluar una parte importante de nuestras capacidades. Los valores facilitados a continuación sólo poseen un carácter orientativo, por lo que debemos estimar siempre una reserva extra de tiempo para evitar que nos sorprenda la noche o una tormenta estival de mediodía:

– Aproximaciones por caminos evidentes y no demasiado empinados: desnivel 300-500 m/h, velocidad media unos 3 a 4 km/h. Descenso por el mismo recorrido en un tercio menos de tiempo; algunos guías franceses consideran estar en buena forma física ser capaz de descender en la mitad de tiempo.

– Velocidad en pared desequipada de una cordada homogénea: de 20 a 30 min por largo de escalada libre claramente por debajo de su nivel asentado a vista. De 45 min a 1h en largos que rocen nuestro límite a vista. Sólo los mejores escaladores o quienes asciendan rutas muy fáciles pueden estimar una velocidad de 10 a 15 min por largo. Estos tiempos no incluyen paradas de descanso en las reuniones o momentos en los que no queda más remedio que “entretenerse” (como cuando se enhebra un puente de roca difícil o se monta una reunión compleja). En la práctica, cualquier cordada solvente pero con un nivel máximo de V+/6a puede estimar que para llegar a la cima de una ruta de V de 8-10 largos desequipados necesitará alrededor de unas 4-6 horas; esa misma cordada muy posiblemente empleará entre 10 y 15 horas en escalar clásicas de envergadura de 500 m, tipo Murciana o Rabadá-Navarro a la Oeste del Naranjo de Bulnes.

– Salvo condición física buena o excepcional, si se carga con mochilas pesadas (por ejemplo 25 kg en la aproximación y en pared 10 kg el segundo de cordada) los tiempos empleados pueden incrementarse entre un 50 y un 100%. Para los largos de escalada artificial la estimación resulta muy variable en función del equipamiento fijo, dificultad y habilidad, pero 1h para una tirada de A1 semiequipada y hasta 3-5 h para largos expuestos de A3/A4 es muy común.

Cómo informarse

Me comentaba recientemente un guía de montaña que en la actualidad hay una alarmante cantidad de escaladores que tienen acceso rápido a tanta información que casi piensan que lo saben todo. En muy poco tiempo han comprado (o fotocopiado) una buena cantidad de guías y manuales, recibido varios cursos, participado en incendiarios debates éticos dentro de los foros de internet, comprado los pies de gato y friends más caros, memorizado los nombres de los ínclitos “machacas” de la zona e incluso intentado titularse con suma rapidez como profesores de escalada en roca. A la hora de aconsejar a pie de vía y en la red algunos hasta “compiten” con los experimentados escaladores “de toda la vida”, entre quienes también se incluyen los que creen no necesitar reciclar sus conocimientos y que “…los chavales de ahora son unos boy scouts a los que se engaña fácilmente con el negocio éste de la seguridad” (la frasecita se las trae pero es auténtica). Y por supuesto, a medio camino el grueso de los mortales, que al igual que el resto, debemos documentarnos de una forma u otra sobre la vía que deseamos hacer:

A) Hablando personalmente con alguien de confianza que la haya repetido.

B) Adquiriendo una guía fiable que preferentemente tenga marcado el trazado sobre una buena fotografía.

Montaña y empresa
 

C) Investigando en páginas webs y blogs qué croquis existen suficientemente actualizados.

D) Preguntando en los pies de vía o en los foros de internet los datos que nos interesen. De estas cuatro alternativas, combinables pero algo limitadas por sí solas salvo notable experiencia, la menos aconsejable es la última. En no pocas ocasiones la euforia, el deseo de aparentar, las prisas, la falta de franqueza, el miedo a parecer inexperto o mal escalador, el nulo conocimiento de las capacidades/ limitaciones del interlocutor e incluso la frivolidad o poca precisión con la que se dan consejos puede ocasionar serios problemas en plena pared.

Las “trampas”

Al igual que en el caso de los accidentes, para comenzar a sufrir problemas en una vía basta con que sumen dos errores fácilmente evitables. Entre las equivocaciones y trampas más habituales que hemos detectado últimamente destacamos:

– Elegir como primera actividad en cresta de alta montaña una larga y con pasos de hasta quinto grado (por ejemplo Salenques- Tempestades al Aneto), pensando que como hacemos V+ de empotradores en pared vamos a ir sobrados de tiempo y nivel. Muchas crestas españolas están infragraduadas en sus pasos claves (habitualmente brechas de paso poco evidente o gendarmes que incluyen algún paso de artificial antiguo sobre clavo) y el horario que reflejan a menudo conlleva progresar con desenvoltura los tramos más asequibles sin cuerda. Recorrer una cresta de cuarto grado y de 1.000 m de desarrollo haciendo largos de continuo y con alguien poco preparado o embaucado puede implicar hasta un vivac a pelo, o que la actividad se vuelva interminable y desagradable. También es moneda común que se confunda el desnivel que salva una cresta con su longitud. Casi siempre el recorrido total multiplica desde por 3 hasta por 6-7 el desnivel citado en las guías.

– Confiar ciegamente en los grados “oficiales” de las vías clásicas. Las sorpresas varían desde que al autor del croquis se le haya olvidado incluir ese corto tramo de antiguo artificial A1 que ahora es un exigente 6a+ desequipado, hasta encontrarse largos cuya cotación nadie ha cuestionado públicamente en 30 años, pese a que a una buena parte de los repetidores les parezca una letra o dos más dura. Es prudente que las vías en terreno de aventura estén al menos una letra por debajo de nuestro nivel asentado a vista, por ejemplo elegir rutas de 6a como máximo si tenemos un grado de 6b en autoprotección. Si anteriormente sólo hemos practicado deportiva de descuelgue, la transición lógica es practicar en rutas bien equipadas de varios largos, continuar por líneas semiequipadas –en las que por ejemplo los pasos más duros tienen parabolts– y llegar por fin a itinerarios desequipados cuya dificultad quede muy por debajo de nuestro nivel máximo (por ejemplo hasta V en montaña si ya hemos encadenado varios 6a/6a+ con chapas).

– Creer que toda la información divulgada recientemente es de calidad y por tanto está actualizada. Un perfecto ejemplo de que eso no ocurre lo constituye la mezcolanza de croquis que pueden encontrarse en ciertas páginas web –convive información desigual de muy diferentes autores y décadas– en la que resulta arduo discernir qué resulta fiable y qué una auténtica chapuza. La tendencia creciente, importada de Estados Unidos a Europa, de que prefiramos las guías enciclopédicas con una cantidad enorme de vías en lugar de las que incluyen una breve selección, favorece que determinados autores sólo hayan recorrido y contrastado apenas una parte de lo que publican, y que por tanto se vean “obligados” a incorporar/ adaptar información proveniente de guías antiguas o de comentarios verbales poco exactos. Si bien los croquis sobre fotografía han aportado unas ventajas contra la que no pueden competir ni los mejores dibujos (por ejemplo en cuanto a localización y entorno inmediato del itin e r a r i o ) , estamos ante un arma de doble filo si quien traza la vía en el ordenador no conoce minuciosamente el recorrido del itinerario. Y nada peor que buscar de noche unos rápeles que no están instalados donde mostraba aquella clara imagen…

– Por muy fuertes que estemos, trepar de continuo con desconocidos o con gente poco preparada, tipo novia/novio inexpertos, puede generar riesgos enormes incluso en paredes aparentemente inofensivas. Hemos visto cordadas rapelando por terrenos que se destrepan casi andando y tirando piedras a los que descendían sin cuerda canal abajo; escaladores que montan reuniones con un mosquetón portamaterial –de esos finos de pera que sólo aguantan 50 kg– o que se agarran sin pensar a cualquier bloque suelto sólo porque les resulta más cómodo salir así de un paso. También cuerdas atadas sólo a la cintura del arnés sin pasar también por el arco de la pernera, mosquetones para asegurar o rapelar con el seguro sin cerrar, parejas peleándose porque uno de ellos se siente desbordado y engañado por la dificultad o duración de la actividad, cordadas sin más que una simple camiseta de algodón recorriendo una tapia soleada de alta montaña el mismo día que han pronosticado riesgo de tormentas… Evitemos complicarnos la vida sólo por llegar una hora antes al coche o por no conocer el límite de nuestras capacidades, así nos ahorraremos éste u otros sermones y disfrutaremos en la montaña durante muchos años.

EJEMPLOS Y CONSEJOS PRÁCTICOS

Escalada en grandes paredes de baja montaña y cerca de grandes núcleos urbanos (por ejemplo el Puig Campana y el Ponoch en Alicante): los fines de semana de buen tiempo es muy común que estén masificadas sus vías más fáciles, con los problemas de caídas de piedras y esperas en reuniones que pueden acarrear. Informarse del descenso –en el caso de paredes montañosas como el Puig Campana fáciles pero poco evidentes– y de la meteorología: la engañosa cercanía de la playa o de núcleos residenciales no significa que el mal tiempo o la noche no vayan a complicarnos el final de la jornada.

– Ascensiones de vías clásicas en alta montaña tipo Picos de Europa o Pirineos: no olvidar nunca ropa ni agua extra, incluso en vías cortas. Evitar en lo posible los fines de semana estivales (masificación en cimas emblemáticas como el Naranjo de Bulnes o Dent d´Orlu) y huir si existe riesgo de lluvia de trazados que puedan conducir agua, tipo grandes diedros, canales, placas-embudo o con circos pedregosos encima. Atención a la calidad de la roca indicada en las guías, “roca aceptable” es un calificativo usado con demasiada frecuencia para itinerarios que incluyen bastante piedra suelta o tramos expuestos.

– Grandes paredes en media montaña, poco equipadas, tipo Mont Rebei o Roca Regina: especial atención a las duras graduaciones de los años 80. A evitar en verano o si tenemos poca experiencia en tapia. Para ciertos itinerarios resulta imprescindible tener experiencia en clavar y estar acostumbrado a escalar rápido con seguros lejos.

Tino Núñez

 

 

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