El nombre de Erik Weihenmayer puede sonar a los aficionados al alpinismo con buena memoria. En mayo de 2001, este estadounidense de New Jersey se convirtió en el primer alpinista ciego en coronar el Everest. Y en septiembre de 2002, fue el primer invidente en completar las Siete Cimas. Sus aventuras y sus inspiradoras conferencias se han mantenido con regularidad desde entonces. En 2014, junto con el también ciego Lonnie Bedwell, descendieron en kayak los casi 450 km de aguas bravas del Gran Cañón del Colorado.
Sin embargo, Erik Weihenmayer todavía tenía pendiente viajar a Patagonia para escalar en sus muros de roca vertical. Por fin ha llegado su momento durante este verano austral y ha elegido para ello las Torres del Paine, en la Patagonia chilena. Allí, se ha puesto en manos de su amigo Felipe Tapia y de los hermanos Señoret y su agencia.


Objetivo: Torre Norte
Inicialmente, el objetivo principal de la expedición de Erik Weihenmayer a las Torres del Paine era intentar la primera escalada de un ciego en la Torre Norte. De acuerdo con sus guías chilenos, cuando llegó la ventana de buen tiempo apropiada, se dirigieron a la ruta Monzino (V+, 400 m).
La logística de la ascensión consistía en que Erik Weihenmayer fuera siempre de segundo, con Felipe Tapia escalando también de segundo pero unos metros por encima de él para transmitirle información útil, tanto de la pared como de las secuencias de movimientos. El cámara Francisco Herrera completaba el equipo realizando el registro audiovisual. Así describía Cristóbal Señoret en sus redes sociales aquella primera experiencia:
Nos demoramos 5 horas y estuvimos 45 minutos en la cumbre, en un día con perfecto clima. Luego, 4 horas para descender, y en total una actividad de 10 horas en la pared. El estilo fue siempre escalar. Era nuestra primera vez guiando a un ciego y fue una experiencia increíble; aprendimos muchísimo de él. ¡Es una persona sin igual!
Él escalaba todo de segundo y no se colgó de la cuerda ninguna vez. Estamos impresionados por su nivel de escalada, motivación y grandes habilidades para desenvolverse en un terreno tan complejo como lo es Patagonia.


Aleta de Tiburón de propina
Ya de regreso en Puerto Natales, satisfechos por haber conseguido el objetivo, vieron que la meteorología les abría una nueva ventana de oportunidad para escalar alguna otra vía. También, tal como comenta Cristóbal Señoret, “teníamos una perspectiva mucho más clara de las habilidades de Erik y lo que era capaz de hacer”.
De este modo fue como se les ocurrió presentarle la opción de intentar la estética Aleta de Tiburón, ubicada en el Valle del Francés. Allí, tal como el propio Señoret explica: “escalamos la ruta normal, que conlleva arista, fisuras perfectas y terreno de aventura para un total de 12 largos (aproximadamente) y 11 horas de actividad ida y regreso a la base de la pared”.
Torre Central ya a la vista
Esta fue la feliz conclusión de la expedición de Erik Weihenmayer a las Torres del Paine. La experiencia fue tan buena y satisfactoria, no obstante, que ya piensa en ampliar horizontes e ir un poco más allá. “Tiene ganas de regresar a por la Torre Central el próximo año”, desvela Cristóbal Señoret. El proyecto está financiado por la marca Rab, que añadirá información en los próximos días.


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