Cuando tenía 30 años, Robyn Erbesfield-Raboutou firmaba el tercer 8b femenino del mundo. Han pasado 15 inviernos desde aquello, pero la roca en la sangre no se diluye y la pasión de esta americana, cuatro veces campeona del mundo (a principios de los 90), se renueva y este verano se hacía con Bad attitude, un 8b+ con cuya línea quedara cautivada desde que su marido, Didier la equipara atrás, en el área de St. Antonin Noble Val, a 10 minutos en coche de su residencia en el sur de Francia.
Erbesfield-Raboutou ya alcanzó por dos veces el 8b+ en 1993. Las últimas temporadas las ha dedicado más a su familia (tiene dos hijos) y a su trabajo (es la impulsora de ABC for kids, un programa para jóvenes con carácter de mutante que imparte en el Boulder Rock Club de Colorado), y aunque continuaba apuntándose líneas notables no había intentado un «ochobé» desde sus días de competición. Este agosto, Raboutou y su familia se desplazaban a Rodellar, como tantos otros en peregrinación fanática estival, disfrutando de sus fantásticas paredes e itinerarios, regresando algo frustrada con su escalada a vista, pero con una generosa cosecha de realizaciones en el bolsillo. «Buscaba volver más en forma este año», confesaba. Sus palabras venían acompañadas de un entrenamiento sobre algunos implacables problemas de búlder. «Tenía Bad attitude en la cabeza cuando llegamos a Francia».
«Los movimientos que abren la sección clave de la vía son realmente duros. No me imaginaba haciéndolos». Pero así fue, y Robyn resolvía, primero la línea de 8a (que ya había encadenado con anterioridad) con la que empieza Bad attitude y después los 14 movimientos de búlder que culminan una de las grandes realizaciones de su carrera.
Y como la roca en la sangre no se diluye, es obvio que se hereda. Su hijo Shawn, de 10 años, está a un paso del octavo grado, habiendo resuelto ya 7c+. Su hija, Brooke, de 7, ya ha superado el séptimo grado.