La fisura de dedos conocida como La Zébrée se sitúa en el Mt. King de los Montes Laurentinos (Québec, Canadá). Nació como un largo de artificial con primera ascensión de Alain Hainault en 1972. Lo propuso de A2 y en los años siguientes no se escapó de las ansias liberadoras de algunos de los pioneros. Louis Babin, Russ Clune e incluso el famoso Peter Croft realizaron intentos serios que no llegaron a concretarse.

En 1990, François Roy estuvo a punto de sacarla en libre, y la vía quedo como de 8b/A0. Jeff Beaulieu logró la liberación en 2003, cuando consiguió escalarla en punto rosa, es decir, con las piezas de protección previamente instaladas.
Tuvieron que pasar otros cinco años hasta que Jean-Pierre Ouellet volviera a escalarla en libre en 2008; en esta ocasión, el canandiense ascendió en punto rojo, con la única excepción del primer seguro, que puso previamente. Poco después, Sylvain Masse la repitió, en esta ocasión poniendo todo el material mientras escalaba.
Fue entonces cuando Emilie Pellerin comenzó a soñar en la vía, según confiesa ella misma en sus redes sociales: “hace 13 años, mi yo metalero de pelo azul caminó bajo esa obra maestra y soñó que, un día, sería la que estaría allá arriba escalándola… Llevó un tiempo, ¡pero lo hice!”.
Malas condiciones
La escaladora canadiense, que ya destacó por haberse hecho a vista con la clásica The Shadow 5.13 trad en Squamish, regresó a por La Zébrée poco después de que Julien Bourassa-Moreau la repitiera por primera vez desde 2008 en julio. Ella necesitó cinco días este año, además de otros muchos pegues en años anteriores, para resolver la cuestión. Ella optó por meter todos los cacharros mientras escalaba, incluido el expuesto primer seguro.
Además, se da la circunstancia de que consiguió el punto rojo justo cuando menos favorables le eran las condiciones. “Jerome St-Michel, Alexa Fay y yo subimos hasta la vía (¿o debería llamarla cascada?), nos reímos pensando que era imposible en esas condiciones. Para divertirnos, me metí a escalarla nadando como una campeona, resbalándome en las presas de pies, luchando con alfombrillas y esponjas mientras subía… Fue todo menos elegante, pero aguanté… Oficialmente, hice la ascensión más auténtica de la vía, escalada en su estado más usual: ¡mojada!”, explica ella misma en sus redes sociales.
Emilie Pellerin reflexiona sobre que esta ascensión “marca un punto de inflexión personal en mi vida como escaladora, uno que nunca hubiera alcanzado sin el apoyo de mis amigos y mi familia”.
De hecho, pocos ejemplos más de vías de dificultad similar existen escaladas en trad por una mujer. La más destacada de todas ellas sigue siendo, desde 2008, la mítica Meltdown 8c+ de Beth Rodden.