Miguel Ángel Gavilán, que padece la amputación de una de las manos, escaló el pasado 18 de agosto una de las agujas más emblemáticas de los Alpes franceses: la Aguille du Midi, de 3.842 metros.
Al alpinista con discapacidad le acompañaron el rumano Ovidiu Frâsincar y la española Victoria Ramírez. La cordada de tres empleó en total nueve horas de escalada para vencer los 270 metros del recorrido de la vía Rebuffat (200 m, MD, 6a) Se trata de una de las rutas con más solera de la historia del alpinismo.
“Es un reto personal mayúsculo; para una persona con una amputación como la mía, la de una mano, supone casi un atrevimiento el acometer paredes de esta magnitud y de este grado de dificultad”, comentó Miguel Ángel Gavilán poco antes de iniciar la escalada.
La ascensión transcurrió sin mayores complicaciones, más allá del esfuerzo y tesón mental que supone escalar sin una de las manos.
“Las personas con discapacidad podemos asumir compromisos potentes; eso sí, se trata de prepararse adecuadamente y rodearse de un equipo con garantías”. Miguel Ángel Gavilán se ha preparado a conciencia para poder escalar esta ruta: lleva más de dos años entrenando diariamente y escalando semanalmente.
“Es la escalada más bestia que he hecho en mi vida, el ambiente, el paisaje es monumental”, comentó el alpinista en la cima de la aguja. “No estamos más locos que el resto de los mortales. Solo que le metemos más ganas y tumbamos por los suelos más prejuicios”.
Se da la circunstancia de que los tres alpinistas, tras un súbito cambio de tiempo, tuvieron que ayudar a una cordada francesa en apuros –con principio de hipotermia– a alcanzar una zona segura y protegida de las inclemencias meteorológicas.
Destacar en el currículo personal de Miguel Ángel como alpinista las cimas del Aconcagua, McKinley, Elbrus, Kilimanjaro y un intento al Cho Oyu, de 8.201 metros, donde alcanzó los 7.300 metros de altitud.