No fue fácil cazar al señor Mulero. Siempre está escalando, o abriendo vías, o limpiando bloques… Cerca de su casa, en Huesca, en Cataluña, o donde las condiciones sean propicias. Su prioridad es escalar. Pero el esfuerzo merecía la pena, y no solo por la ristra de liberaciones de octavo que acaba de dejar en La Pedriza, sino porque su revitalización de viejas líneas –con respeto a su origen y concepción– suponía un momento perfecto para hablar de viejas rutas, localizar a sus aperturistas y sacar a la luz antiguas y olvidadas aventuras pedriceras.

Además de este trabajo, nuestra revista de abril cuenta con los siguientes artículos y secciones
Primera invernal al Gora Pobeda por Tamara Lunger y Simone Moro
Alejado de la atención de los alpinistas, el Gora Pobeda (3.003 metros) es la máxima elevación de Siberia Oriental. Su ubicación remota y el frío extremo convierten su escalada en invierno en una comprometida y gran aventura de exploración, como la que vivieron Tamara Lunger y Simone Moro.
Escalada deportiva en Burgos
“Cocidas a fuego lento”. Así se han cocinado las escuelas de escalada burgalesas según sus impulsores. Elaboradas en un proceso de cuatro décadas, os damos a conocer sus joyas gastronómicas.
Esquí de travesía: desde el Puerto de San Glorio al Puerto de Panderrueda
Unir con esquís los puertos de San Glorio y Panderrueda, ascendiendo a las cumbres más representativas, supone una de las mejores travesías de la Cordillera Cantábrica. Te explicamos las claves para afrontarla.
Frontales
De un rudimentario farolillo a inteligentes linternas capaces de adaptar el consumo y la intensidad según las necesidades. Analizamos la evolución la iluminación en montaña y echamos un vistazo a las mejores frontales del mercado.
Secciones:
- Memorial Maria Luisa. Las mejores imágenes de montaña del certamen internacional.
- Héroes anónimos. Jose Francisco Garcia Romo y Asociación Española de Alpinistas con Cáncer
- Roca en Huaraz (Perú).
- Obituarios: Elizabeth Hawley, Javier Eguskiza y Warren A. Miller.
Editorial 382:
Rara avis de su época
A Ignacio Mulero parece que lo criogenizaron hace 50 años y que alguien le dio al botón de revivir justo antes de comenzar a escalar. Su estilo de vida, en 2018, supone todo un anacronismo. Lo podríamos ubicar perfectamente con los Stone Masters de comienzos de los setenta, en las Teton Tea Party de Wyoming, encordado con Gary Hemming en 1965 e incluso en una expedición por las montañas de Afganistán con John Porter y Alex MacIntyre. Han existido en la historia muchas épocas, ambientes y pandillas de escaladores en los que Mulero hubiera encajado perfectamente, pero no precisamente el siglo XXI.
Los americanos tienen una palabra, dirt bag, para describir a estos vagabundos geniales y su último representante fue Fred Beckey, que murió el año pasado. Escaladores-beatniks que sin planteárselo convirtieron su afición en toda una filosofía de vida. Una filosofía de vida que en realidad no implicaba mucha más preocupaciones que saber qué vía sería la siguiente y en dónde hacía mejor tiempo.
Un paso más
Nacho ha sido el continuador de esta tradición prácticamente perdida del escalador trashumante. Sin coche ni carné de conducir, pasa el año deambulando en busca de las mejores condiciones, gastando poco y sin saber cuándo va a regresar. No planifica, no entrena, no le gustan mucho los rocódromos, ni competir. Para entrevistarlo, uno tiene que armarse de paciencia y rezar para que llueva y se le moje el proyecto o se abra una yema; si el día es “escalable”, no va a perder un minuto en contestar preguntas.
Sin entrar en juicios de valor sobre las decisiones de cada uno, no hay duda de que estos escaladores a tiempo completo, rebeldes y contracorriente han sido en muchas ocasiones los responsables de la evolución de la escalada, como precisamente es el caso de los últimos encadenamientos de Nacho en Pedriza. A Nacho Mulero, un rara avis del tiempo que le ha tocado vivir, le debemos un paso más en la dificultad del granito madrileño. // Redacción DESNIVEL
Que sí que sí, que yo soy viejo y he hecho alpinismo sin casco hasta en el Casco (de Gavarnie), como los Ravier, jajaja, y nadie dice que sea ilegal, hombre… pero tenemos ahí un lío, entre lo que incomoda y lo que parece que nos afea (lío estético), demasiado peligroso (también en el esquí de montaña; yo todavía no me lo he puesto, como para dar lecciones!)
Llevar o no llevar casco es una práctica recomendable pero nunca una ilegalidad. La portada es perfectamente correcta. Arriba Mullër
Lo del casco, es que nos trae de cabeza. En la portada, no digamos en el reportaje, se contraviene todo lo que siempre se recomienda, que te lo pongas cada vez que escalas, sin excepción, como el cinturón de seguridad en el coche, pero nada, que no mola y que es incómodo. De verdad que nos trae de cabeza.
anda que no ponéis tontas aquí, cuando uno no tiene que trabajar y se lo dan todo echo es fácil llevar ese tipo de vida, la cuna manda.