Cascos para escalada deportiva

Cascos para escalada y no te comas el coco

¿Sólo escalas vías desplomadas, con roca muy compacta y asentada, sin travesías ni salientes, nunca te equivocas al conducir la cuerda entre los pies y tu asegurador no te quita ojo en ningún momento? Vale, entonces no lleves casco. En caso contrario, este artículo te interesa.

Javi Bueno, miembro del jurado del Premio Desnivel 2018
Javi Bueno, miembro del jurado del Premio Desnivel 2018
Eva Martos. | | 1 comentario |

Parece innecesario en estos tiempos de saturación de información volver a incidir en los argumentos por los que es necesario el uso del casco en la escalada, por lo que no ahondaremos en los muchos casos truculentos que podemos encontrar en publicaciones o en la red, tan solo a modo de ejemplo mencionaremos tres casos, y todos con final feliz.


El primero es el de la norteamericana Sara Gillers, quien su artículo “El día que no llevé casco”relata cómo a los 26 años recibió un fuerte impacto en la cabeza por una piedra que tiró desde arriba la compañera a la que estaba asegurando (en una vía de un largo) que le produjo un traumatismo cerebral que le mantuvo seis días en coma y del que, contra todo pronóstico, consiguió despertar y salir adelante.

Hoy, a sus 32 años, ha vuelto a escalar, pero las cicatrices y secuelas de aquel accidente aún están presentes: “Comparto mi historia porque a mí me habría gustado saber todas las posibles consecuencias de escalar sin casco hace seis años, una decisión que aún me duele y que me acompañará el resto de mi vida”.

La posible caída de piedras desde arriba es uno de los argumentos más evidentes para llevar casco, pero no es el único. La posibilidad de voltearte y golpearte con la cabeza también está presente, aunque si pensáis que “para evitarlo solo hay que saber caer y conducir bien la cuerda” no os falta razón.

Para dominar estas técnicas hace falta experiencia, pero seguro que pocos tienen tanta experiencia como Beth Rodden (con múltiples vías duras en su currículum, entre otras la famosa Meltdown, una fisura limpia de 8c+ aún hoy sin repeticiones).

Hace unos años Beth escalaba relajadamente una vía de sexto grado cuando su pie resbaló sobre el granito pulido, se volteó y su nuca golpeó contra la pared, un hecho al que no dio importancia hasta que horas después de la escalada sintió cómo perdía su capacidad de concentración.

Le diagnosticaron “conmoción cerebral” y su recuperación, según la misma Rodden, fue lenta y aún hoy se pregunta si aquel golpe es el culpable cuando le cuesta concentrarse. Los síntomas de las lesiones cerebrales pueden durar semanas, meses, o incluso años.

También ilustrador es el caso del fuerte belga Sean Villanueva quien publicó en su muro de Facebook unas sangrientas fotos tras golpearse la cabeza cuando escalaba una vía desplomada –llena de chorreras– en la cueva Sikati de Kalymnos, un lugar que el mismo Sean calificaba de “El McDonald de la escalada” implicando con ello su ausencia total de riesgo o compromiso.

Por suerte todo quedó en un aparatoso susto, pero probablemente el incidente le haya hecho a Sean replantearse el uso de casco no solo en las paredes, también en escalada deportiva.

Estos tres casos (caída de piedras, voltearse al caer y chocar contra la pared y golpearse contra algún saliente de la roca al escalar) son los más habituales que demandan protección para nuestra cabeza y, como acabamos de ver, ni los más expertos están libres de sufrir este tipo de percances.

Evidentemente las posibilidades de golpearse la cabeza bajan (aunque no desaparecen) en un recorrido desplomado y sin salientes, y de la misma forma aumentan cuando la ruta es vertical o tumbada, tiene repisas o un recorrido sinuoso con movimientos en travesía. Aunque el uso del casco ha aumentado mucho en los últimos años, y ya es relativamente frecuente ver a escaladores usando casco en escuelas deportivas, sigue siendo una costumbre minoritaria. Aspectos como la comodidad y la estética suelen estar detrás de esta decisión.

Tipos según su construcción

Hoy en día la oferta es muy amplia, con cascos para escalada de todos los gustos, tamaños, pesos y colores. Haciendo una rápida clasificación, podemos distinguir tres grupos principales en función de su tipo de construcción:

Cascos robustos de construcción híbrida

Presentan una carcasa rígida, generalmente fabricada en plástico ABS (Acrilonitrilo Butadieno Estireno), y llevan una almohadilla interior de poliestireno de alta densidad (o EPS), además de su estructura textil de ajuste a la cabeza.

Su peso suele estar en torno a los 200 a 400 gramos y, al ser los más duraderos y robustos, son los preferidos por los escaldores alpinos.

Cascos ligeros también de construcción híbrida

La carcasa rígida se sustituye por una fina lámina exterior semiflexible (habitualmente de policarbonato) que protege el elemento de absorción, que suele ser de espuma expandida moldeada (EPS). Dicha lámina puede recubrir sólo la parte más alejada de la cabeza o envolver, en construcción “sándwich”, tanto los cantos como la propia cara interior del casco.

El peso de este tipo de cascos suele oscilar entre los 200 y los 300 gramos y son los favoritos por los escaladores deportivos por el buen equilibrio que ofrecen entre protección, ligereza y durabilidad.

Cascos ultraligeros de construcción monobloque de espuma (polipropileno, EPS…)

Son cascos de una sola pieza que no presentan ningún tipo de componente externo adicional. Modelos muy específicos que buscan reducir al mínimo el peso, como es el caso del modelo Sirocco de Petz, que apenas llega a los 150 g.

Un casco para ti

Si un casco no te gusta y no te sientes cómodo con él, es muy probable que se quede en casa o en la mochila, por lo que lo más importante es adquirir un casco que se concuerde con tus gustos, que te resulte cómodo y que sea de tu talla.

Antes de comprarlo pruébatelo, en función de la forma de tu cabeza puede que te venga mejor un modelo u otro. Comprueba que no tiene puntos de presión molestos en ninguna parte, que te cubre bien la frente y la nuca, que no se desplaza cuando mueves la cabeza.

Además, hay otros detalles que diferencian unos cascos de otros que te pueden ayudar a acertar con la elección:

Sistemas de ajuste

Los hay desde simples correas que sujetan el casco a la cabeza sin ningún sistema de regulación interno a armazones interiores que se suelen regular con precisión por un sistema de rueda o de deslizamiento con enganches situado en la parte de atrás.

Algunos cascos ultraligeros pueden llevar también varias ruedas grandes a ambos lados de la cabeza que, al rotarlas, logran el ajuste por presión. La clave está en experimentar los distintos sistemas para determinar cuál te va mejor.

Enganches para el frontal

Es un accesorio que suelen tener la gran mayoría de cascos, bien por sistema de clips o bien por medio de unas gomas. Hasta que no intentas sujetar un frontal en un casco que no disponga de enganches no acabas de entender su utilidad.

Hebilla

El enganche que une el barboquejo o las correas de los cascos también es un detalle a valorar, puesto que los hay que se pueden abrir cómodamente con una sola mano a los que se enganchan y resultan muy difíciles de manipular.

Petzl fue pionero en el uso de una hebilla que funciona con imanes, un sistema que ya han adoptado otras marcas.

Color

Puede parecer una variable sólo determinada por los gustos de cada uno, pero si sueles escalar en condiciones calurosas y al sol, plantéate escoger un casco de colores claros que reflejen lo máximo posible las radiaciones solares.

También tiene sus limitaciones

No llevar casco te hace más vulnerable, pero llevarlo no te hace invencible. Hay bloques de roca tan grandes que no lo pararía ni un yelmo de hierro. No cumplas con la “teoría de la homeóstasis del riesgo” que dice que las personas asumen riesgos mayores cuando se sienten más protegidos.

Por mucho casco que lleves, no te metas en un 7c con alejes y repisas si tu grado es 6c. Prácticamente todos los cascos del mercado te protegerán en caso de una caída de piedra desde arriba, pero no todos los modelos te ofrecerán esa misma protección en el caso de que el impacto sea lateral o trasero.

La exigencia de los consumidores de cascos cada vez más minimalistas y ligeros obliga a las marcas a fabricar modelos que no ofrecen una protección global, por mucho que cumplan los requisitos mínimos estipulados por la normativa.

Atención a su caducidad, los fabricantes no recomiendan prolongar su uso más allá de los cinco años. Aunque no haya pasado este plazo, revísalo con frecuencia en busca de posibles golpes o deformaciones de la carcasa que podrían mermar su capacidad de absorción y comprometer tu seguridad.

Igualmente si observas una decoloración del plástico exterior puede ser una señal de disminución de su resistencia. Al transportarlo durante los viajes, colócalo de forma que no sufra golpes, pues podrías llevarte una desagradable sorpresa al sacarlo de la bolsa de viaje.

La importancia de un buen ajuste

Antes de comprarte un casco, pruébatelo y comprueba que el ajuste de contorno que ofrece (sea por ruedecilla trasera, por deslizamiento, con o sin estructura interior) impide que el casco se te mueva en la cabeza. Algunos modelos disponen de una interesante opción de plegado del armazón interno para facilitar su transporte y almacenamiento.

Comentarios
1 comentario
  1. Al respecto de la primera frase, justo debajo del título, donde dice: "entonces no lleves casco".
    Incluso en las condiciones tan concretas que se dice, si el seguro está por debajo del escalador (que va de primero), precisamente por estar en desplome provocará inevitablemente un péndulo del escalador hacia la pared y su posible colisión (¿con la cabeza?) contra la pared.
    Habitualmente el escalador colocará los pies por delante para evitar el impacto… habitualmente.
    Incluso en esas condiciones ideales, el casco te puede evitar un buen coscorrón.

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