19 de mayo, por la mañana. Adam adivina la línea entre los árboles y la montura de sus gafas. Ante él se levanta una de las líneas más legendarias de la escalada deportiva, el primer 9a, la ruta maestra de Wolfgang Güllich en Frankenjura: Action direct. Poco más se puede decir de una vía que desde 1991 ha permanecido como una de las más duras del planeta, objetivo imprescindible de peregrinación friqui.
Y para algo iba hasta allí Adam, para probar sus doce metros de monodedos y bidedos. Y encadenó. Eso sí, después de 15 intentos: «Es terriblemente poderosa, muy dura para mi y el lanzamiento me va a ser muy complicado», comentaba el checo poco antes.
Action direct (9a) ya cuenta con un buen puñado de repeticiones y hasta ahora, el número que la cota nunca ha recibido propuestas de modificación. Desde Güllich, que firmaba la primera ascensión, muchos han sido los escaladores de renombre que se han acercado a ella y unos pocos los que la han resuelto. Alexander Adler en 1995 le añadía la segunda muesca y pasarían cinco años hasta que llegase la tercera, obra de Iker Pou. Un año después era Dave Graham quien se la sumaba a su libreta, al que seguirían Christian Bindhammer en 2003, firmando la repetición más rápida (solo una semana de ensayos), y en 2005 el británico Richard Simpson y el japonés Dai Koyamada sumaban la sexta y séptima ascensión de la línea. El mismo año se la apuntaría Markus Bock. Kilian Fischuber se llevaría la novena, y ahora Ondra se hace con la, que sepamos, decima ascensión de Action direct. Y su grado permanece inamovible.
Adam por su parte, se prepara para las pruebas internacionales juveniles, en las que se hace difícil imaginar a alguien más capaz a sus 15 años, habiendo sumado en los últimos doce meses hasta ocho novenos. El último, también en Frankenjura, Unplugged (9a), a principios de mes. Además, Adam viene de ganar la edición de 2008 del Melloblocco.