Pau Escalé es un tipo vehemente y apasionado. En su fuero interno, sabe que es alguna especie de pionero, una rara avis que ha encontrado en los peligrosos seracs alpinos su hábitat natural. Después de haber escalado siete de ellos, cinco a lo largo de este 2011, confiesa que ha cambiado su modo de ver estas moles de hielo que parecen amenazar con sepultar bajo toneladas de blanco a cualquiera que ose acercarse a ellas.

Su última aventura de fin de semana empezó el 29 de septiembre. Como siempre, tras salir de trabajar, se fue en busca de su compañero habitual de tropelías, Jordi Serrat ‘Jou’ –era el día de su 27 cumpleaños-, y juntos emprenden rumbo a Chamonix. Allí llegan de madrugada y vivaquean las horas justas antes de levantarse, preparar las mochilas y subir en teleférico a L’Aiguille de Midi. Allí, según cuenta Escalé, “vimos que nuestro primer objetivo no estaba en las condiciones que buscábamos, así que pasamos al plan B: en un intento que hice en junio con Ramon Pou y Jordi Farré, hice unas fotos al serac del Tacul, bajando hacia la cara este”.
“Mirando las fotos, no parecía que el serac presentara grandes problemas, por lo menos en cuanto a seguridad”, explica Pau. Así que se fueron con los bártulos para allá, plantaron la tienda y se pusieron de nuevo en marcha a las cinco de la mañana siguiente, aunque empezaron la actividad algo más tarde, “conscientes de que íbamos a escalar a pleno sol”, concede Escalé.
Una línea sin repeticiones en 20 años
“Nos acercamos rápido al serac y, una vez estamos en la base, vemos que tiene pinta de ser nieve vertical con bombos desplomados, cuanto más arriba menos compactos”, sigue la narración de los protagonistas. “Decidimos escalar la línea abierta por Fabien Ibarra y Richard Ouary, La main dans le sac (V/5+), escalada que hicieron el 22 de enero de 1990. Hace unos 20 años que no se repite y nos parece la más apropiada por las condiciones del hielo y la nieve”, señalan.
El mismo Pau Escalé cuenta que “empieza Jou, que va con tantas ganas que no para hasta que le grito que ya no queda más cuerda, un largo con buen hielo y buenas protecciones, con secciones verticales pero con tramos inclinados enmedio, muy disfrutón… Llego a la reunión, donde Jou me pasa el material, ahora me toca a mí recrearme a mi gusto. Las rachas de viento y nieve le dan a la escalada un gusto mucho más alpino, que disfrutamos al máximo. El largo se va poniendo tieso a medida que gano metros; llego a un pequeño desplome, que precede una placa semidesplomada que, llegando al final, se convierte en nieve. Paso un buen rato cavando con el piolet en la nieve vertical de la salida, y no encuentro nada de hielo para meter un seguro. Jou ya me está gritando desde abajo que si no encuentro nada que destrepe hasta el último tornillo… El último tornillo… Cuando puse el último tornillo no me esforcé mucho… parecía que estaba bien, claro, eso parecía desde abajo; ahora, unos metros por encima, ya no me parece que pueda aguantar tanto. ¿Por qué no habré saneado antes de poner el tornillo? Antes de que la cabeza me empiece a funcionar demasiado rápido, decido empezar a moverme para abajo, entre los piolets en la nieve al máximo y, cuando llego al tornillo, grito ¡¡reunión!! Jou me libera de la cuerda, le aseguro y sube disfrutando… ¡Buen regalo de cumpleaños!”
Nuevas sensaciones en serac
A continuación, Pau Escalé verbaliza sus reflexiones sobre las sensaciones que tiene actualmente escalando en seracs, después de haber escalado siete de ellos –cinco este año-, mientras que Jordi Serrat suma ya cinco.
“Ahora ya no es como al principio, ya no sentimos lo mismo que cuando escalamos los primeros seracs. No sé si estar contento o tener miedo… Lo que sí sé es que algo hemos hecho bien, y es muy positivo todo lo que hemos aprendido sobre seracs este año. Gracias a nuestras experiencias, podemos escalar con una tranquilidad y seguridad casi absolutas, una tranquilidad y seguridad casi infinitas, que nos dan una gran motivación para seguir pensando que nuestro proyecto cada vez tiene más color y, de manera exponencial, crecen en nuestras cabezas una lista increíble de estas preciosas moles heladas, que parece que sólo nos llaman a nosotros entre todos los hombres…”
“Creo que poco a poco estamos demostrando que los seracs no son seres malignos enviados por no sé qué dioses… Un serac no mata, igual que no mata una pistola sin balas. Hay que creer, es cierto, pero también hay que aprender sobre el terreno, para poder emitir un juicio cierto. Un juicio que será la pequeña luz que ilumine el camino de aquellos a los que precedemos. Creedme, algunos vendrán detrás -es ley de vida-, tal y como llegamos nosotros, unos simples currantes y aficionados, que sólo nos hemos dejado influir por lo que nuestras epxeriencias nos han mostrado como cierto, sin más, sin fantasmas, sin mitos. Tan solo por lo que no podremos escalar en nuestra vida, ya es razón para creer que vendrán otros que sí podrán. Con el fruto de nuestro trabajo, demostraremos que creemos en lo que decimos; estamos en ello”.