Como si la velocidad que rige las comunicaciones y la información en general tuviera la cualidad de facilitarnos la expresión. Como si no tener que imprimir, meter en un sobre, llevar a correos los manuscritos… le quitase cierto peso al hecho de escribir y las cosas fluyeran con mayor ligereza. Todos estos cambios aportan sin duda diferencias muy positivas, aunque la llegada de este “libro viajero” nos ha producido cierta nostalgia. ¿Qué aventuras habrá vivido hasta llegar aquí? ¿qué tiempos habrá manejado desde que salió?
Y hablando de tiempos no olvidéis que aun tenéis suficiente para cerrar el manuscrito y adjuntar y darle a enviar: hasta el 15 de junio a media noche. Os seguimos esperando.
Mientras, compartimos un pedacito de este tesoro que ha cruzado el charco… y en este caso no podemos “copiar-pegar” hay que transcribir. Más laborioso, y quizá más fácil que las palabras se integren al dedicarles un poco más de tiempo:
Plazo abierto hasta el 15 de junio
«Faltan pocos minutos para el medio día. El sol de diciembre, próximo a su cenit, envía despiadadamente sus rayos verticales sobre la inmensa capital tendida en las riberas occidentales del Plata. En Puerto Nuevo reina la actividad febril característica de los centros de ultramar; estridencia de sirenas, sonoridad de grúas, gritos, torsos desnudos, gotas de sudor corren por cuerpos tostados…
El mayor movimiento se observa alrededor de un gran transatlántico atracado entre un carguero inglés y otro japonés, y en cuyo mástil ondea la bandera italiana […] Cuando los últimos seis voluminosos cajones son alzados lentamente, se lee con facilidad el gran letrero impreso que los rotula “Primera Expedición Argentina al Himalaya”».
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