ESCRITO DE APOYO

Por la libertad en nuestras montañas

La libertad en nuestras montañas es algo que nos incumbe a todos los que disfrutamos de ellas

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Importantes nombres de nuestro alpinismo, como Luis Fraga, Martínez de Pisón, Pérez de Tudela o Carlos Soria, han firmado un escrito en defensa de esa libertad, que desde Desnivel os invitamos a refrendar con vuestro apoyo.

La gran cuestión de nuestro tiempo en relación con la montaña tiene un nombre: la libertad en las montañas. Y ello por un motivo: las quejas, casi diarias, que los montañeros y escaladores están planteando contra el conjunto de restricciones y prohibiciones que, desde hace más de diez años y cada vez con más fuerza, parecen ir adueñándose de las montañas y espacios protegidos de toda España.

Los hechos son claros: prohibición (desde hace más de diez años) de escalar o abrir vías en los Cuchillares de Contreras y otros lugares de España; prohibiciones al vivac, y todo tipo de disposiciones que, a quienes desde siempre han practicado la montaña en libertad y en armonía con el medio ambiente, no dejan de causar preocupación y desasosiego.

Preocupación, porque las limitaciones a la libertad siempre son preocupantes. Desasosiego, porque nada hay más contrario a la filosofía de la montaña que las prohibiciones. Y ello, porque la libertad es parte esencial del espíritu de la montaña. Sus límites no han de ser arbitrarios sino, como siempre lo han sido, razonablemente determinados por la libertad de los demás, y en este caso, por el respeto al medio.

El asunto es muy amplio, y cualquier reflexión que sobre él se haga se inscribe, además, en otra de más alcance: la cuestión de los valores. En efecto, ya iniciado el siglo XXI, se consolida en la Humanidad un nuevo valor, impensable hace quinientos años, pero esencial en el mundo de nuestros días si queremos preservarnos como especie y ser capaces de pensar a largo plazo: la defensa del medio ambiente.

Sólo si somos capaces de preservar un mundo sano, en el que las especies no se extingan y los paisajes naturales no se conviertan en estercoleros podrán nuestros descendientes alcanzar una mayor calidad de vida en el planeta en que hemos crecido como especie. La tierra a la que queremos. El planeta cuyo medio ambiente hemos de proteger.

Ahora bien, la defensa del medio ambiente es un valor perfectamente compatible con algo tan viejo para la Humanidad como la defensa de la libertad. Ambos valores pueden y deben conciliarse. Existe un justo medio, cuya resultante es la armonía para todos. Y vale la pena intentar alcanzarlo. Es más, existe una convergencia: sin espacios naturales bien conservados no es posible realizar un montañismo digno de tal nombre y, a la inversa, sin espíritu montañero no puede beneficiarse nadie plenamente de la conservación de esos espacios.

De hecho, en el caso de la montaña, los montañeros y escaladores hemos sido los primeros en defender el cuidado del entorno. Nos va en ello la propia concepción, tanto ética como estética, de lo que entendemos por montaña. Y queremos seguir haciéndolo. Con hechos: no sólo no tirar basura, sino recoger (miles de veces lo hemos hecho) la que otros tiran, respetar la flora y la fauna, no hacer ruido. Vivir, en definitiva, en armonía con el medio. Un medio que también incluye al hombre, que no es un extraño en la naturaleza. Y no podemos llevar la ecología hasta un límite que vaya en contra del propio hombre. Esa es la clave del problema, y hemos de subrayarlo cuantas veces sea necesario.

Todo esto es bueno que contribuyamos a explicárselo a la Administración. Ese es, desde el punto de vista operativo, el factor esencial. Si queremos que la Administración actúe en favor de todos (y ese es, por esencia, su objetivo) hemos de ser capaces de saber explicar, con claridad, todo lo que conocemos de la montaña.

Ante las prohibiciones que afectan la libertad en las montañas sólo hay un medio de reencontrar el punto de equilibrio que a todos beneficie: el diálogo.Un diálogo del que surjan soluciones justas y eficaces. Un diálogo que beneficie a montañeros y escaladores, y que, también, es utilisimo para la Administración del Estado. Cuanto más y mejor conozca la Administración la realidad, mejor ejercerá el que ha de ser su cometido en beneficio de todos.

Y lo mismo cabe decir en relación con las asociaciones ecologistas, que no buscan objetivos distintos, sino que son aliados naturales de los montañeros. A nadiee interesa el enfrentamiento entre ambos colectivos, que coinciden en un interés común: proteger la montaña. Busquemos, pues, convergencias entre nosotros.

De ese diálogo ya hay varios ejemplos muy meritorios; y de ellos, el más elogiable es el alcanzado en el Parque Nacional del Teide, en cuyo PRUG el montañismo se considera «actividad tradicional». Un ejemplo que (salvo en lo tocante al mantenimiento del teleférico), esperemos que se extienda.

El montañismo no ha nacido ayer, sino que es un uso, una actividad tradicional del hombre en la naturaleza. Magnífica y elevada actividad que sería absurdo ilegalizar. Porque ¿a quién perjudican los escaladores y los montañeros? Bien sabemos que a nadie. Esa es la cuestión. Otros ejemplos positivos son: el Parque Natural de St. Llorenç del Munt, y, esperamos, el de Peñalara.

En relación al PORN de este último, también se ha establecido un diálogo con la Administración al que ya se ha hecho referencia en un artículo anterior publicado en «Desnivel» . Diálogo constructivo entre conocedores del asunto. Diálogo claro. Diálogo abierto. Quienes firmamos este texto hemos tenido el honor de integrar un grupo de amigos que, de modo informal y sin orden del día o condiciones previas, hemos estado cambiando impresiones con la Administración sobre el asunto. Sabemos que otros muchos montañeros también están trabajando en esta materia; todos, de modo gratuito y desinteresado.

Y hemos trasladado el borrador de conclusiones, -borrador abierto, orientativo- tanto a la Federación Madrileña de Deportes de Montaña (que sin duda mejorará el texto y presentará las oportunas alegaciones) como a la propia Administración, cuyos representantes, en todo el equipo de la Consejería de Medio Ambiente de la CAM, personas abiertas y receptivas, tanto nos ha agradecido nuestros puntos de vista.

El texto del borrador de sugerencias elaborado por este grupo de amigos en el que se proponen algunas posibles soluciones sobre este asunto obra ya en poder de la Federación Madrileña de Montañismo. Nuestras tesis son las siguientes:

1) ¿A quién benefician las restricciones a la libertad en la montaña? A los alpinistas es claro que no. Su ilegalización es un golpe mortal al deporte de la montaña en España. ¿A quién beneficia entonces la prohibición? A la Administración parece que tampoco, ya que pierden unos aliados de primera en la defensa de la montaña: los alpinistas. Es preciso que quienes se oponen a la libertad en la montaña digan por qué quieren apartar de su medio natural a los montañeros.

2) La mayor objeción que puede plantearse a algunas directrices que un sector de la Administración parece seguir desde finales de los años ochenta, es la siguiente: El montañismo y la escalada son actividades tradicionales en montaña. Usos consolidados, en los que el hombre vive en armonía con el medio. No dañamos el medio ambiente. Hemos sido los primeros en protegerlo. Vivimos en armonía con un entorno que nos ha formado como personas. Son otras las actividades que dañan al medio ambiente y , de ellas, las más agresivas son la masificación y la proliferación de remontes mecánicos en lugares de alto valor montañero y paisajístico.

3) Cabe además hacer la siguiente observación a los directrices que un sector de la Administración parece seguir desde finales de los años ochenta: nos parece preocupante que la masificación sea un pretexto para gestionar a base de prohibiciones. Ya hemos dicho que la masificación es el principal factor de daño al medio ambiente. Este daño, combinado con el que causan las prohibiciones, es especialmente desafortunado. El resultado es malo para todos. Es preciso, por lo tanto, introducir matices de sentido común en el actual sistema de restricciones.

4) Muchos de los PORN y PRUG de Parques Nacionales, Naturales, y Regionales parecen copiados unos de otros. Es la inercia la que hace que de pronto surja una prohibición absurda. Y la falta de diálogo. Pocos de estos planes se consultan a los montañeros; y no siempre conectan con las condiciones básicas del montañismo.

5) Muchas de las prohibiciones de escalar y las limitaciones a la libertad de movimiento son injustas con el montañismo y carecen de sentido. Y el montañero lo sabe. En esas circunstancias, la tentación a transgredir una norma ilegítima o disparatada es muy grande. Y esto puede crear un problema de orden público, ya que ciertos grupos pueden verse obligados a transgredir ciertas normas (y lo harían por ser injustas) para continuar en su normal actividad, que para ellos es un uso consolidado. Si no es esto lo que la Administración quiere lograr, y si tampoco se quiere inducir al hábito de la infracción, es necesario que entre todos logremos corregir el exceso de restricciones antes de que la tendencia prohibicionista se consolide en perjuicio de todos.

6) Tenemos especial interés en que la definitiva regulación del Parque Natural de Peñalara siga en este aspecto la línea de Parque Ejemplar que ha mostrado hasta ahora, porque somos conscientes de que la normativa que se apruebe en este espacio es muy posible que en el futuro se extienda a otros ámbitos territoriales de la Sierra del Guadarrama y quién sabe si de otras partes de España. No nos gustaría imaginar Guadarrama sin montañismo. Repetimos: No podemos llevar la ecología hasta un límite que vaya en contra del propio hombre. Hay que buscar un punto de equilibrio.

Deseamos que estas y otras propuestas constructivas, que surjan desde diversos clubes, alpinistas con interés en la materia y simples grupos de amigos, sean de utilidad a las instituciones de montañeros y escaladores en su colaboración con la Administración en lo que son objetivos generales de todos nosotros: preservar y defender la calidad paisajística y medioambiental de la montaña, sin que para ello se empiece a intentar ilegalizar esa tan noble actividad de la que, quienes la hemos practicado, tanto hemos aprendido: subir montañas.

Prohibirla no sólo sería absurdo. Sería un error.

Somos autores de este artículo las siguientes personas (por orden alfabético): Luis Fraga (alpinista y miembro del Grupo de Alta Montaña Español, GAME); Salvador García Atance (alpinista); Antonio Guerrero (alpinista, periodista y coordinador de la Asociación de Amigos de la Sierra de Guadarrama); José Luis Hurtado (Presidente de la RSEA Peñalara) ); Eduardo Martínez de Pisón (Catedrático de Geografía y montañero); Pedro Nicolás (profesor universitario y alpinista); César Pérez de Tudela (alpinista y periodista, miembro del GAME); Darío Rodríguez (alpinista y periodista, Director de ‘Desnivel’); Carlos Soria (himalayista); Juan José Zorrilla (alpinista y escritor);

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