PIRINEO ARAGONÉS

Pico Arnales (3.001 m), un nuevo tresmil de Pirineos

El equipo Sostremetries ha utilizado aparatos topográficos de precisión centimétrica en la misma cima de este pico del Pirineo aragonés para determinar con exactitud su altitud de 3.001,37 metros, por encima de los 2.996 m que le daba el IGN.

Salva Sala comprobando con el nivel óptico que la cima sur del Pico Arnales no es superior en cota (Foto: Sostremetries).
Salva Sala comprobando con el nivel óptico que la cima sur del Pico Arnales no es superior en cota (Foto: Sostremetries).
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Los tresmiles de los Pirineos no suelen ser montañas para actividades alpinísticas de élite, pero en cambio sí son destino de gran cantidad de aficionados al excursionismo y al montañismo. Esos 3.000 metros son una barrera psicológica de gran importancia para mucha gente y de sus cumbres se han escrito páginas en blogs de Internet, guías y noticias de todo tipo.

Esta es la historia de un grupo de apasionados de la topografía y de su aventura por las montañas en búsqueda de la altitud exacta. ¿Cuánto mide realmente un pico del que se barajan varias alturas diferentes?

David Segura dando cota al vértice más alto de la piedra más alta consolidada a la cima del Pico Arnales, con un receptor de GNSS (Global Navigation Satellite System) de precisión centimétrica (Foto: Sostremetries).
David Segura dando cota al vértice más alto de la piedra más alta consolidada a la cima del Pico Arnales, con un receptor de GNSS (Global Navigation Satellite System) de precisión centimétrica (Foto: Sostremetries).

Midiendo cimas con precisión. ¡Arnales, un tres mil más!

– ¿Qué hacemos? ¿Subimos esta cima también?

– Uy, no. No vale la pena, no llega a alcanzar los tres mil metros.

– ¡En mi mapa dice que sí, que hace 3.006 m!

– Pues según la cartografía de mi mapa son 2.996 m.

– ¡Esperad! Mi GPS dice…

– …

A más de uno le resultará familiar este tipo de conversaciones. El coleccionismo de tresmiles en el Pirineo hace que muchos excursionistas se cuestionen si una cima es digna de ser ascendida o no en función de esta etiqueta. De hecho, no es extraño encontrar discrepancias superiores a los cinco metros en la altura de una cima, incluso en las más emblemáticas. Pues la altura de la gran mayoría de cimas del Pirineo aún no ha sido medida con precisión.

A finales de los años ‘80 un, experimentado equipo de alpinistas franco-españoles adaptó un conjunto de reglas para la catalogación de cimas utilizada en los Alpes para cimas de más de cuatro mil metros, con la intención de elaborar y consensuar una lista lo más objetiva posible de los tresmiles del Pirineo.

A grandes rasgos, estas reglas para el Pirineo distinguían entre cimas principales y secundarias, donde se exigía una prominencia mínima de diez metros y que el topónimo figurara en alguna publicación anterior. Fruto de esta primera catalogación, la UIAA en el año 1995 adopta los criterios y reconoce oficialmente 129 cimas principales y 83 secundarias. Hacia el final de esta lista internacionalmente reconocida encontramos el Pico Arnales (en el municipio de Panticosa, en Aragón) con una altura de 3.006 metros.

En cambio, en el Mapa Topográfico Nacional 1:25.000 publicado por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) el Arnales figura con una altura de 2.996 m. Diez metros menos que el valor publicado por la UIAA y ¡dejando así de ser un tresmil! Por si no fuera suficiente incertidumbre, el Instituto Geográfico de Aragón (IGEAR) publica en su portal la cartografía vectorial hasta escala 1:5.000 donde la misma cima aparecía hasta hace pocos años con una altura de 2.999,9 metros y que recientemente –y sin reportar nuevas mediciones– han redondeado a 3.000,0 metros, tal y como consta también en la ORDEN VMV/914/2020 del Boletín Oficial de Aragón.

Entonces, ¿cuál es la altura real del Pico de Arnales? ¿Cuál es la fuente más fiable? Y, lo que es más importante, ¿es un tresmil?

Con la intención de resolver el dilema, un equipo de cinco topógrafos bajo el nombre de Sostremetries decide hacer un paso más en la búsqueda, analizando la metodología utilizada en cada una de las cotas publicadas. Una consulta a las publicaciones del grupo de alpinistas que se hacen llamar Cazafantasmas nos confirma que el Pico de Arnales es un buen candidato a ser investigado. Puesto que la cartografía 1:5000 publicada por el IGEAR da un valor de 3.000 m justos y con una precisión del orden de un metro, hay que buscar fuentes más fiables.

Aquí es donde entran las nubes de puntos generadas con tecnología LIDAR, y que el IGN publica bajo el proyecto PNOA-LIDAR. Dentro de esta nube de puntos encontramos cuatro señales de retorno enviadas contra el terreno que reportan una altitud superior a 3.000 m, el más alto de ellos con 3.000,42 m. Aun teniendo estos puntos una precisión en altura del orden de los 30 cm, lo más probable es que ninguno de ellos haya rebotado exactamente sobre la cima si tenemos en cuenta que toman un punto cada dos metros cuadrados. Bien por el contrario, los retornos mencionados podrían venir de un montón de piedras no consolidadas, una hipotética cruz, la cabeza de un excursionista o incluso un pájaro que sobrevolaba la cima en ese momento.

Llegados a este punto, el equipo de Sostremetries decide que la única manera de resolver el dilema es organizar una expedición hasta la cima y medirla con aparatos topográficos de precisión centimétrica, aplicando así una metodología que ya ha utilizado con éxito en otras cimas del Pirineo catalán.

Y así nos plantamos a mediodía del 30 de julio de 2022. Marc Calaff, con el coche cargado con los instrumentos topográficos, recoge a Andreu Alvarruiz en el trabajo y pasan por Sabadell. Con David Segura en el coche se dirigen al punto de encuentro donde llegará Salva Sala, y es que esta vez tampoco nos podrá acompañar Oriol Boixareu. Fue una decisión difícil ya que el proyecto lo iniciamos los cinco, y ahora parece tan cerca lograr el hito de ‘encontrar’ un tresmil… Así que, con una mezcla de emoción y lástima, cruzamos el país hacia el Pirineo aragonés.

El trayecto es muy ameno, y mientras hacemos los cálculos de comida y bebida que hay que comprar la excitación va en aumento hasta que llegamos a Panticosa. Nos encontramos a pocas horas de resolver una insignificante duda pero que nos hace sentir como los primeros topógrafos-alpinistas que cartografiaban montañas emblemáticas y que todavía hoy algunas de ellas llevan sus nombres.

Tomando algo mientras preparamos la cena, Marc hace las últimas pruebas con el receptor GNSS comprobando que esté bien configurado para trabajar en Aragón. Y es que no es habitual que salgamos a trabajar demasiado lejos de nuestro ámbito territorial, y es la primera vez que nos conectaremos a la red ARAGEA para poder trabajar en VRS obteniendo datos en tiempo real. Hacemos la última comprobación a las baterías de los equipos, repartimos peso entre las mochilas y a dormir, el día de mañana será una jornada para recordar.

Son las 7 de la mañana y estamos acabando de desayunar. Aunque la previsión meteorológica es favorable, no convendría encantarnos demasiado, así que cargamos agua en las cantimploras y hacia el coche. Aún tenemos 15 minutos de coche hasta Baños de Panticosa.

Una vez llegamos al Ibón de los Baños, que nos da la bienvenida a 1.640 m de altitud, penetramos en el laberinto de furgonetas camperizadas que llenan la zona en busca de un sitio para aparcar previendo la sombra que buscaremos en la tarde. Hay mucha gente, y parece que todos han decidido despertarse a la misma hora, vemos alguna carrera para esconderse detrás de algún pino, gente que apenas medio abre los ojos para contemplar la inmensidad de las montañas que los han acogido durante la noche, y sobre todo un delicioso olor a café. Y es que si nos quedaba algún sentido por acabar de despertar era el olfato. Ahora ya con todo a punto, arrancamos hacia la cima.

Son más de las 9 de la mañana y tenemos que hacer la primera parada. El desnivel superado por dentro del bosque no ha sido mucho y el sol pica fuerte desde que dejamos atrás los árboles. Nos escondemos en la primera sombra que nos ofrece la primera pequeña muralla que trataremos de superar por alguna brecha a 2.300 m de altitud. Enseguida los últimos grupos de gente a los que habíamos adelantado nos están volviendo a tomar la delantera, así que nos embadurnamos de crema de protección solar la nuca y la punta de las orejas, un trago de agua y nos volvemos a poner en marcha.

El camino que durante el bosque no era del todo limpio, con ramas y algún árbol caído, ahora nos permite ascender de forma constante a pesar de la fuerte pendiente, y es que Andreu y Salva van marcando relevos al frente del grupo manteniendo un buen ritmo que enseguida nos pone en contacto nuevamente con aquellos últimos grupos con quien nos volvemos a saludar.

El paisaje es maravilloso y todos coincidimos en imaginarlo en la soledad del invierno, bien cubierto de nieve polvo, y es que en las fechas en que nos encontramos cuesta encontrar una ventana para encuadrar una fotografía donde no aparezcan grupos de gente progresando hacia alguna cima de la zona. Llegados al collado de Pondiellos, por fin divisamos nuestro objetivo. Aún estamos a poco menos de 200 m de desnivel por debajo, pero con el ritmo que llevamos de 500 m de desnivel superados por hora nos hemos ganado una segunda pausa para comer algo más y hablar con el resto de grupos que van llegando. Delante de los ojos, bajando un poco la mirada, tenemos los ibones de Pondiellos, y justo detrás suyo, alzando la vista, la trilogía de tresmiles de los Picos de los Infiernos, con su pared sur sureste que une el Infierno Occidental con el Pico Infierno Central y el Infierno Oriental, que desde esta perspectiva parece completamente lisa y bestialmente vertical. A su derecha el Garmo de Pondiellos, conocido también popularmente como la Aguja de Arnales y de también más de tres mil metros de altitud y que supera los dies metros de prominencia, pero de tan solo dos aristas. Y seguidamente el collado hacia el que nos dirigimos.

Antes de que llegue el siguiente grupo y de tener que volver a explicar el motivo por el que cargamos un trípode tan grande fuera de las mochilas, reanudamos la marcha por la sombra que proyecta el Pico de Pondiellos, remontando suavemente en diagonal por terreno de tartera granítica hasta colocarnos al pie de la vertical del collado hacia el que nos dirigimos. En este punto nos debemos centrar en lo que estamos haciendo y dejar de mirar hacia los cantos de sirena provenientes del Pico de Arnales, y es que la cantidad de gente que va y viene caminando por la zona hace que pequeños desprendimientos de piedras paralicen los grupos en este cul-de-sac tratando todos de divisar que la suya no sea la posición sobre la que recae el inminente peligro.

Sin ningún susto más, con el cambio de vistas propiciado por la llegada al collado, ya enfilamos paralelamente la arista hasta lo más alto del Pico de Arnales. Desde la vertiente por donde hemos llegado, es una cima bastante cómoda, a pesar del quebradizo de rocas que lo conforma. En lo que refiere al tráfico de gente, en la tartera ya nos hemos separado del gran flujo que enfilaba hacia los Infiernos; poco después, también hemos dejado de lado a los que buscaban la Aguja de Arnales y parece que por aquí tan solo pasan los que van hacia el Arnales Sur. Así que repartimos cómodamente las mochilas tratando de delimitar una zona de trabajo y enseguida Marc enciende el receptor GNSS y empieza a captar señales de satélites.

Salva prepara con mimo el nivel óptico, acoplándolo al trípode mientras Andreu localiza los puntos consolidados más altos de la zona. Ha tenido que apartar bastantes piedras rotas por el paso del tiempo y de las inclemencias para descubrirlos y que David pudiera apoyar la mira sobre la que Salva comprueba la cota. Fácilmente localizamos el punto más alto de la cima, ahora el problema es un viejo conocido de nuestras sostremetrías: la cobertura móvil necesaria para establecer conexión con el servicio de correcciones diferenciales de la red ARAGEA que proporciona IGEAR para poder disponer de cifras y coordenadas en tiempo real sobre lo que estamos midiendo.

A pesar de la variedad de compañías telefónicas con las que contamos entre los cuatro, ninguna de ellas nos está sirviendo cobertura de forma sostenida en este paraje, así que decidimos comernos el bocadillo y seguir después rastreando los pocos metros cuadrados de la zona de la cima en busca de datos móviles.

Aunque nos resistimos a marchar de la cima sin darle cota en tiempo real, ya hace más de dos horas que hemos coronado y seguimos igual. Empezamos a estar nerviosos porque la tarde se nos echa encima, y es que son las 14:30 y nos queda el camino de vuelta. Cada vez vemos menos gente aproximarse a las otras cimas, ahora la tendencia es en sentido descendente.

Así que es hora de poner en marcha el plan B, prescindir de la solución en tiempo real y hacer una observación estática durante mínimo 30 minutos y procesarla a posteriori desde casa. Sin dudarlo ni un segundo, Andreu coge con firmeza el jalón del receptor GNSS y con la ayuda de David lo posicionan exactamente sobre el punto más alto de la cima. Andreu clava la mirada sobre el nivel esférico que hace las veces de plomada para garantizar la verticalidad del jalón, David fija la punta del mismo con tal de no perder la posición y Salva sostiene a Andreu como un puntal para acabar de estabilizar la situación. Por suerte no es un día ventoso y la meteorología sigue favorable. Con esta estampa, Marc va cantando los minutos que caen y los satélites que van entrando y saliendo de la constelación.

Tenemos el trabajo hecho pero no estamos satisfechos, parece que no sabremos la cota hasta llegar a casa una vez tengamos hecho el post proceso. Ya solo queda inmortalizar los movimientos y es por eso que Salva lo inmortaliza todo con su cámara fotográfica. Las imágenes son espectaculares, la perspectiva de esta pequeña cima al pie de los Infiernos es inmejorable, pero no podemos dedicarle demasiado más tiempo, así que mientras recogemos el nivel óptico y el trípode, Marc se empeña en hacer una última prueba. Nada de nada.

Es entonces cuando al móvil de Andreu entran una serie de mensajes y surge la idea de compartir datos de su teléfono móvil con el receptor GNSS. Marc empieza a cambiar configuraciones mientras David permanece inmóvil sujetando el teléfono, como si así pudiera conservar mejor la conexión de datos. ¡Lo tenemos! Tras más de tres horas en la cima, han sido suficientes tres minutos de conexión con ARAGEA para obtener correcciones en tiempo real, 3.001,565 metros.

Para nuestro proyecto aún no es un dato del todo definitivo, pero teniendo en cuenta comparaciones de datos obtenidos en tiempo real con obtenidos en estático con post proceso en anteriores sostremetrías, sabemos que el valor que obtendremos en cota será similar, por lo tanto, podemos volver a casa con la tranquilidad de saber que superará los tres mil metros.

Los últimos tres minutos han concentrado el esfuerzo, la emoción y las ganas de hacer algo por nuestra estimada profesión que hace que haya valido la pena el camino hasta aquí, y es que la montaña esta vez nos ha recompensado gratamente revelándonos su verdadera cota máxima.

Tres horas de bajada hasta el coche, llamadas a Oriol y a las respectivas familias para dar la noticia de que todo había ido bien y un camino de vuelta a casa quedan reducidos a este párrafo. Ahora lo que nos interesaba a todos era conocer el resultado del post procesado.

Contactamos con Isaac, un compañero de la universidad especializado desde hace años en sistemas de navegación por satélite, para que nos eche una mano y refrescar algunos conceptos del post procesado de las observaciones estáticas. En nuestro día a día como topógrafos no empleamos a menudo esta técnica y la tenemos algo oxidada. El post procesado también es todo un éxito, confirma que las diferencias en cota son inferiores a los 20 cm respecto a la cota obtenida en tiempo real.

Finalmente, haciendo una comparativa entre errores sistemáticos asociados a cada uno de los dos métodos utilizados nos hace decantar por la cifra obtenida en estático y con una precisión del orden de los 7 cm.

Cota ortométrica Sostremetries Pico de Arnales: 3.001,37 m.

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