En este artículo la escaladora y escritora Pati Blasco nos explica las ideas que transmitió en el Taller Literario que tuvo lugar ayer, Día del Libro, en la Librería Desnivel.
El concepto taller literario siempre me ha chirriado un poco, sobre todo un taller de dos horas. El año pasado intenté buscar lo que la gente quería sacar de un taller y me di cuenta de que sobre todo eran temas prácticos de estructura, punto de vista, narrador… y así fue como lo preparé. Pero en realidad no es algo que vaya conmigo, con mi manera de ver la escritura y vivirla. Así que para esta vez decidí preparar algo distinto, menos práctico, más conceptual. Quería hablar de los miedos que paralizan y condicionan la creatividad, de intentar librarnos de todos esos fantasmas que ponen la hoja en blanco.
La gente estuvo muy abierta, compartiendo dudas y experiencias, escribiendo que al final es lo que nos hace soltarnos, leyendo en alto los textos y regalándonos entre todos visiones diferentes y escrituras sorprendentes. Gracias a todos por venir, fue un placer.
Hablamos de muchos temas que voy a intentar resumir en unos pocos conceptos.
¿Cómo escribir desde dentro sin que la mirada de los otros nos incomode? ¿Cómo escribir lo que queremos escribir? ¿Cómo contar un viaje físico y real de manera emocional?
Partiendo de la base de que escribimos por la necesidad o el placer de comunicar algo.
Para mí lo principal para escribir es sacar, sin miedo, sin complejos, eso debe ser el primer paso para organizar nuestro mundo interior, sea real, o sea de fantasía…
Para eso quizá está bien sacudirse algunos dogmas.
La escritura como expresión autodidacta
Quitarnos el miedo a escribir de una manera correcta
Cada vez más soy más afín a las conclusiones del alemán Arno Stern pensador de la teoría de la Educación Creadora, que habla sobre el desarrollo de la expresión de cada persona de manera genuina, evitando modelos que la alejen de su propio descubrimiento.
Todos podemos escribir, es una comunicación primaria igual que el habla. Pero parece que cuando escribimos para contar algo concreto perdemos la frescura de esa comunicación por seguir una estructura establecida. Hemos leído tanto y hay tante gente que escribe tan bien que no nos sentimos a la altura de lo ya creado.
Escribiendo desde tus motivaciones auténticas, sin pensar tanto en el resultado, en la forma, en la gramática… realmente nunca te puede salir “mal”. Luego ya hay que echarle mucho “oficio” de reescribir y darle la forma que tú quieres. Pero el primer impulso, el que da autenticidad al texto siempre estará ahí.
Tu mirada única
Quitarnos el miedo a no ser originales
Queremos saber cómo hacer las cosas. Es interesante compartir entre nosotros, o entre personas que tienen las mismas inquietudes de contar que tú. Pero nadie te puede decir cómo contar tu historia porque tu mirada es lo importante.
Hay textos del amor, de la vida, de las Torres del Paine, del desierto de Wadi Rum, de la soledad… todo parece inventado. Lo que marca la diferencia es la voz que lo narra desde dentro. No tengas miedo a tu voz, es lo que te pertenece, mucho más que todo lo que sabes o todo lo que has leído o todo lo que te contaron sobre cómo escribir.
De lo personal a lo colectivo

Quitarnos el miedo de ¿A quién le va a interesar esto?
El equilibrio entre el contar personal y el contar colectivo siempre da miedo. Parece que lo que a mí me ha pasado o lo que yo he sentido nadie lo puede entender o no le va a interesar. Pero al final suele ser muy interesante porque es algo auténtico, porque el objetivo final de cualquier texto es comunicar y que el lector empatice o se implique de algún modo en la historia.
Por otro lado da mucho pudor, ya que parece que porque cuentes algo íntimo te estás exhibiendo o desnudando. Cuando lo lindo de escribir es contarte a ti mismo sin que siempre seas tú, contar todas tus posibilidades: lo que odias, lo que amas, lo que te ha pasado, lo que soñaste que sucediera, lo que estás explorando… pero pudiendo expresar lo de dentro. A veces desde la experiencia a veces desde lo imaginado o lo aprendido.
Algo que contar
Perder el miedo a saber lo que realmente queremos contar
Parece que para empezar a escribir algo más que un diario hay que saber qué queremos contar. Tener una premisa y seguirla a rajatabla.
Esto está bien porque ayuda a organizar las ideas y a tener unas rutinas, pero en numerosas ocasiones te das cuenta de que querías contar una cosa y a partir de ella han salido otras muchas que restan importancia a la que para ti era la principal.
Las historias están vivas y en ocasiones te sorprende cómo evolucionan. Cerrar una historia, un personaje, un texto… por miedo o prejuicios a no expresar exactamente lo que querías es muy limitante estar abierto a la metamorfosis, a tus propias incoherencias enriquece siempre cualquier texto.
El poder de las palabras
Perder el miedo a las palabras
Es importante sentirnos libres para crear: sin prejuicios, sin miedos, sin juicios, sin expectativas… sentir que es una manera de expresar que no puede dañar siempre que no se haga desde el dolor. Que las palabras nos definen, que nosotros las controlamos pero a la vez es bonito dejarse llevar por ellas, disfrutarlas, improvisarlas.
No tener miedo a lo clásico ni a lo innovador, ni a parecernos a estos o ser únicos… solo contar, disfrutar haciéndolo y practicar lo más posible. Todos llevamos un escritor dentro solo hay que dejarlo salir.
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