HISTORIAS DE LA HISTORIA

La primera china del Shisha Pangma, último ochomil

Diez alpinistas chinos (cuatro de ellos tibetanos) liderados por Ching Hsu coronaron por primera vez en 1964 la única cumbre principal de más de 8.000 metros que quedaba virgen. El más bajo de los ochomiles fue durante años también el más inaccesible.

Primera ascensión al Shisha Pangma, a 6.800 m
Primera ascensión al Shisha Pangma, a 6.800 m
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El Shisha Pangma (8.027 m) es el último en la lista ordenada por altura de los catorce ochomiles principales y también fue el último de todos ellos en ser ascendido. Por un lado, se debe a lo remoto de su localización –el único totalmente integrado en territorio tibetano–, pero probablemente todavía más al contexto político que rodeó al Tibet desde el inicio de la conquista de las montañas más altas de la Tierra.


En 1950, Maurice Herzog y Louis Lachenal coronaron por primera vez una montaña de más de 8.000 m con el Annapurna. Aquel mismo año, el ejército chino invadía el Tíbet y se anexionaba su territorio. El acceso de extranjeros al Tíbet no se abrió hasta 1978.

Así pues, el Shisha Pangma fue ajeno a la carrera que se produjo durante los años cincuenta por las primeras ascensiones de los ochomiles. El Dhaulagiri cerró la cuenta de los otros trece en 1960. Es cierto que la ruta de la primera ascensión al Cho Oyu también pisa territorio tibetano, pero el austriaco Herbert Tichy la ascendió en 1954 sin pedir permiso a China e iniciando la ascensión desde el campo base situado en Nepal.

Un pequeño ejército

La crónica original de la primera ascensión del Shisha Pangma, culminada el 2 de mayo de 1964, fue escrita por el segundo de la expedición Cheng Chou y publicada en el británico Alpine Journal. Allí, se habla del enorme logro que significaba para China firmar la última ascensión de un ochomil principal virgen, así como de lo extraordinario que era el hecho de que la expedición hubiera colocado a diez alpinistas en la cumbre, dato que la convertía en la cima más numerosa de la historia de los ochomiles hasta la fecha.

Lo cierto es que los chinos se tomaron la ascensión al Shisha Pangma como una verdadera cuestión de estado. Un objetivo casi a la misma altura que la primera ascensión de la cara norte del Everest, que culminaron en 1960. Movilizaron a 195 personas para el campo base, que situaron a 5.000 metros el 18 de marzo, y reclutaron a la flor y nata del alpinismo del país.

Allí estaban algunos de los héroes de la norte del Everest, liderados por el segundo de aquella expedición Ching Hsu y uno de los tres que había hecho cima en el techo del mundo Fu-chou Wang (con Yin-hua Chu y Konbu). También destacaban Feng-tung Wang, Chun-yen Chang, Mimar, Sodnam Dorji, Ta-yi Liu, Tsung-yueh Wu, Lien-man Liu y Ching Shih, todos los cuales habían superado los 8.100 m en el Everest.

Pocos datos previos

Lo remoto de la localización del Shisha Pangma había contribuido decisivamente a que el pico quedara bastante relegado durante la era de la exploración de los ochomiles, en las primeras décadas del siglo XX. La montaña fue descubierta en 1850, cuando se le dio el nombre de Pic XXIII. La expedición británica de reconocimiento del Everest de 1921 mencionó haber observado el Shisha Pangma desde más de 30 km de distancia, pero no fue hasta 1945 cuando los austriacos Heinrich Harrer y Peter Aufscnaiter se acercaron a explorarlo.

Posteriormente, Bill Tilman visitó el Shisha Pangma en 1949, de nuevo Peter Aufschnaiter lo hizo en 1951 y Toni Hagen en 1952 fue el último antes del definitivo cierre de las fronteras tibetanas. Ninguno de ellos relató haber realizado un intento de ascensión.

Así pues, la planificación china incluyó un equipo de exploración previo, que fue al Shisha Pangma en 1963 para recabar información sobre las posibles rutas de ascensión en la cara norte. Alcanzaron aproximadamente 7.160 metros.

Ruta larguísima

La expedición china invirtió un ingente trabajo en la apertura de la ruta, de unos 36 km de longitud entre el campo base y la cima. Instalaron seis campamentos de altura y reportaron la presencia constante de fuertes vientos por encima del glaciar, a partir de unos 6.700 m. Situaron C1 a 5.300 m, C2 a 5.800 m (ejerció de CBA), C3 a 6.300 m y C4 a 6.900 m. El 6 de abril ya habían aprovisionado dichos campamentos con un total de cinco toneladas de material y víveres.

Un destacamento de 37 alpinistas bajo el liderazgo de Tung-liang Yen y Lien-man Liu fue destinado a explorar la parte alta de la montaña, mientras los doce elegidos para formar parte del equipo de cumbre (a los que se sumaría más tarde Fu-chou Wang) llevaban a cabo labores de aclimatación hasta 6.600 m.

El 21 de abril se instalaron los dos últimos campamentos de altura: C5 a 7.500 m y C6 a 7.700 m. Todo estaba listo para el intento definitivo, a la espera de una buena ventana, según las previsiones de la estación meteorológica instalada en el CB.

Ese momento llegó el 25 de abril y la salida del equipo de trece alpinistas de cumbre fue celebrada con una “emotiva ceremonia con tambores”, que terminó con el canto del himno nacional. En las mochilas de los montañeros no faltaron la bandera de China y un busto de Mao para depositar en la cima durante las celebraciones del Primero de Mayo.

El ataque definitivo

Los tres primeros días estuvieron marcados por el mal tiempo, pero el grupo liderado por Ching Hsu alcanzó el C3 según previsto. El 28 de abril, la méteo cambió y les ofreció su mejor cara para escalar un gran escalón de nieve y hielo… y descubrir que el C4 había desaparecido sepultado bajo la nieve. Tuvieron que cavar durante dos horas para recuperar tiendas y provisiones.

El mal tiempo los mantuvo allí el día siguiente, y continuaron progresando el 30 de abril. Casi ocho horas a través de nieve polvo hasta las rodillas y de pendientes heladas de hasta 40º les permitieron alcanzar el C5, donde les esperaban otras dos horas de cavar para recuperar las tiendas enterradas en la nieve. El 1 de mayo alcanzaron sin problemas los 7.700 m del C6.

Diez alpinistas (seis de etnia han y cuatro tibetanos) salieron a las 6:00 horas de la mañana hacia la cima, mientras otros tres tibetanos –oficialmente sufrían los efectos de la altura– se quedaban atrás como grupo apoyo. Al amanecer, se hallaban a 7.800 m.

Un primer tramo de travesía por una pendiente helada de 50º no estuvo exento de momentos delicados, como la caída de 20 metros de Fu-chou Wang, que tuvo que ser rescatado por sus compañeros. Una pendiente de 45º de nieve compacta les llevó hasta la famosa arista somital, que desde abajo pensaban que podía tratarse de la cima. Una vez allí, vieron que no era así y continuaron hasta la verdadera cumbre, a la que el último de ellos llegó a las 10:20 horas.

Ching Hsu escribió una nota en la hoja del calendario de aquel día y, junto al busto de Mao y la bandera china, la enterraron en un agujero cerca del centro de la cumbre. Toda la operación fue grabada en 16 mm por otro expedicionario. Los nombres para la historia: Ching Hsu, Chun-yen Chang, San Chen, Tien-liang Cheng, Dorji, Migmar Trasui, Sodnam Dorji, Fu-zhou Wang, Tsung-yue Wu y Yonten.

Poca información después

A pesar del largo relato de Cheng Chou en el Alpine Journal, sorprende lo poco explícito que es en cuanto a la descripción de la ruta. De hecho, una nota editorial al pie de aquel artículo rezaba que “es de lamentar que la ruta exacta seguida en la montaña no se da en el informe chino” y que se habían solicitado “a Pekín más detalles concretos: si la ascensión fue por la cara norte o por algunas de las aristas este u oeste o quizás por una combinación de cara y arista… Que la ascensión fue hecha desde el norte está claro en la narración”.

También el American Alpine Journal de la época lanzó interrogantes al respecto en su noticia sobre la ascensión y señaló que “no hay duda de que llegaron alto en la montaña, como se puede ver en sus fotografías, pero algunos alpinistas han recibido la noticia sobre la cumbre con escepticismo”.

Posteriormente, se verificó la ruta china, que asciende la cara noreste y emprende una travesía justo por debajo de la cima Central (8.008 m) por una afilada arista que conduce hasta la cima Principal. Esas dudas fueron un primer antecedente de lo que ocurriría posteriormente, con un buen número de ascensiones polémicas o en entredicho ante la falta de confirmación de si alcanzaron una u otra cima.

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