John Porter (Massachussetts, EEUU) se matriculó en la universidad inglesa de Leeds en 1975, pero no le fue muy bien. “Dedicaba demasiado tiempo a escalar”, cuenta hoy. Editaba la revista de la universidad y un día recibió una llamada de Ken Wilson, quien le propuso trabajar en Mountain, la revista de montaña y alpinismo más influyente de aquel momento. “Me planteé si estaba bien dejar el doctorado, pero debo admitir que aprendí más trabajando nueve meses con Ken que en los tres años previos de universidad. Fue una de las mejores elecciones de mi vida”.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con un editor de la talla de Ken Wilson?
Trabajar para él fue una experiencia fantástica. Ken fue la primera persona que entendió la importancia de tener buena información cuando se va a escalar. La revista Mountain tenía corresponsales en cada continente que mandaban las últimas novedades. Teníamos un grupo increíble de corresponsales que, además, eran escaladores respetados. Incluso así, si Ken recibía una carta que le informaba de una vía nueva en Yosemite, por decir algo, cogía el teléfono inmediatamente y pedía: «¡Quiero fotos, necesito fotos, pruebas!».
Siempre estaba contrastando la información. Uno de mis primeros trabajos fue escribir noticias y aprender a comprobar los hechos. Él siempre me decía que las cosas debían ser simples, que debía recordar que la revista la iban a leer en todo el mundo, así que había que publicar los hechos sin errores pero de manera que todas las personas los pudieran entender.
«Mountain acabó con algunos misterios, pero inspiró a muchos escaladores»
Mountain era la revista más importante de aquel momento.
Mountain era la Biblia. Uno de los números llevó a la portada un fotomontaje en color de la cara norte del Eiger en invierno. Yo bromeaba con él y le decía que era como el Playboy, que estaba abriendo la imaginación de los escaladores. Los secretos del Eiger se habían desvelado largo a largo. “¿Es bueno lo que hacemos?”, le decía en broma. La revista acabó con algunos misterios y con la mística, pero inspiró a muchos escaladores.
¿Cuánto tiempo trabajaste con él?
Trabajé con él nueve meses que parecieron nueve años. Me di cuenta de que editaba noticias de gente que se dedicaba a escalar mientras yo trabajaba para Ken. Al final le tuve que decir que me estaba volviendo loco, que necesitaba volver a las montañas. Él no quería que me fuera pero quedamos como amigos y lo hemos sido hasta que murió el año pasado (Desnivel publicó un reportaje en el número 361 que puedes consultar aquí).
¿En qué ha cambiado la montaña?
Hoy las cosas están cambiando mucho con las redes sociales. Las guías de montaña son una cosa del pasado, todo el mundo tiene una aplicación donde consultar las vías. Eso tiene ventajas y desventajas. A veces, las redes sociales provocan que los escaladores hablen con la gente que conocen y por eso no exploran demasiado otras fuentes. Lo bueno de la revista Mountain es que incluía noticias de todo el mundo y era la única fuente de información. Ahora hay tantas historias contradictorias que a veces puede dar pie a confusión.
«Cada uno tiene que encontrar su parcela de aventura»
¿Cómo era escalar en los 70?
Escalar en los 70 era completamente diferente. Cuando salías de Rawalpindi o Katmandú no había comunicaciones, era pura aventura, estabas aislado y muy concentrado. Había menos escaladores porque no era una cosa comercial, así que acababas conociendo a todo el mundo. No hacíamos tanto alboroto como ahora porque no había tantas revistas, simplemente escalábamos por el puro placer y diversión. Creo que casi nadie tenía el objetivo de convertirse en profesional, solo disfrutábamos.
¿Cómo ves los proyectos de hoy?
Hoy se hacen muchas cosas increíbles y creo que cada uno tiene que encontrar su parcela de aventura. Alex Honnold, que es un escalador excepcional, tiene que hacer cosas excepcionales para hacer verdadera aventura. Nosotros fuimos afortunados porque el Himalaya era un mapa en blanco, mientras que hoy se han hecho casi todas las rutas. La gente debe buscar nuevos planteamientos o maneras de hacer las cosas, aunque ahora siento que todo es más comercial.
John Porter es autor del libro Un día como un tigre, la biografía de su amigo y compañero Alex MacIntyre, que falleció en 1982 a los 28 años en el Annapurna y a quién Reinhold Messner describió como uno de los himalayistas más destacados de su generación.