Si de repente aparecieran por la misma zona siete intoxicados con, por ejemplo, salmonella, todos esperaríamos que los inspectores correspondientes buscaran dónde comieron para remover lo que hiciera falta y dar con el problema antes de volver a abrir el establecimiento. Normalmente, después de las sanciones pertinentes.
No fue con salmonella ni tampoco en un restaurante pero algo parecido han sufrido siete escaladores en una zona de Tenerife, entre ellos una embarazada. No se sabe con qué (herbicida o plaguicida les dijeron), pero sí se sabe dónde. No era un sitio cualquiera, no era una hipotética escuela infecta debajo de un vertedero. Era el Espacio Natural de la Montaña de Tejina (en adelante montaña de tejiñas, como te pase lo mismo). En uno de sus sectores, los siete escaladores que se encontraban allí un día de principios de noviembre, se vieron seriamente afectados, especialmente quienes escalaban en ese momento. Otros diez, repartidos por otros sectores, no sufrieron ningún síntoma.
A ese espacio natural, pues, llegan sin control por el aire los venenos con los que se fumigan los campos próximos. No hay ninguna advertencia de estar en peligro en un lugar adonde, como se ha visto sin ningún resquicio de duda, un mal viento puede traerte una fuerte crisis respiratoria y convertirte en un gran consumidor de antihistamínicos por unos días. No se sabe si es algo excepcional, anecdótico; o si hubo algún tipo de neglicencia, o si hay que tomar alguna medida para que otros siete escaladores no vuelvan a verse afectados porque nadie lo ha investigado. O si sólo ocurre los días 2 de noviembre.
Después de superar lo más grave de la crisis respiratoria, un escalador acudió al Seprona hasta en tres ocasiones y siempre, por diversas deficiencias ajenas a su voluntad, se ha ido sin poder completar los trámites para formalizar la denuncia. Además, lo puso en conocimiento de los agentes del parque, así como de la Policía Local, y del presidente de la Federación de Montaña Canaria. Veinte días después todavía no se sabía cómo, de dónde ni por qué siete escaladores resultaron intoxicados por un viento malo en Montaña de Tejina.
Deseamos que los afectados terminen su recuperación (uno ya está abriendo una vía que se llamará “Rinitis tóxica”). Y exigiríamos (si fuéramos quién para exigir) que las autoridades canarias averiguaran, explicaran y pusieran remedio para que no vuelva a ocurrir algo semejante. Aunque sus vidas no corrieran peligro, su salud se vio seriamente dañada. No será para dramatizar pero tampoco para tomarlo a la ligera.
Extracto de la editorial del nº 269 de Desnivel.