Jerzy Kukuczka, el gran escalador polaco conocido familiarmente como Jurek, fue un hombre con apetito voraz de las altas montañas: escaló los catorce ochomiles en ocho años y completó su proyecto unos meses después de que lo consiguiera, como primero, Reinhold Messner.
Pero el mérito de Kukuczka, tal vez uno de los alpinistas más innovadores y atrevidos de todos los tiempos, consistió ante todo en el estilo de estas ascensiones —entre sus catorce ochomiles figuran nueve aperturas de nuevas rutas, cuatro primeras invernales, y solamente usó oxígeno artificial en el Everest— así como en las enormes dificultades que tuvo que superar para llevar a cabo sus expediciones.
El aniversario de su muerte coincide con la reedición del libro Mi mundo vertical
El 24 de octubre de 1989 murió en la cara sur del Lhotse cuando una arista cortó la cuerda de 7 milímetros que lo aseguraba. El aniversario de su muerte coincide con la reedición del libro Mi mundo vertical, que narra la increíble historia de un hombre modesto y familiar que soñó con las altas cumbres del Himalaya y que luchó contra la burocracia y la escasez de medios para ver sus anhelos cumplidos.
Lejos de ser mera crónica alpinística de la época en que su autor conquistaba los sucesivos gigantes del Himalaya y Karakórum (1997-1987), se trata de un texto profundamente humano, redactado en forma de recuerdos, a veces muy personales e íntimos. Kukczka transmite con asombrosa sinceridad sus sentimientos en los momentos más difíciles de su carrera, retrata a sus amigos —algunos de ellos himalayistas de renombre, como Voytek Kurtyka, Krzysztof Wielicki o Wanda Rutkiewicz— y hace alarde de un admirable sentido del humor al hablar de la cruda realidad sociopolítica que le rodeaba.
Un libro imprescindible para los alpinistas y amantes de las buenas biografías sobre un personaje a quien Messner le dijo una vez: «No eres el segundo, eres grande».
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