Se perdía por los montes aragoneses desde que era un chaval y le daba igual que fuera subido a las piedras, a los hielos, paseando por un sendero, esquiando o alzándose a cumbres más comprometidas. Lo que sí tenía claro es que el Pirineo era su patio de juegos preferido. Y el humor y la historia su terreno privilegiado.
Escritor y periodista, autor de veinticinco libros y participante en veinticuatro colectivos, sin olvidarse de sus más de mil setecientos artículos, casi todos de temática pirenaica. Aunque consiguió tres galardones de narrativa, seis de investigación histórica y siete de periodismo, confesaba que se sentía especialmente orgulloso del Premio Desnivel de Literatura de Montaña de 2005 con El monstruo de Artouste, una novela de crímenes y misterio en la montaña.
Y me viene a la cabeza este haiku de Kikaku:
«Pasaron vuestras vidas,
ya para no volver.
Llega la noche».
Que sea una noche pirenaica, de esas en las que se aprecian muchas estrellas y se imaginan las demás.
En la última entrada de su blog publicada el 28 de octubre de 2021 Alberto escribía: «Ya se sabe: los placeres de las descubiertas que se suponen con un pelín de riesgo».
Los Pirineos saben de descubiertas, de riesgos, de vidas y despedidas, y de todo aquello que nosotros ni podemos imaginar. Quién sabe, quizás saben dónde estás y seguro que se esperan que nos encontremos por allá arriba, entre todos tus cuentos y leyendas, guías, historias, vivencias, riesgos y alegrías. Mientras tanto, desde aquí te deseamos un buen viaje y que la tierra, más que leve, te sea pirenaica.