Un equipo de 53 topógrafos pertenecientes a la Primera Brigada de Topografía Geodésica de China se encuentra a los pies de la vertiente norte del Everest desde el mes de marzo, con el objetivo de medir una vez más una serie de parámetros de la montaña más alta del mundo. La altura del Chomolungma, hoy en día aceptada en 8.848 m, será el dato más mediático que pueda arrojar su investigación.
Según publican medios de comunicación del país asiático, la campaña de medición debería llevar a algunos de los integrantes de la expedición hasta la misma cima del Everest. Para conseguirlo, están llevando a cabo un intenso programa de aclimatación a la altura, así como un entrenamiento para desenvolverse en la montaña y una formación orientada a las especificidades técnicas de las mediciones en altura.
Los numerosos organismos e instituciones chinas implicados en el proyecto se enorgullecen especialmente de llevarlo a cabo utilizando solamente instrumentos y tecnología propia, tanto en las labores cartográficas y topográficas. El máximo protagonismo recae en su propio sistema de navegación por satélite BeiDou-3, que utiliza una constelación de 35 satélites chinos que permiten una cobertura global y asegura una precisión milimétrica, mayor que la de sus competidores GPS (estadounidense), Glonass (ruso) o Galileo (europeo).
La montaña de la topografía
El Everest es, más que ninguna otra, la montaña de la topografía. Anteriormente conocido por una miríada de nombres locales (como Sagarmatha o Chomolungma), el Peak XV fue bautizado por los británicos como Everest en 1865 en honor precisamente de un topógrafo. Sir George Everest fue el Topógrafo General de la India entre 1830 y 1843 y su sucesor en el puesto Andrew Waugh propuso su nombre a las autoridades de la Royal Geographical Society de Londres.
La primera medición del Everest fue llevada a cabo en el contexto del Gran Proyecto de Topografía Trigonométrica, que los británicos iniciaron en la India en 1802 y que duró casi todo el siglo XIX, identificando y midiendo las tres montañas más altas de la Tierra. En 1849, James Nicolson, empleado a las órdenes de Waugh, realizó las primeras mediciones del Peak XV, que arrojaban una altura media de unos 9.200 m, aunque sus datos no contemplaban algunos efectos distorsionadores como la refracción de la luz.
Nuevos datos recogidos por Radhanath Sikdar en 1852 para el mismo proyecto terminaron haciendo oficial en 1856 la primera altura de 8.840 metros. Por primera vez, se reconocía que era la montaña más alta conocida en el mundo, por delante del Kangchenjunga, que hasta entonces era el mayor pico.
A mediados del siglo XX, India llevó a cabo una nueva medición que precisó la altura del Everest en sus famosos 8.848 metros en 1955. Una investigación china de 1975 confirmó dicha altura, situándola más concretamente en los 8.848,13 m. Aunque el baile de cifras no había hecho más que empezar, puesto que en 1999, la expedición estadounidense al Everest dirigida por Bradford Washburn colocó un dispositivo GPS en la cima que ofreció una altura de 8.850 m de roca, más un metro adicional de hielo y nieve.
Ya en el siglo XXI, los chinos desmintieron las mediciones de Washburn y situaron la cima de roca en los 8.844,43 m, con otros 3,5 m de nieve (8.848 m de altura neta). Esa medición también acarreó polémica, puesto que China quería que la altura oficial tuviera en cuenta solamente la roca, mientras que Nepal apostaba por la altura neta. Finalmente, ambos países acordaron que la altura oficial sería de 8.848 m y que Nepal admitiría que la altura de la cima de roca es efectivamente de 8.844 m.
La historia de las mediciones no acaba ahí. El fuerte terremoto de 2015 generó teorías de que el Everest había cambiado de altura y Nepal lanzó una campaña de medición que comenzó en 2017 y que situó el 22 de mayo de 2019 a su equipo en la cumbre, junto con varios dispositivos tecnológicos, incluido un radar de penetración para detectar la profundidad de la nieve con la máxima precisión. Sus conclusiones todavía no han sido reveladas.
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