En el Principio eran los cinco elementos puros, y el Espíritu flotaba sobre ellos. Era la inocencia total. La Tierra y el Aire eran hermanos, las parcelas del Fuego y del Agua tenían pacíficos linderos comunes. Y los Hombres, bellos en su elementariedad, eran Nómadas.
En procura de satisfacer sus necesidades, pocas y simples, se trasladaban de un lugar a otro sobre un paisaje azul y verde. Azul de manantiales, lagos Y mares y firmamentos ilimites. Verde porque los invisibles caminos de los nómadas cruzaban bosques y más bosques. La palabra desierto no existía para señalar eriales inexistentes. Los cazadores regresaban a las cavernas, sus refugios pasajeros, trayendo la presa para el sustento. Los animales del aire, de la tierra y del agua abundaban y no tenían miedo al hombre. Éste, escaso de palabras y de lenguaje, dialogaba más con los otros elementos que con sus semejantes.
Sobre el planeta no había ruido y el sol madrugaba todos los días sobre un paisaje en el que reinaba la ARMONÍA CÓSMICA. Nadie era superior a nadie, todos compañeros de camino: el ave, la nube, el viento, la lluvia, los bosques, los animales, las estrellas y el hombre. No había reyes ni damnación. La inteligencia del uno y el instinto de los otros gobernaban sabia y equilibradamente el mundo. Era la belleza, era la paz.
Un día, un mal día, el Hombre se cansó de caminar. Él, en su eterno deambular, era el lazo de unión entre todos los elementos. Ahora las columnas de la armonía comenzarían a agrietarse, los restantes cuatro elementos a corromperse, imperceptible pero fatalmente, con paciencia de siglos. Aparecieron en el idioma las palabras mío, otra vez mío y tuyo. Antes, lisa y llanamente, no existían. Todo era de todos con alegría.
La caverna se convirtió en casa que se fue llenando de objetos inútiles, repetidos, estáticos. E1 Hombre perdió interés en LA CASA DE TODOS (oikos) para ocuparse sólo de la suya. Inconscientemente comenzó a arrojar basura afuera, por las ventanas, por la puerta. Miles de años después lo seguirá haciendo desde los edificios a las calles, desde los automóviles y medios de transporte hacia el exterior. Sólo mantendrá limpio (?) lo suyo: su casa, su patio, sus servicios, su… su…(su corazón?).
Cuando el hombre era nómada necesitaba pocas cosas, siempre las llevaba consigo y ello lo hacía feliz; en los incendios (habría incendios en ese tiempo?) poco era lo que tenía que salvar. Toda su riqueza era interior. Sus conocimientos eran suficientes y su memoria los podía albergar sin esfuerzo. Miles de años después no podrá almacenarlos en la cabeza, deberá inventar poderosas máquinas para ello y entonces por falta de uso su cerebro se irá atrofiando y la cabeza empequeñeciéndose. Cada vez será más grotesco.
El hombre sedentario continuó sacando agua del río, del río cercano, de su río. Aún así le arrojaba desperdicios, corriente abajo. Los demás ríos dejaron de importarle. Después, con los siglos, el agua llegará hasta su casa, se meterá en las habitaciones y bastará abrir el grifo. Entonces utilizará todos los ríos y lagunas como basureros. ‘ Vendría un soñador de nombre Nietzsche, que escribiría:»Necesario es llegar a convertirse en océano para recibir una corriente impura sin mancharse». Así habló él. Ello fue cierto durante 100 años. Luego el mar fue como un minúsculo tiachuelos también él, a pesar de su inmensidad se convertiría en la más enorme acumulación de podredumbres.
En su estado feliz, cuando era nómada el hombre utilizaba leña y ramas de todos los bosques por donde transitaba, para hacer fuego y preparar sus alimentos. Nada dañaba, todo se regeneraba. Ya sedentario, roturó como suyo el bosque vecino y comenzó a talarlo. Poco a poco fue ensanchando sus dominios y los bosques fueron desapareciendo a su alrededor. Siglos después la industria y el progreso terminarían enloqueciéndolo y se propuso aniquilar todos los bosques del planeta, del OIKOS. Ya lo está logrando. Los potreros aumentan; el potrero es el comienzo del fín porque es el principio del desierto. Y éstos, los desiertos, «florecen» por doquiera; la sed, rabiosa como la muerte e inexorable como ella, avanza sobre el planeta.
El hombre se creyó rey porque dominaba y destruía. Antes los animales eran libres como el hombre mismo. El sedentario descubrió la esclavitud de otros en servicio propio e inventó la domesticación a latigazos. Luego este trabajo se facilitó cuando aprendió que al matar la madre los cachorros se doblegan con mayor facilidad. Entonces los animales domésticos servían al hombre pero se convirtieron en destructores, también ellos, del mundo, de LA CASA DE TODOS, del OIKOS.
Y el flamante rey de la creación llamó salvajes a los que se rehusaron a los suplicios de la domesticación. Las pieles de ciertos animales hermosos entraron al comercio, a la vanidad de las mujeres e incluso a entapetar los pisos de las mansiones de los magnates.
El bello nómada primitivo caminaba, corría, nadaba, vivía la armonía de los grandes espacios abiertos. El aire para sus pulmones era puro y generoso y el agua de los manantiales refrescaba sus músculos y su corazón.
Al abandonar el OIKOS para encerrarse en su casa estrecha, la oscuridad, la falta de ejercicio y la ambición de su corazón lo fueron enfermando. Con los siglos aumentaron sus dolencias y se multiplicaron los médicos. También sus músculos se fueron debilitando. Los artilugios que su inteligencia y su innata predisposición para el progreso fueron inventando, autos, trenes, aviones, teléfonos, telesillas y todos los aparatos que llevan incorporado el prefijo «tele» (lejos, para acercarlo convirtieron en un ser torpe, pesado. Algunos fabrican hoy músculos voluminosos (hermosos?) de manera artificial, gastando horas preciosas levantando pesos y pesas …no para utilizarlos y para el trabajo, sino para que otros los miren y ellos también se admiren…:al espejo.
El Hombre, ¡qué torpe! quiso reordenar los engranajes del planeta. Y lo logró. Antes todos giraban en torno a todos. Después el hombre se erigió como centro del cosmos y forzó a los cuatro elementos restantes a servirle. Desde entonces el mundo dejó de ser mundo para ser inmundo. El primero de los elementos corrompido (después del Hombre…)fue la Tierra. El hombre la dividió, la cercó. Los animales, libres también, encontraron barreras para su desplazamiento. Apareció lo que el Espíritu del Génesis nunca imaginó, la propiedad. Los seres fueron creados para ser ellos mismos, para ser de ellos mismos, no para venderse, comprarse, cambiarse. En el corazón del hombre germinó una planta maldita: el egoísmo. La Tierra cercada aumentó la codicia de los humanos llamados hombres. E1 afán de poseer mas y más se apoderó de ellos y contaminó todos sus sentimientos. El amor dejó de ser puro para medirse también con signos de billetes y pesarse en onzas de oro. La hipocresía disfrazó el afán asesino del lucro hasta hacerlo aparecer como altruismo y generosidad. Así comenzaron a ser las cosas en la segunda creación, la que efectuó el hombre para su servicio.
Al cercarse la Tierra se cortaran los caminos y aparecieron litigios. La Tierra es un infierno de líneas divisorias entre padres e hijos, parientes, amigos, vecinos, ciudades y estados. Y los abogados también se multiplican. Hoy la casa pequeña del hombre es un infierno por su egoísmo y el OIKOS DE TODOS esta a punto de estallar, porque ya no es de todos.
Ya el elemento Tierra estaba prostituído, como todo lo que se compra y se vende. E1 deseo de medrar, de poseer y coleccionar abortó en el dinero. Ya no valía el animal hermoso, ni el viento fresco, ni la luz sugerente de las estrellas, ni el agua fresca, ni los bosques misteriosos. Nada de eso cobraba valor ahora por si mismo. Valía si era intercambiable por dinero. Y surgió el enriquecimiento…así entendido todos los enriquecimientos son ilícitos…(existe acaso otra manera de entenderlos?,).
Y apareció la usura. Y como hongos en otoño brotaron los bancos, los cheques, el dinero plástico; el electrónico. Cuán lejos está cada vez más el hombre de las fuentes de la vida, de la inocencia, de la felicidad. Por culpa suya: La Tierra traía de la mano al Fuego. Los dos se daban vida. La primera le proporcionaba combustible y el segundo desde el centro le infundía calor. No podía corromperse la Tierra sin arrastrar al Fuego. Era hermoso cuando a su alrededor los hombres nómadas se acurrucaban en las cavernas y se narraban las emociones del día, recorriendo un mundo cada vez diferente y siempre poblado de nuevas maravillas. Era un dios cuando les proporcionaba el alimento en su punto y les iluminaba la vida y el entorno: Era tanto más grandioso cuanto más inasible. Pero la lucha por las tierras y por la tierra le dio cuerpo asible: eran las armas de fuego. Y los hombres inventaron las guerras. Todo lo que no pudo crear el Espíritu del Génesis lo materializó el hombre: egoísmo, enriquecimiento, armas, guerras, odios, desprecio por LA CASA DE TODOS. Y las guerras se convirtieron en un negocio, el negocio del fuego, y las armas se sofisticaron y amenazan con borrar del universo de las galaxias ese polvillo cósmico dominado por el hombre.
Ya eran dos los elementos corrompidos. Dos no, tres. De haberlo sabido(si lo sabía el Espíritu del Génesis, por qué lo creo; al Hombre?) nunca debió incluirse al Hombre en la lista de los elementos puros de origen… E1 Hombre, el Agua, el Fuego… Cuando todos los elementos hayan perdido su inocencia genesial, cuando se compren y se vendan, LA CASA DE TODOS, sin bases, se derrumbará irremediablemente. No admitirá apuntalamientos ni falsas columnas, ni soportes provisorios. Lo que una vez fue perfecto no resiste remiendos ni emplastos.

Durante siglos, guerreros supérstites de un batallón herido, el Agua y el Aire sostuvieron sobre sus hombros el agrietado edificio de la CASA DE TODOS. Mientras tanto la posesión de la tierra llevando de la mano al fuego y sus armas se enseñorearon del planeta.
Y llegó el siglo XX, prepotente. Hacia su mitad se perpetró públicamente la tercera, la cuarta prostitución, la del Agua. De repente en tiendas y supermercados comenzaron a ofrecerse botellas con líquidos incoloros. No, aquello no podía ser vino, ni aceite, ni sangre. Sangre? Nada de raro tendría que hubiera sido sangre. E1 Hombre se ha manifestado capaz de todo. Por qué no podría vender la sangre de sus semejantes llamados enemigos, ganada «limpiamente» en batallas simpáticas y cruentas? Horror! Es Agua embotellada, rotulada con insultantes denominaciones comerciales. «agua apta para el consumo humano».»Agua pura para uso doméstico». «Agua tal, marca tal, más pura que el agua natural…». Qué lejos, a millones de años?luz está el hambre del agua etiquetada del nómada que por doquiera, rodilla en tierra, calmaba la sed de su cuerpo y de su espíritu, en ariscos manantiales y lagos. Todavía no existían los desechos industriales, las contaminaciones químicas. Y las otras, las deyecciones humanas, esparcidas aquí y allá eran abono para los bosques.
Queda solo el Aire. Se resiste a la destrucción. Se resiste? Hace tres siglos la era industrial empezó a vomitarle humos fétidos, gases, porquerías. Los débiles, siempre los más débiles, comenzaron a sucumbir. «The struggle for life», dijo uno. La selección natural, 1a ley del más fuerte, añadió. Para los pulmones débiles se encerró en botellas pesadas, metálicas para que no se escapara, un aire más puro que el ambiental; lo llaman oxigeno en los hospitales. En algunas urbes los ojos lloran sin querer llorar, los bronquios se resienten, los pulmones se enferman, la piel acumula variedades de cáncer. Los hombres, tan enfermos de egoísmo como de aberración por aparatos, miden una cosa que llaman contaminación del Aire. Dicen que rebasado tal limite se deben usar máscaras… Máscaras? Este es el fín del último elemento. Ya lo venden, en efecto, en botellitas con «aire puro para sus pulmones». Lo dicho: lo que se compra y se vende ya se ha prostituído. Una capa maravillosa que nos ha protegido desde el comienzo del mundo, llamada ozono, se ha rasgado y agranda sobre la Tierra un hueco peligroso, mortal.
Estamos ya vistiéndonos el traje negro para el funeral del mundo, el nuestro.E1 paisaje de las ciudades …hablando en propiedad debe decirse que las ciudades tienen paisaje sino perfil …el perfil de las ciudades se ve ensombrecido por las nubes de gases de fábricas y máquinas. E1 hombre se está envenenando. Pero no parece importarle. Prefiere morir agarrando con las manos crispadas unas monedas, a vivir libre y feliz, como los nómadas, ligeros de equipajes, plenos de riqueza íntima.»Continúe ensuciando su cama y alguna noche terminará asfixiándose en sus propios desperdicios», profetizó el Gran Jefe Seathl el siglo pasado.
Mientras llega la destrucción total, ¡que llegará!, los más poderosos se preparan para resistir un poco más. Los débiles, los países débiles, serán los primeros en sucumbir, y de qué manera; La ciencia y la técnica, que no parecen tener limite, han llevado al Hombre a la Luna y ampliarán la destrucción hasta otras galaxias. Qué extraño: Por qué no emplear ese poder de invención para salvar la Tierra? Hay un obstáculo invencible: la ambición, el egoísmo. «En la guerra civil la línea divisoria pasa por el corazón de los hombres»,anotó Saint?Exupéry en el frente de Barcelona durante la Guerra Civil Española.
En esta lucha por salvar LA CASA DE TODOS el obstáculo no es la falta de dinero, la magnitud del problema, la complejidad de los mecanismos, la inminencia del desastre…el problema reside en el corazón del hambre. Los demás, la Tierra con sus plantas y animales, el Fuego, el Aire, el Agua han sido las víctimas de las entrañas de ese ser llamado humano.
No lo harán. Pero si hallarán la forma los poderosos, la hallarán, para robar el aire puro que todavía queda en los países pobres y en sus selvas y páramos. Porque ellos, los pobres, no han logrado, a pesar de su hambre y miseria, exterminar todos sus bosques y polucionar su atmósfera. Algún día gigantescas máquinas succionadoras arrebatarán el aire del Amazonas y de sus países dueños y lo llevarán para que los privilegiados del primer mundo lo respiren. Ciencia ficción? La única ficción es la que no se ha intentado. Otro día potentes mecanismos accionados por los grandes del Norte desplazarán la capa de ozono para instalar el tenebroso agujero sobre los países del Sur, para que se calcinen y se consuman en la gama vario-inmunda de las formas del cáncer, mientras ellos, los afortunados, los que surgieron primero como potencias para esquilmar a quienes llegaron tarde al reparto del esquivo bienestar del planeta, sobrevivirán (agonizarán…) unos años más bajo la bienhechora capa protectora. Unos días más…El HOMBRE NOS HA CONDENADO A TODOS. VIVA EL HOMBRE:Bogotá 5 octubre 1992.
Andrés Hurtado García