Parecía que el puzle de la historia estaba completo y aparecieron unas piezas perdidas y olvidadas. Que alguien las recoja y las encaje es un regalo inesperado y maravilloso, que produce una sensación bastante recomendable: de pronto hay algo que conecta mejor lo que conocíamos y lo que desconocíamos.
Prohibidas pero no vencidas pone carne, piel, a ideas y conceptos que estaban sobre el papel. Creando una narrativa nueva, a base de datos y anécdotas que cambian el cuento que nos contaron ¿Que el fútbol femenino no es espectáculo, que no es mediático? Eso te preguntas cuando lees la historia del equipo de las Dick, Kerr Ladies y como llenaban estadios con 53.000 personas.
«Con el paso de los meses el club iba perdiendo unidades, a principios del año 1931 ya se podía ir barruntando que el sueño loco de unas cuantas de hacer algo tan horrible como jugar al fútbol estaba a punto de sucumbir ante la realidad social imperante».
Prohibidas pero no vencidas
Si sigues el índice, ya los títulos de algunos apartados son en sí un poema. Una de las grandezas del texto es esa mezcla de poesía, datos objetivos, humor, en un tono casual que lo necesita mucho. Se puede leer de manera aleatoria, un capítulo aquí otro allá, ya que cada pieza en sí misma es un mundo. Y a la vez recomiendo leer de principio a fin para empaparse de la estructura, del ritmo y del orden cronológico.
Carlos Beltrán, profesional de medios de comunicación desde el 92, a partir de su participación como presentador y guionista del programa Escuela del deporte de TVE, se especializó en divulgación deportiva en televisión, radio, literatura y prensa escrita. Cuenta que fue en el 2000, preparando una serie de programas sobre la historia de los Juegos Olímpicos, cuando descubrió archivos de películas de Michelline Ostermeyer y Fanny Blankers Cohen en sus entrenamientos diarios, y ese fue un momento iniciático, la primera vez que alucinó con lo que estas mujeres simbolizaban. A partir de lo que aquellas imágenes le inspiraron, no ha parado de buscar, investigar, descubrir, contar, todo lo que ha podido poner en orden de la historia de las mujeres en el deporte. Prohibidas pero no vencidas es el desarrollo de veintidós años de curiosidad satisfecha.
«Le pregunté [a Jean Pickering] por el mejor recuerdo de su época de atleta de élite, me contó que, para ella, haber llegado a la final de 80 metros vallas de los Juegos Olímpicos fue lo máximo.
—Claro, un quinto puesto en unos Juegos es algo impresionante —contesté, iluso de mí.
—No, Carlos. ¡Es que compartí línea de salida con Fanny Blankers-Koen!
Ahí lo tienes, ese es el momento más importante en la carrera deportiva de una atleta británica con campeonatos y récords en su currículo: el día en que compartió final olímpica y línea de salida con Fanny Blankers-Koen. Da que pensar, ¿verdad? Una persona con esa capacidad de admiración y respeto por sus rivales solo puede traer luz a esta tierra en la que tan mal se comprende para qué sirve la competitividad».
Prohibidas pero no vencidas
Como dice su autor, lo que sucede es que queramos o no las cosas que han pasado son las cosas que han pasado. Pero claro otra cosa es lo que se cuenta de lo que ha pasado. Y aquí tenemos una versión ampliada de la realidad, para atar cabos sueltos y reconfigurar la Historia. Un Historia donde se pueden ensanchar nuestros horizontes, donde palpitarán nuestros corazones, donde hay mucho dolor y también mucha esperanza.
La mayoría de las mujeres que aparecen en Prohibidas pero no vencidas se dieron a conocer a través del deporte y gracias a eso pudieron influir en su entorno. Otras, menos, fueron mujeres relevantes de sus épocas que encontraron en el deporte un apoyo poco común.
«La evolución social no la hacen las leyes, la hacen las personas. La historia con mayúsculas no es una sucesión de guerras y gobiernos, es el movimiento diario de ilusiones y esperanzas de quienes habitamos este extraño lugar en el universo».
Prohibidas pero no vencidas
Entre estas páginas se encuentran nombres sorprendentes, conocidos y desconocidos, de unas cuantas que no se conformaron y rompían, por lo bajinis, casi sin que la sociedad lo notase, un montón de conceptos establecidos. Sentando precedentes, vistiendo pantalones o los primeros bañadores que lucían ante las miradas reprobatorias, pero es que a la gente a la que no le da miedo tirarse a la piscina no se la para fácilmente. Quizá porque tiene claro que los límites propios es mejor que se los marque cada cual.
Y ellas corrían y saltaban y nadaban y se deslizaban… armando la revolución, quizá de un modo más silencioso o menos llamativo, igualmente indispensable para ese pensar en igualdad, subiendo montañas, jugando, compitiendo, arriesgando, divirtiéndose… mujeres que eligieron derribar muchos muros que los prejuicios y la ignorancia llevaban levantando durante siglos.
En Prohibidas pero no vencidas se habla de juegos olímpicos, estadios repletos de público, récords… y también de los arrabales del deporte, logros personales y sociales, deporte para la formación de las personas, mujeres que consiguen que otras, ni se sabe cuántas, disfruten de su cuerpo y de su vida, porque ejercer el poder y la autonomía sobre tu propio cuerpo es un verdadero acto revolucionario.
«Me estoy dando cuenta de que al aglutinar en una sola narración a bollo manolo todas estas historias que generalmente se presentan por separado, como si fuesen compartimentos estancos que no se tocaban entre sí, puede parecer que muchas de estas vidas han sido terribles y que estas deportistas de los inicios han sufrido la intemerata. No digo yo que no hayan pasado sus momentos de drama total, pero también te aseguro que muchas veces han sentido felicidad plena. Algunas lo dejaron escrito, a otras se les nota en sus ojos, en sus sonrisas, era evidente que traspasaban el objetivo de las cámaras y desafiaban a la cuarta dimensión. Han podido disfrutar de situaciones que muy poca gente ha vivido: enfrentarse cara a cara con una realidad hostil, burlar a las monomanías y obcecaciones sociales, forjar pequeñas revoluciones diarias».
Prohibidas pero no vencidas
Suelen hacerse lecturas muy simples de la desigualdad en el deporte, supongo que es más sencillo así. Aquí se vierte una mirada histórica, contextualizada y totalmente hermosa. Hay capítulos y secuencias que hablando de deporte, si sabes mirarlos, te cuentan parte de la historia del siglo XX.
Las vidas de todas las mujeres que aparecen en Prohibidas pero no vencidas explican, de forma concreta o metafórica, en qué ha consistido la historia del deporte practicado por mujeres. Prohibiciones, trabas, complejos de superioridad, complejos de inferioridad, políticos metomentodo, confluencias de fuerzas morales, cambalaches, intereses.
Ha habido momentos de mucha tristeza e indignación leyendo este libro, al reconocer la historia ocultada del deporte practicado, impulsado y disfrutado por mujeres. Pero durante la lectura han sido infinitamente más numerosos los momentos de alegría, risa, emoción, admiración, inspiración, sorpresa, complicidad.
El mayor acierto de Prohibidas pero no vencidas para mí es el tono, no está basado en la queja o la denuncia, que por supuesto la hay porque no puede ser de otra manera si hablamos de las mujeres en el deporte en el siglo xix y principios del xx, sino que pone la intención en la celebración de estas vidas maravillosas, en el sentido homenaje, desde el máximo respeto y sin perder, salvo cuando ya la cosa no tiene ninguna gracia, el sentido del humor.
Carlos reconoce que no le ha resultado sencillo hacer una selección entre tantas y tantas deportistas que colocaron los pilares sobre los que ahora se sustenta el deporte y quizá la vida. Todas ellas son pioneras que rompieron con lo establecido, y con la naturalidad de sus ilusionados corazones trabajaron por la igualdad de oportunidades con el deporte como herramienta de construcción social.
«Una fórmula muy utilizada para este tipo de recopilación es elegir a las más algo: las más veces campeonas del mundo, las más veces medalla olímpica… Esta no es una fórmula que me motive en lo más mínimo —ya te habrás dado cuenta— para organizar esta restauración en la que nos hemos metido. Se trata de reconstruir y complementar la historia que nos suelen contar; de dar con algunas claves de algunos cambios que no han sido dirigidos por las elites políticas o económicas y sin embargo están ahí. Cambios en la manera de saludarnos, de comportarnos, de cuidarnos, de mirarnos».
Prohibidas pero no vencidas
Prohibidas pero no vencidas incluye algunas fotografías que dan vida, de manera humilde y sutil, a mucho de lo que se cuenta. La imagen final del interior del libro es una declaración de lo que esta maravilla de texto transmite: esa niña saltando con toda su energía, su alegría, su libertad. Y el resto mirando, apoyando, sosteniendo de algún modo aquel acto arriesgado y poderoso y quizá, por qué no, disponiéndose para saltar después.
Ya lo dice su autor «no estamos aquí para hacer una enciclopedia sino para caminar por el lado salvaje de la vida». Caminemos, saltemos pues, con el viento en los talones, arropadas por el sueño loco de una cuantas.