Hay personas que hacen, otras que cuentan, algunas imaginan… ella era de las que contaban, sin ningún tipo de duda, con meticulosa exactitud, lo que podía averiguar de lo que había pasado allá arriba, en las montañas, y no se le pasaba una.

La historia del himalayismo se ha construido gracias a la figura de Elizabeth Hawley, una mujer adelantada a su tiempo que, a pesar de que nunca escaló una montaña, llegó a ser la cronista más importante y la más influyente autoridad en torno al alpinismo en el Himalaya de Nepal, ganándose el respeto de personajes legendarios.
Miss Hawley. La guardiana de las montañas es una biografía escrita deliciosamente por Bernadette McDonald que se empapa en profundidad, como siempre suele hacer, del personaje hablando no solo de sus logros sino también de los aspectos más complicados de su personalidad, recorriendo toda su vida.
Elizabeth se instaló en 1960 en Katmandú, tras treinta y tantos años de educarse y aprender, como viajera del mundo y como observadora rebosante de curiosidad, estaba perfectamente preparada para la aventura que le esperaba en Nepal. Sintió que allí podría construirse para sí una vida interesante, y evitar con ello una existencia de monotonía y oscuridad en Nueva York.
Como dijo su gran amigo Edmun Hillary:
«Nepal se convirtió en su hogar. Le gustaban sus gentes, su cultura y los intensos cambios políticos. Conocía a todas las personas a quienes, según ella, había que conocer. Todo el mundo reconocía su viejo Volkswagen, y cada vez que sucedía algo importante, Elizabeth y su coche estaban siempre allí».
Miss Hawley habla de cómo en un mundo de hombres, en una época donde estar sola y trabajar por tu cuenta era algo rebelde e incomprensible, esta mujer se convirtió en la notaria del Himalaya.
Habla de su espíritu aventurero. De su alma libre. De su ruptura con los cánones de una época en la que el lugar de la mujer estaba mucho más limitado y encorsetado que ahora y Miss Hawley vivió de espaldas a esas convenciones, llevando una vida singular en Katmandú.
Era una mujer valiente, que nunca tuvo miedo de enfrentarse a los retos, o de viajar por zonas sujetas a incertidumbre y a posibles peligros.
Poseía una clara comprensión de la escalada en el Himalaya, que muy pocas personas además de ella podrían nunca reunir, dado que hablaba, literalmente, con los centenares de personas que acudían a la ciudad con el objetivo de escalar montañas.
Había conocido a todo tipo de personajes y hechos sorprendentes: Hillary, Messner, Bonington, Tomaz Humar, Ed Viesturs, Kukuczka, Junko Tabei, Alison Hargreaves… la edad dorada del alpinismo polaco, ascensiones invernales, escaladas de paredes difíciles, primeras ascensiones…
Miss Hawley. La guardiana de las montañas está lleno de declaraciones de muchos de estos alpinistas emblemáticos con quienes compartió tiempo:
«Cuando llegaba a Katmandú con alguna idea loca, ella me escuchaba. Y nunca dijo que era imposible».
Asegura Reinhold Messner, otro dato que nos ayuda a indagar en su mentalidad abierta.
Como muchos de los montañeros a quienes admiraba, fue una pionera.
Falleció en 2018 a los 94 años. Quizá sin ser consciente de que ella misma era una inspiración y de que dejaría tras de sí un legado importantísimo para el mundo de la montaña y una vida llena de experiencias y desobediencia.