NOVEDAD EDITORIAL DE DESNIVEL

«Los ochomiles en invierno» de Bernadette McDonald: escalar en el fin del mundo

Bernadette McDonald vuelve a atraparnos con un relato que va desde los comienzos del ochomilismo invernal hasta nuestros días haciendo un recorrido histórico y geográfico: partiendo de cada ochomil, McDonald relata las ascensiones e intentos más significativos en invierno, y nos va desvelando las historias y los personajes que hay detrás de esas altas montañas en la estación más fría.

Los ochomiles en invierno por Bernadette McDonald
Los ochomiles en invierno por Bernadette McDonald
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Entre las páginas de Los ochomiles en invierno tomamos conciencia del alcance del himalayismo invernal, que no pertenece a una moda reciente: a lo largo de un período de cuatro décadas han sido casi doscientas expediciones y más de mil quinientos escaladores los que han sentido la atracción de la estación más fría, demasiados para contabilizar sus historias en un solo volumen. «Ha sido difícil elegir a quién incluir, y todavía más difícil relatar esa historia tan compleja». Confiesa la escritora.


Los ochomiles en invierno por Bernadette McDonald

Los ochomiles en invierno

por Bernadette McDonald

Bernadette McDonald nos brinda la oportunidad de comprender la historia de cada ascensión con una mirada contextual, que tome en cuenta la época en que se realizaron las escaladas, el equipo y la tecnología de que se disponía por entonces y, lo más importante de todo, la falta de conocimiento acerca de la propia ascensión.

Y desde esa mirada que engloba todo el conjunto de la escalada te acercas mejor a las situaciones, los miedos, las rencillas, el riesgo, el compromiso, las limitaciones… de cada grupo de escaladores. Todo con un tono de crónica periodística donde los hechos y las declaraciones de los protagonistas son la base del texto.

Casi doscientas expediciones procedentes de docenas de países se han aventurado en las más altas montañas de Nepal, Pakistán y el Tíbet durante la época invernal, pero fueron los polacos, bajo el liderazgo de Andrzej Zawada los primeros que tuvieron éxito.

El himalayismo invernal maduró en Polonia y durante años estuvo dominado por los escaladores polacos. «Las semillas de Los ochomiles en invierno se plantaron hace 26 años en Katowice, Polonia, cuando conocí a Andrzej Zawada en una reunión de los Guerreros del Hielo originales». Guerreros del Hielo es el apodo que les pusieron a los polacos los escaladores ingleses. 

Los ochomiles en invierno por Bernadette McDonald

Los ochomiles en invierno

por Bernadette McDonald

Y es que si algo hay en la carrera de esta prolífica escritora que es Bernadette McDonald es la fascinación por los hechos, el alma, y el colectivo que forman los escaladores polacos. «A lo largo de las décadas siguientes he podido conocer bien a un cierto número de esos escaladores. Me intrigó su fascinación por el invierno y por el arte del sufrimiento».

 Mientras los polacos estaban atrapados tras el Telón de Acero después de la Segunda Guerra Mundial, los alpinistas de todo el mundo conseguían, una a una, las primeras ascensiones de los catorce ochomiles, pero ninguna de aquellas montañas se había escalado en invierno. Según Artur Hajzer, que hoy es uno de los más destacados escaladores invernales polacos:

«La culpa de que los polacos llegáramos a dominar el invierno la tuvieron Stalin y Bierut, porque nos encerraron en una jaula. Mientras otros estaban realizando primeras ascensiones de cumbres de 8000 metros, nosotros permanecíamos encerrados tras el Telón de Acero. Cuando por fin se levantó el telón, los escaladores salimos de la jaula. Y estábamos muy hambrientos»

Artur Hajzer

Los ochomiles en invierno habla mucho de ese hambre, de esa dureza y ansia de pertenecer al mundo de la montaña tanto como el resto de los alpinistas de su tiempo. Después de la ascensión de Krzysztof Wielicki al Lhotse en 1988 pasaron dieciséis largos inviernos antes de que alguien escalara otra cumbre de 8000 metros en la estación más fría. Pero no fue por falta de esfuerzos. Los mejores escaladores de Francia, Italia, Polonia, Japón, Corea y España probaron suerte en aquellas montañas cuando el viento te roba la energía, y poco a poco fueron subiendo a cada una de ellas. Los ochomiles en invierno cuenta sus historias. 

«Historias que no son perfectas ni están completas. Hay preguntas sin respuesta, malas decisiones, riesgos innecesarios, lazos rotos. Hay historias de lealtad y bravura, de ambición, compromiso y visión. Hay amistades que se han forjado bajo condiciones tan duras que nunca nada podrá destruirlas. Esos relatos imperfectos son lo único que tenemos, y al compartirlos, podemos intentar comprender las almas de los Guerreros del Hielo, esos hombres y mujeres que encuentran la mayor de las satisfacciones en las montañas más altas, en las jornadas más cortas, más frías y oscuras: los crueles días del invierno». 

Bernadette McDonald

Y durante todo el libro la investigadora y escritora se hace la misma pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué todos esos hombres y mujeres deciden escalar las montañas más altas del planeta en la estación más cruel de todas? Los ochomiles en invierno, además de un recorrido por las ascensiones invernales y sus protagonistas, es un intento de responder estas preguntas y, como no puede ser de otra manera, las respuestas son tan variadas como lo son los protagonistas de sus historias.  

Los ochomiles en invierno por Bernadette McDonald

Los ochomiles en invierno

por Bernadette McDonald

La escalada invernal a gran altitud es sufrimiento. O como lo describió el escalador polaco Voytek Kurtyka, el invierno en el Himalaya es «el arte de sufrir». Muchos especialistas invernales se han sentido motivados por el orgullo nacionalista, especialmente en los primeros días de la escalada invernal a gran altitud. Para Andrzej Zawada, la escalada invernal fue el salvoconducto que permitió a los escaladores polacos entrar a jugar en las carreras por el Himalaya. 

Hubo escaladores que hablaron de récords. A la pregunta de qué fue lo que más le motivó a escalar rutas invernales en el Himalaya, Adam Bielecki admitió que su mayor incentivo fue el realizar la primera ascensión invernal de un ochomil. Daniele Nardi estaba tan obsesionado con el espolón Mummery en el Nanga Parbat que albergaba la sensación de que una ascensión invernal de aquella ruta que nadie había escalado todavía podría «escribir una página importante en la escalada a gran altitud». Tomek Mackiewicz necesitaba la primera ascensión invernal del Nanga Parbat. Y cuando esta ya no fue posible, intentó establecer un récord ascendiendo la montaña en invierno, siguiendo una combinación de rutas que probablemente nadie repetiría jamás. 

Algunos buscaban un compromiso mayor en sus ascensiones invernales: una nueva ruta invernal, o tal vez una ascensión invernal en estilo alpino, o una ascensión invernal en solitario. La visión de Andrzej Zawada acerca de la primera ascensión invernal del Cho Oyu no solo comprendía una escalada en invierno por una ruta nueva, sino también que esta se realizara sin oxígeno. El sueño de Gerfried Göschl en el Gasherbrum I era todavía más ambicioso: realizar la primera ascensión invernal de la montaña por una ruta difícil y rematarla con una travesía completa. Con sus respectivas ascensiones en solitario, Krzysztof Wielicki y Jean-Christophe Lafaille establecieron un nuevo estándar.

El factor competitivo también motivó a algunos a adentrarse en los ochomiles en invierno. Kukuczka fue muy claro al reconocer que su motivación para escalar el Dhaulagiri y el Cho Oyu en el mismo invierno fue mejorar su posición en la contienda que mantenía con Reinhold Messner. También Artur Hajzer fue transparente en su competición contra los rusos. Tamara Lunger habló de la atmósfera competitiva que reinaba en el campo base del Nanga Parbat cuando cinco equipos querían  protagonizar la primera ascensión invernal, y la propia Tamara se proponía conseguir la primera ascensión invernal femenina. 

Más allá de estos rasgos generales hay motivaciones y visiones muy personales, Tamara Lunger «se siente bien» a ocho mil metros en invierno. Krzysztof mantiene que el sufrimiento adicional inherente a la estación invernal enfatiza aún más la experiencia. «Es más atractivo, más emocionante», insiste. Adam Bielecki explica que:

«Si nunca ves lo frágil que es la vida, si no experimentas situaciones al límite, entonces nunca podrás valorar realmente tu vida».  

Adam Bielecki

Alex Txikon declaró que el invierno en el Everest «le robó el corazón». Después de su duro intento en solitario al Manaslu en invierno, Élisabeth Revol dijo: «Después de conocer algunas de las zonas más expuestas de este planeta, inmersas en los climas más brutales, he vivido la inmensa soledad del Himalaya: seguramente, la experiencia más intensa de mi vida». 

Para otros el invierno en las altas cumbres representa todo lo singular, hermoso y salvaje. Como ha explicado el himalayista invernal Darek Zaluski:

«Es difícil encontrar soledad al pie de los ochomiles, excepto durante el invierno. El invierno es como el fin del mundo».

Darek Zaluski

Los ochomiles en invierno también habla de muchas muertes y de muchas cordadas míticas como la formada por Denis y Simone: «Juntos somos mejores. Me encantaría que nuestra alianza en la montaña se recordara como la unión de dos personalidades capaces de armonizar perfectamente sus destrezas, carácter e imaginación para perseguir un sueño común. Compartir el éxito es importante. Es un pilar de la vida y de la coexistencia», más allá de las desavenencias que llegaron después, esas palabras de Simone, esas ascensiones conjuntas, son una realidad que en su momento tuvo mucho peso e inspiración y en este libro se plasman múltiples realidades. 

También menciona a uno de nuestros especialistas del invierno Alex Txikon, y recorre alguno de sus intentos y su ascensión al Nanga Parbat.  Plasma la importancia de los partes meteorológicos en invierno y solo por el brillante capítulo del Gasherbrum II  ya es un libro que merece la pena. 

Los ochomiles en invierno por Bernadette McDonald

Los ochomiles en invierno

por Bernadette McDonald

«Aquella noche, ni Denis ni Simone podían dormir. «[Simone] me pregunta: «¿Denis, por qué no duermes?”. Y yo le digo: “Lo siento, Simone. No lo sé. Me he desvelado”. Y le pregunto a Simone: “¿Y tú, por qué no duermes?”. Y Simone me dice: “Estoy disfrutando de la vida”. Y yo le digo que también estoy disfrutando de la vida en este momento». Cory, entre tanto, dormía profundamente». 

Los ochomiles en invierno

Es un libro que hay que leer con paciencia, la misma que se necesita para  aguardar en el campo base, días o semanas, y a veces meses, con la esperanza de que llegue un intervalo de buen tiempo, pero los intervalos de buen tiempo son una forma de tensión suspendida, en la que los escaladores deben permanecer siempre preparados y siempre atentos. Y este libro se lee así, con paciencia, con tensión, con nostalgia del sol y la luz, con aceptación de la posible muerte, con el agradecimiento de la posibilidad de estar ahí en la quietud y en la soledad del Himalaya en invierno.

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Comentarios
1 comentario
  1. Me has convencido, Pati! Convencido de que Bernadette nos volverá a deleitar con su nuevo trabajo!

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