Lo interesante de esta novela, narrada en primera persona, no es solo la aventura en sí sino el viaje interior que hace Ordino, protagonista narrador. Un curtido montañero, leyenda viva en ese mundo de cumbres y récords, capaz de ascender ochomiles sin oxígeno. Lleva años retirado, intentando ganarse la vida escribiendo el relato de aventuras pasadas. ¿Qué le lleva hasta ese mundo remoto?
Como siempre un reto, un misterio sin resolver que esta vez está enterrado en el interior del hielo. Deja a su familia para emprender una inexplicable misión: recluida en una base situada en el polo sur geomagnético, una glacióloga asegura haber desvelado un secreto crucial para la historia de la ciencia y de la humanidad que ha permanecido sepultado durante milenios bajo la costra helada.
El descubrimiento de Ordino, nuestro protagonista, será de otro tipo: no es tan solo un montañero de leyenda, un aventurero puro que se mueve a golpe de corazonadas, sino también un trabajador, un padre y un marido que abandona el hogar familiar para escapar a responsabilidades que no se ve en condiciones de afrontar y, al mismo tiempo, satisfacer su nostalgia irreprimible de la acción, el frío y la intemperie.
¿Quizá no estamos preparados para la gran aventura de la vida?
Una historia intrépida a la vez que introspectiva, ya que junto al relato de supervivencia pura encontramos otra trama, más sutil, que nos habla de las motivaciones, del ego, de la búsqueda constante del ser humano por darle un sentido a la existencia.
Un viaje que nos llevará en una incierta travesía, y donde el protagonista no estará solo: encontrará compañía en un personaje cuyo papel cambia de forma desconcertante y camaleónica, un grupo de científicos que experimentan la debilidad humana en el continente helado y, en el último y desesperado instante, una familia de pingüinos emperador, tan extravagante como salvadora.
¿Qué buscamos en este mundo lleno de motores, de ruidos, de desgaste? ¿Qué nos puede llevar a seguir brillando? ¿Realmente hay alguna manera de salvar todo este desastre? ¿Por qué a veces es necesario huir de los afectos? ¿Quizá no estamos preparados para la gran aventura de la vida?
Preguntas sin respuestas, sin recetas, ni trucos, pero que quizá solo plantearlas vierta algo de luz en ese corazón helado de uno de los rincones más salvajes del planeta.
Yo, ese título lo hubiera reservado para una aventura de hielo vertical. En la montaña se le asocia con la dificultad. En el plano horizontal no lo se.