Leer un manual muy sesudo puede que ahora se nos haga bola. Lo bueno que tiene Escalada: iniciación, placer y progresión es que es entretenido y variado.

Arnaud Petit descubrió la escalada en familia antes de ganar la copa del mundo en 1996. A partir de ese momento recorrió el planeta junto a su compañera Stéphanie Bodet con la finalidad de escalar paredes míticas (El Capitán, Torres del Trango, Salto del Ángel) y abrir nuevos itinerarios, algunos de los cuales se han convertido en clásicos.

Le gusta compartir su experiencia y filosofía de vida cuando tiene la oportunidad de viajar y realizar stages de escalada y esto es lo que nos muestra en el nutritivo manual: Escalada: iniciación, placer y progresión.
En sus páginas habla de su trayectoria, de todo aquello que le ha ayudado y que piensa que puede ayudar a otros, y sobre todo comparte su manera de entender la escalada.
Se adentra en este deporte como una forma de vida y a la vez en la parte más de técnica, entrenamiento y táctica. Esta mezcla es muy original y se desarrolla a lo largo de todo el libro. Además de todo esto te presenta unas ilustraciones (de la mano de Aline Dessine) muy prácticas para entender cada paso, cada maniobra, te da programaciones de entrenamiento, dietas, habla de superar tus límites, de la importancia de no lesionarse, de escuchar tu cuerpo y conocerte como la mejor herramienta de progresión.
«A la felicidad instintiva de escalar –que nos transporta a la infancia, cuando nos divertíamos subiendo a los árboles– se suma, en pared, el contacto con los elementos, la roca, el sol, el viento, que nos transportan a nuestro yo más primario.
Escalar es una actividad exigente que enlaza nuestro cuerpo con nuestro espíritu.
Abandonar el suelo es evadirse de lo cotidiano. El futuro se restringe a los siguientes agarres mientras se busca el equilibrio. Esta presencia inmediata es una forma de meditación en movimiento.
La escalada revela nuestro estado interior. Enfrentados muchas veces con el miedo y lo desconocido, estamos obligados a controlar nuestras emociones. Eso nos hace, forzosamente, un poco más humildes. La importancia del material es insignificante. Para escalar bien hacen falta simplemente unos buenos pies de gato. El resto depende de nosotros».
Arnaud Petit
Lo que más me conmueve es esa visión que tiene del placer de moverse libremente por estos maravillosos espacios que invita a conservarlos. Y la idea de que la escalada favorece cultivar una vida más simple, reducida a lo esencial.
Están muy presentes en Escalada: iniciación, placer y progresión la creatividad, el espíritu de lucha, el concepto de que hay tantas maneras de escalar como escaladores y estados de ánimo.
Analiza con mucha precisión y desde una perspectiva puramente práctica y otra más emocional el concepto de éxito y fracaso.
El final de la obra está repleto de los testimonios de algunos de los escaladores y escaladoras más representativos e inspiradores, entre los que se encuentran Alex Honnold, Alex Megos, Adam Ondra, Martina Cufar, Dani Andrada, Charlotte Durif , Josune Bereziartu, Angela Eiter, Margo Hayes, Chris Sharma, Barbara Zangerl.
Para terminar una reflexión del libro
El libro me conecta con estos días de confinamiento donde la actitud y la presencia se vuelven fundamentales:
«Retrospectivamente, puedo afirmar que tener consciencia de los movimientos que se realizan es lo más importante para progresar. Es un aspecto fundamental sobre el que insisto cuando doy clases de escalada. Es lo que llamo “escalar en consciencia”. No se debe creer que este grado de práctica está reservado a quienes ya están iniciados. Es accesible a todos, sea cual sea el nivel.
Sin contar que escalar en este estado de vigilancia permite alejarse de la idea de triunfo y rendimiento. Para desarrollarse en escalada es esencial estar intensamente presente en eso que se hace.
Escalar en consciencia es un concepto que no se limita exclusivamente a los movimientos. Es también prestar atención y disponibilidad a todo lo que nos rodea: nuestro compañero y el resto de escaladores presentes ese día en la pared, sin olvidar la naturaleza en cuyo seno se evoluciona».