por Máximo Murcia, «Introducción» del manual Escalada de fisuras
Las grietas que surcan las paredes son las líneas de escalada naturales más obvias, y desde los albores del montañismo han sido la primera opción para los escaladores en su afán de trazar sus vías, dado que ofrecen un camino evidente.
En consecuencia, las técnicas para subir en libre por las grietas se han ido desarrollando desde hace más de un siglo, a la par que la eterna evolución de la dificultad en la escalada. Los pioneros en los Alpes ya dejaron un buen legado, pese a las limitaciones técnicas y de material. Los años setenta del pasado siglo trajeron un cambio definitivo de mentalidad en favor de la escalada libre, y propiciaron un mayor desarrollo de las técnicas y los materiales con la finalidad de «liberar» las más desafiantes fisuras que hasta entonces se superaban con técnica artificial, gracias, sobre todo, a escaladores estadounidenses en su paraíso de fisuras yosemítico.
Los escaladores de mi generación no podremos olvidar dos libros que nos marcaron: el histórico Hielo, nieve y roca, publicado en el año que yo empecé a escalar, 1974, del irrepetible guía francés Gaston Rébuffat, donde por primera vez vi fotos y descripciones de las técnicas básicas de escalada en fisura, y con incredulidad las espeluznantes fotos del autor escalando de primero con muchos, muchos metros de cuerda colgando sin ningún tipo de seguro y, por si fuera poco, simplemente atado con la propia cuerda a la cintura. El otro volumen que seguro que recuerdan los que peinan canas es Escaladas en Yosemite, de George Meyers, publicado en España en 1980; sus fotos sirvieron de inspiración y revulsivo a toda una generación: nos dimos cuenta de que por ahí afuera nos llevaban bastante ventaja.
El impulso definitivo y revolucionario en la escalada libre de fisuras de dificultad llegó al final de la década de los setenta con el invento y comercialización de los empotradores de expansión por levas, los friends (Wild Country, 1978). Esto cambió totalmente el juego, ya que estos artilugios permitían asegurarse eficientemente de forma fácil y rápida.
De nuevo los americanos fueron los alumnos más aventajados gracias a sus excelentes zonas, con paredes de fisuras perfectas y largas, tan conocidas hoy, como Yosemite o Indian Creek, paradigma del paraíso para el amante de las fisuras.
Pero en la actualidad, con el protagonismo casi absoluto de la escalada deportiva y el bloque, las fisuras son el patito feo de la escalada. No es de extrañar: si bien la escalada de muros es natural e intuitiva, las fisuras requieren una técnica específica y un lento y a veces frustrante aprendizaje. Estos ingredientes crean de entrada un rechazo, agravado por la visión tan lúdica y deportiva que tiene hoy la escalada para la mayoría, donde lo que prima es «triunfar», tener rápidos resultados y encadenar vías, dejando como aspecto secundario el aprendizaje, y esto choca con la paciencia y constancia necesarias para aprender las a veces complejas técnicas de escalada en fisura.
Además, siempre tendemos a practicar lo que mejor se nos da, y de entrada las fisuras no son lo que mejor se le da a nadie que empieza a escalar. Aquel que practique solo escalada deportiva puede pasar de las fisuras si no le atraen, ya que siempre puede elegir el estilo de vía, pero si pretendes escalar paredes largas, las fisuras van a estar ahí, y más vale que trabajes tus puntos débiles y seas un escalador lo más completo posible. No obstante, recomiendo a todos los escaladores, aunque sean solo «deportivos» y les den grima las fisuras, no desdeñar la práctica de, al menos, los empotramientos naturales, ya que son de utilidad para ahorrar energías o facilitar la escalada cuando en una vía se encuentran huecos o grietas, aunque la vía en cuestión sea de otro estilo de escalada.
La mejor definición de la escalada en fisuras la leí de un escalador americano: «La escalada en muros es escalar con lo que hay, escalar en fisuras es escalar con lo que no hay». Es decir, con los huecos vacíos que ofrecen las fracturas de la roca, que es donde tendremos que empotrar nuestras extremidades o cuerpo entero. A estas técnicas para sujetar nuestros apéndices en las fisuras se les llama comúnmente «empotramientos», «empotres» o «cerrojos».
Para los escaladores noveles, lo recomendable es adquirir primero una sólida técnica básica antes de enfrentarse con este tipo de escalada. Para los escaladores ya iniciados que solo han hecho escalada deportiva, aunque tengan un alto nivel, una carencia importante suele ser la falta de experiencia en las técnicas de autoprotección, ya que si por algo se caracterizan las fisuras, afortunadamente, es por la ausencia de chapas, lo que hace la escalada más interesante y creativa, pero también más exigente, sobre todo en el plano mental.
Para escalar dificultades elevadas se necesita, en general, un equilibrio entre fuerza, técnica y poder mental, pero en las fisuras la técnica cobra un mayor peso, ya que las formas para progresar son muy variadas y poco intuitivas, así que para desenvolverse con soltura exigen un correcto aprendizaje y una práctica perseverante, por mucha fuerza que se tenga en los otros dos aspectos.
En definitiva, se necesita humildad y ganas de aprender porque con frecuencia es como empezar de cero aunque se tenga un buen nivel de escalada, y se requiere ser de nuevo aprendiz para asimilar todo un repertorio de nuevas técnicas.
He compartido cuerda en ocasiones con escaladores que me superaban de largo en nivel, y les he visto frustrarse en fisuras dos letras por debajo de su grado teórico y en las que yo apenas tenía que esforzarme, gracias simplemente a la práctica de años en este tipo de escalada (no a mi fuerza; de hecho, nunca he sido un escalador de alto nivel). En definitiva, el viejo refrán de «más vale maña que fuerza».
En el aspecto mental, las grietas además son intimidantes para el que empieza, ya que el hecho de tener que colocar los seguros a medida que se sube exige una buena estrategia y añade tensión e incertidumbre, además de lastre en el arnés. En mi opinión, es precisamente esa desafiante combinación de escalada técnica, estrategia, exigencia mental y autoprotección lo que da a la escalada de fisuras (y de autoprotección en general) su riqueza y atractivo.