EXPLORANDO
Cine, música y letras en la Librería Desnivel
La segunda edición de La Noche de los Libros, organizada por la Consejería de Cultura y Deporte de la Comunidad de Madrid, nos trajo un buen festival de emociones de la mano de Sebastián Álvaro, David Torres y Rober Wiydn.
Sebastián Álvaro y David Torres durante La Noche de los Libros.- Foto: Jorge Jiménez
23 de abril, día de libros. Por segundo año consecutivo la Consejería de Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid organizaba La Noche de los Libros. Un día en que las librerías y los libreros pusieron todo de su parte para que la lírica, la aventura y las letras tuvieran su hueco en un mundo cada vez más vacío de poesía y cuentos. Y la Librería Desnivel no fue menos, queriendo que este púber que es la literatura de montaña llegase a todos los que sientan que una cumbre, un viaje o una roca pueden reunir lo mejor y lo peor del hombre, que crean que las dos caras de cada uno pueden unirse en el espacio salvaje e indómito que un día la naturaleza tuvo a bien cedernos.
Por ello quisimos que no faltase de nada y que ninguna disciplina quedase olvidada. Páginas, cine y música. Letras, imagen y sonido se reunieron en la tarde -y noche- gracias a David Torres, Sebastián Álvaro, Rober Wiydn y todos los asistentes. Comenzó la cosa con una mesa redonda donde Sebastián y David nos propusieron hablar de novelas y sueños. David Torres, premio Desnivel en su primera edición gracias a la genial Nanga Parbat y finalista del Nadal con la sórdida -y muy recomendable- El gran silencio se unió al creador y director de Al Filo de lo Imposible y divagando sobre la falta de novelas de montaña o de mucho del gran material ingles y ruso en nuestro días, dejaron adivinar varias conclusiones claras.
Sebastián Álvaro dió valiosas claves durante la mesa redonda.- Foto: Jorge Jiménez
La primera, que España es un país cainita, capaz de fagocitar su propia memoria y leyenda, capaz de creerse lo que otros digan de nosotros y capaz de olvidarse de que poseemos la mayor y más grande muestra de cultura del mundo conocido. Porque fuimos un imperio de gente dura, de aventureros recios como el roble y señores de capa y espada que tuvieron el coraje de descubrir, por gloria y por valor, los confines de tierras de fuego y sangre. La segunda, que nos toca ponernos a trabajar, a escribir y a colaborar para que la literatura de viajes y de aventura surja, por fin, como una de las disciplinas fundamentales de nuestro país, que la gente joven y los niños sienten la necesidad de criarse con gestas y con héroes que transmitan los auténticos valores, exagerados o no, que les lleven a luchar y caminar por un futuro que se adivina demasiado incierto. La tercera; que sea como fuere hay tiempo, hay historias y hay sendas para recorrer, para imaginar y para seguir por el camino de los cansados escritores que no tratan de vender, ni de aprovecharse de un mercado, ni tan siquiera de ofrecer una lección si no que fuerzan la tecla para resolver los misterios de la fibra del hombre y de sus destinos. Y ojala nunca lo consigamos y podamos seguir divagando en un mundo con muchos libros de cimas, de ríos, de hermosos viajes y de luces cegadoras camino de Damasco.
Luces, sonido y acción
Rober Wiydn durante el concierto ofrecido en la Librería.- Foto: Jorge Jiménez
Turno del cine. Sebastián Álvaro nos proyecto una cinta, resumen de sus 6 últimos capítulos al frente de la serie Al Filo, sobre las andanzas de sus compañeros por la Antártida. Submarinismo, cumbres y un intenso periplo a través de los hielos brillantes del Sur en una de los mayores retos polares en los que se ha embarcado nadie. Ramón Larramendi y compañía, a bordo de un catamarán ártico (de fabricación propia, definido como una especie de somier tirado por una cometa) y ayudados por los potentes vientos, cruzaron de parte a parte el continente helado, sufriendo el escalofriante frío, la soledad y unos terrenos vedados para el hombre, y alcanzando el Polo Sur de la Inaccesiblidad sin medios mecánicos. Recreando las hazañas de Scott, de Amundsen y demás amigos del fair play, nos dejaron disfrutar de setenta minutos de tensión, que a estas alturas andan de camino a más de un certamen.
Y para concluir, música. Y música en estado puro. Un solo tipo, con una original propuesta de Folk Rock, ayudado por su propio ingenio, la electrónica, la armónica y su guitarra, repartió sonido experimental por la Librería y con buen humor mezcló canciones con fuerza y con pausa. Voz quebrada y guitarreo ágil para poner el cierre a una noche de altos sentimientos, de la mano de Rober Wiydn y su psicodelia musical.
Foto de portada: Rober Wiydn / Jorge Jiménez