Tradicionalmente, la historia del alpinismo en las montañas más altas del mundo ha sido escrita por los hombres. Ellos fueron quienes realizaron las primeras expediciones y las primeras ascensiones de los ochomiles. Sin embargo, a lo largo de las décadas, algunas mujeres han destacado en este mundillo y han dejado su huella impresa para las futuras generaciones.
Aprovechamos que hoy es el Día Internacional de la Mujer para reivindicar su sitio en la historia y recordar quiénes fueron y qué hicieron, a través de sus nombres y sus hechos:
Las japonesas pioneras
Naoko Nakaseko, Masako Uchida y Meiko Mori
En la víspera del Año Internacional de las Mujeres que declaró la UNESCO para 1975, tres japonesas se convirtieron en las primeras alpinistas femeninas en alcanzar la cumbre de un ochomil. Se trata de Naoko Nakaseko, Masako Uchida y Meiko Mori, en el seno de la expedición al Manaslu de 1974. De hecho, ese era el objetivo de una expedición exclusivamente femenina (12 mujeres) a excepción de los tres sherpas que las acompañaron en altura. Jangbu Sherpa alcanzó la cumbre con las tres japonesas, en un ataque a cumbre en el que falleció Teiko Suzuki y se dieron la vuelta Tomako Ito y Dawa Wangdu Sherpa.

Junko Tabei
Más allá de aquel primer ochomil, el himalayismo japonés de los años setenta produjo una alpinista todavía más importante en cuanto a su relevancia histórica y popularidad. Fue Junko Tabei, quien en 1975 saltó a la fama por convertirse en la primera mujer capaz de ascender el Everest y que posteriormente repetiría también con la primera femenina en el Shisha Pangma de 1981. La cima de Junko Tabei en el techo del mundo fue el resultado de otra expedición exclusivamente femenina que ella elevó hasta lo más alto, acompañada por Ang Tshering Sherpa.
Junko Tabei completó una notable carrera alpinística, siempre como pionera. Fundó en su país el Ladie’s Climbing Club en 1966 y ya en 1970 había abierto una nueva ruta en la cara sur del Annapurna III (7.555 m). Reconocida activista medioambiental, sus ascensiones la llevaron a ser la primera mujer con las Siete Cumbres (1992) y también la primera en el Leopardo de las Nieves (1995).
Las polacas sin oxígeno
Halina Krüger Syrokomska y Anna Okopinska
Igualmente en 1975, el Año Internacional de las Mujeres, hubo una fuerte expedición polaca femenina a los Gasherbrums, que resultó en el primera ascensión de un ochomil sin oxígeno realizada por una mujer. Sus autoras fueron las polacas Halina Krüger Syrokomska y Anna Okopinska, que lograron alcanzar la cumbre del Gasherbrum II sin tirar de las botellas de O2. Además, ellas fueron también las primeras ochomilistas que no fueron acompañadas por ningún hombre.

Wanda Rutkiewicz
La citada expedición femenina polaca a los Gasherbrums estuvo liderada por Wanda Rutkiewicz, una de las figuras más descollantes de la historia del himalayismo. Durante aquel verano de 1975, Alison Onyszkiewicz y ella optaron por realizar la primera ascensión absoluta del Gasherbrum III (7.952 m), que era considerado como el pico virgen más alto en aquel momento.
Muchos consideran a Wanda Rutkiewicz como la himalayista más importante del siglo XX o incluso de toda la historia. Se ganó un papel como compañera de aventuras de alpinistas tan grandes como Krzysztof Wielicki o Jerzy Kukuczka y firmó ascensiones tan destacadas como la primera femenina del K2 (1986), la primera femenina sin oxígeno del Annapurna, coronando sola por la cara sur (1991) o la primera del Nanga Parbat (1985) para una cordada íntegramente femenina, con Krystynaa Palmowska y Anna Czerwinska. También fue una de las primeras mujeres en escalar el Everest (1978) y en su palmarés destacan otras cumbres como el Gasherbrum II (1989), Gasherbrum I (1990) y Cho Oyu (1991).
Su carácter duro y personalidad obstinada forman parte de su leyenda, igual que su fallecimiento. Desapareció en la parte alta del Kangchenjunga en 1992. El mexicano Carlos Carsolio fue el último en verla con vida, cuando él bajaba de la cumbre y se cruzó con ella que subía ya muy tarde…
Los espíritus libres
Alison Hargreaves
Su prematura muerte en el K2 (verano 1995) privó al ochomilismo femenino de una de sus figuras más prometedoras. La británica Alison Hargreaves llegó a las grandes montañas desde los Alpes, donde se doctoró escalando las seis caras nortes clásicas en una sola temporada, en 1993. Para 1995, había planeado un menú que incluía Everest en primavera, K2 en verano y Kangchenjunga en otoño.
Cumplió sobradamente con la primera etapa y ascendió el Everest sin oxígeno ni la ayuda de sherpas. Es una de las ascensiones más notables de las mujeres ochomilistas. También alcanzó la cumbre del K2, junto con los españoles Javier Olivar, Javier Escartín y Lorenzo Ortiz, el estadounidense Rob Slater y el neozelandés Bruce Grant. Todos ellos fallecieron en ña violenta tormenta que se desencadenó a continuación, así como el canadiense Jeff Lakes.

Chantal Mauduit
Otra de las grandes demostraciones femeninas en el ochomilismo se produjo el año siguiente, en 1996, y corrió a cargo de Chantal Mauduit. La alpinista francesa logró la primera femenina del Lhotse, ascendiendo en solitario y sin oxígeno desde el C4 (7.800 m), donde sus compañeros de expedición Tim Hovarth y Mike Pearson se dieron la vuelta por el frío excesivo. Falleció en una avalancha en el Dhaulagiri en 1998, tras haber ascendido seis ochomiles sin oxígeno, incluyendo el K2 de 1992.
Las catorceochomilistas
Edurne Pasaban
La primera mujer en ascender los catorce ochomiles del planeta fue Edurne Pasaban. La alpinista guipuzcoana se estrenó ascendiendo el Everest (con oxígeno) en primavera de 2001 y se consagró en cuerpo y alma a la carrera por los Catorce durante toda la década. La completó con el Annapurna y el Shisha Pangma en primavera de 2010.

Gerlinde Kaltenbrunner
Otra mujer que compitió por ser la primera con los 14×8000 fue Gerlinde Kaltenbrunner. La austriaca los terminó segunda, aunque en su caso no utilizó nunca oxígeno suplementario. Su primer ochomil fue el Cho Oyu de 1998 y el último, el K2, que tuvo que intentar en cuatro ocasiones hasta que por fin lo coronó en 2011. De hecho, a punto estuvo de renunciar a ello, tras sufrir la trágica pérdida de su compañero Fredrik Ericsson en 2010, lo que la llevó a no querer volver a la montaña por la misma vertiente. Lo hizo desde la más difícil cara norte, acompañada por los kazajos Maksut Zhumayev, Vassili Pivtsov y el polaco Darek Zaluski, mientras su marido Ralf Dujmovits se daba la vuelta.

Nives Meroi
La alpinista italiana lideró la carrera femenina por los ochomiles hasta 2008, cuando llevaba once de los catorce. El año siguiente, un grave problema de salud de su marido Romano Benet, con quien siempre había ascendido las grandes montañas, la motivó a renunciar. Lo esperó hasta que él se recuperó y juntos reanudaron la actividad en 2014. En 2017, Nives Meroi y Romano Benet celebraron en la cima del Annapurna el final feliz de su trayectoria ochomilística y se convirtieron en la primera pareja en ascender los catorce ochomiles juntos.
Miss Oh
La carrera femenina por los Catorce tuvo una perdedora en la figura de la coreana Eun-sun Oh. Tiró de despliegues masivos de compañeros, sherpas y oxígeno para escalar dos ochomiles en 2007, cuatro en 2008 y otros cuatro en 2009, para ser la primera en reclamar haber acabado los Catorce, unas semanas antes que Edurne Pasaban en la misma primavera de 2010. No obstante, se generó una gran polémica por su ascensión al Kangchenjunga (2009), que terminó en el no reconocimiento de aquella cumbre.
Las invernales
Marianne Chapuisat
La alpinista suiza Marianne Chapuisat fue la primera mujer capaz de coronar un ochomil en invierno, el Cho Oyu en febrero de 1993. Lo hizo con 24 años, sin oxígeno, integrada en una expedición española y acompañada en su ataque como segunda cordada de cima por Luis Arbués y el argentino Miguel Ángel Sánchez. Durante un cuarto de siglo, fue también la única mujer en haber ascendido un ochomil invernal. Aquel fue el primer ochomil de su trayectoria, que posteriormente completó con el Gasherbrum I y Gasherbrum II (2003) y el Nanga Parbat (2005).

Elisabeth Revol
En enero de 2018, Elisabeth Revol se convirtió en la segunda mujer en ascender un ochomil en invierno… y la última hasta la fecha. Lo hizo además abriendo una ruta nueva junto con Tomek Mackiewicz, que tuvo un triste final por el fallecimiento del polaco a pesar del intento de rescate protagnizado por Denis Urubko y Adam Bielecki, desplazados desde el K2.
Lina Quesada Castro, esta intrépida sevillana alcanzaba su quinto ochomil, el Manaslu, siendo la primera mujer en lograr hacer cumbre esa temporada sin oxígeno. Ha sido sólo una proeza más en su interminable currículum.
Atrás quedaban las cumbres del Cho Oyu (2005), Gasherbrum II (2006), Everest (2008) -sigue siendo la única andaluza que ha subido a la montaña más alta del planeta- y Broad Peak (2014), además de otras muchas cumbres en Europa, Asia y América -Ama-Dablam (Nepal, 6856 msnm), Huascarán (Perú, 6.768 msnm), Sajama (Bolivia, 6.540 msnm), Illimani (Bolivia, 6.420 msnm), Mckinley (Alaska, 6.236 msnm), entre otras- y que le han situado en la elite nacional y mundial del montañismo.
De hecho, un mes antes, en agosto, había dado otro paso para situar su nombre en la elite histórica de este deporte tras completar su tercer pico de los cinco que consta el ´Leopardo de las Nieves´ -las cumbres más altas de la antigua Unión Soviética-. Si en años anteriores ya había subido al Pico Lenin (7.134 msnm) y al Korzhenevskaya (7.105 msnm), esta vez el elegido fue el Khan Tengri (7.010 msnm), por lo que sólo el Ismail Samani -Monte Comunismo- (7.495 msnm) y el Pobeda (7.439 msnm) le separan de obtener un título honorífico que muy pocos tienen. Estamos ante una de las más grandes deportistas andaluzas de la historia.
Ya que lo mencionan, Miguél Ángel "Lito" Sanchez es hasta ahora el único sudamericano en coronar un ochomil en invierno.