Mònica Aguilera es un rostro de sobra conocido en el mundillo de los deportes de aventura. Su palmarés deportivo se estrena en 1997 y al año siguiente ya asciende a la cima de los raids formando parte del Salomon eXtrem, con el que empieza a acumular títulos en Campeonatos y Copas del Mundo de la especialidad.
Ha competido en casi todos los rincones del globo y se ha anotado victorias en pruebas con tanto renombre como el Ecomotion (Brasil), la Travesía Max Adventure (Colombia), el Desafío de los Volcanes (Argentina-Chile), el 7 Cerros Medellín (Colombia) o los más cercanos circuitos Boomerang Orientaventura y Liga Española de Raids de Aventura (LERA).
En 2007, empezó a participar en carreras de montaña, en las que no ha tardado en destacar, con numerosos triunfos en pruebas de distancia maratón y excelentes resultados también en carreras de ultrafondo. Acaba de regresar de una de las más duras de estas competiciones, el Marathon des Sables, en el Sáhara marroquí, con la victoria bajo el brazo. Es la primera atleta española en alzarse con un triunfo que en los últimos años parecía reservado a la marroquí Didi Touda.
Lo que la ha llevado hasta aquí ha sido un sencillo cóctel de cualidades: un mucho de pasión por el deporte y especialmente por el correr, otro tanto de amor por la montaña y el medio natural, una buena dosis de tenacidad y persistencia, con un toque final de saber sufrir en competición… se mezcla bien y el resultado es esta superclase de los raids y las carreras.
Acabas de terminar tu primer Marathon des Sables con una impresionante victoria, ¿cómo se te ocurrió irte a correr 250 km por el desierto?
Era algo que tenía ganas de hacer desde hacía tiempo. Había visto imágenes de la carrera por televisión y se me metió entre ceja y ceja que algún día la tenía que hacer.
¿Era lo que te imaginabas? ¿Qué ha sido lo más duro para ti?
Antes de ir, había hablado con mucha gente que la había hecho en otras ediciones, para hacerme una idea de lo que me encontraría. Te esperas una cosa pero después te encuentras con otra, y es mucho más duro de lo que me podía imaginar. Más que nada, se trata de un reto de superación personal y multiplica por diez a otras carreras. No tanto por la distancia física, que son 250 km, sino por la mental. Para mí, lo más difícil fue encontrar la motivación y las fuerzas para seguir adelante un día tras otro. Es muy difícil, después de haber sufrido muchísimo en una etapa, pensar que tienes que intentar descansar y recuperarte porque al día siguiente hay que volver a sufrir otra vez, empezar desde cero…
Pero, con tu experiencia en raids, se diría que la parte del sufrimiento y de un esfuerzo prolongado en el tiempo ya la tenías asumida.
Yo también pensaba que los raids me ayudarían, pero se me ha hecho durísimo. En los raids, todo viene más seguido y vas cambiando de disciplina. Creía que a lo largo de los años había adquirido una buena fuerza mental, pero en el desierto esa fuerza no me salía. Ha sido una lucha constante conmigo misma… me costó horrores.
Y eso que fuiste líder desde el primer día, que es algo que siempre da un plus de fuerza y motivación.
Pues mira, normalmente es así, pero aquí todo ha sido diferente. Las dificultades físicas y el calor eran iguales para todos, pero he sentido como nunca la presión de ir delante. Todo el mundo me iba diciendo que lo que estaba haciendo era muy grande, que podía conseguir una gran victoria, y yo sólo veía que quedaban muchos kilómetros por delante y que me podía pasar cualquier cosa. Los últimos tres días se me hizo muy duro.
Cuéntanos algo positivo del Marathon des Sables, ¿los paisajes, quizás?
La carrera transcurre exclusivamente por desierto. Quizás ves alguna ruina de vez en cuanto, pero lo normal es ver arena, rocas y cielo. Además, como es un terreno muy llano, te pasas horas viendo exactamente el mismo paisaje. Por ejemplo, desde que ves la meta hasta que llegas a ella puede pasar media hora larga. Y a pesar de que pueda parecer monótono, el paisaje es increíble.
También se habla muy bien del ambiente que se vive entre los participantes, ¿verdad?
Sí, se establecen unas relaciones muy fuertes de amistad… te unes por un sufrimiento común. Para muchos es un reto simplemente poder terminarla. Tú vives lo duro que es y te pones en la piel de los demás, y llegas a admirarlos a todos. Hacen lo mismo que tú y es algo tan duro que del primero al último tienen un mérito impresionante.
¿Fue más fácil para ti por el hecho de ir acompañada por tu pareja Aurelio Olivar?
Por supuesto te sirve mucho de apoyo, sobre todo por la confianza de poder hablar de según qué cosas –si te duele esto o aquello, si no vas bien…-, que tienes que disimular delante de los otros. Simplemente cuentas a tu lado con alguien con quien te entiendes con una sola mirada, lo tienes cerca y te da ánimos. Ahora bien, él va a competir incluso más que yo, así que de compartir comida o algo de eso, nada de nada. Cada uno a la suya.
¿O sea que no compartisteis tramos de ninguna etapa?
Qué va. No lo veía ni en la salida. Es otro nivel. Él quedó sexto en categoría masculina y la verdad es que es un resultado increíble. Es impresionante, porque los diez primeros hombres van como aviones.
Pero lo que sí compartís son los entrenamientos y muchas horas de preparación. ¿O la diferencia de nivel que mencionas obliga a que cada uno entrene por su cuenta?
Eso sí, entrenamos juntos muchas veces. Salimos a caminar juntos y el ejercicio se diferencia simplemente cuando nos ponemos a hacer series, que cada uno va a su ritmo.
¿Cómo es un día normal de entrenamientos en vuestra vida?
Vivimos en Peguerinos, un pueblo de 300 habitantes en plena Sierra de Guadarrama, en la provincia de Ávila. Yo trabajo desde casa, pero Aurelio hace de profesor de tecnología para niños en Madrid y va corriendo cada día al Escorial a coger el tren. Tiene algo menos de dos horas hasta allí. A la vuelta, quedamos a medio camino, en el collado de Abantos. Yo voy corriendo desde casa y él sube desde el tren, y luego bajamos juntos corriendo a Peguerinos. Es romántico, ¿verdad? Además, algunos fines de semanas hacemos entrenamientos más largos. Salimos a caminar por la Sierra, entre prados, pinares y ríos, y hemos llegado a ir a pie hasta Ávila (en 5 o 6 horas) o hasta Segovia, recorriendo toda la cresta de Guadarrama (en dos días).
¿Y cómo llega una chica de Barcelona a un pueblecito como Peguerinos?
Aurelio se compró la casa allí siguiendo a nuestro amigo etíope Fikadu Bekele, atleta de fondo en asfalto. Los dos entrenaban en esa zona y Fikadu fue el primero en instalarse en Peguerinos. Yo llegué después y la verdad es que me encanta.
¿Cómo es vuestra vida allí?
Muy tranquila. Además, los vecinos nos cuidan mucho. A menudo, cuando llegamos de entrenar, una pareja mayor, Pepe y Anita, nos están esperando para invitarnos a cenar. “¡Siempre estáis corriendo, que no coméis!”, nos dicen. Además, nos relacionamos mucho con Fikadu, que ha montado una frutería en el pueblo y encima es nuestro masajista particular.
Volviendo a lo deportivo, ¿cuáles son tus objetivos para este año? Porque, a pesar de tu gran triunfo en el Marathon des Sables, la temporada no ha hecho más que empezar.
Para mí, el Marathon des Sables era un objetivo importante para este año. Lo que sí tenía claro es que quería hacerlo y luego decidir el calendario para el resto de la temporada. De momento, toca descansar un poco, pero seguro que participaré en varias maratones de montaña y algún ultra trail que quizás sea el del Montblanc, todavía no lo sé. Lo que sí me hace ilusión es participar en el Raid Bimbache, que este año es Campeonato del Mundo y además se disputa en casa, ya que la salida es en Ávila y la llegada en Salamanca. En el equipo Salomon estamos Aurelio y yo, que vivimos en la provincia de Ávila, y Miguel Heras, que vive en Béjar (Salamanca), y nos encantaría ir juntos a correrlo.