Las carreras por montañas por etapas no son algo nuevo dentro del mundo del trail running, si bien es verdad que este modelo, importado de los raids de aventura, no era tan popular como los ultra trail a la antigua usanza, de esos en los que se recorren entre 90 y 170 kilómetros en formato non-stop.
Poco a poco esa tendencia va cambiando, ya que cada vez más gente se anima a participar en carreras segmentadas en diferentes etapas, en las que el gasto físico se reparte de forma más ecuánime, permitiendo a los deportistas una mejor dosificación de los esfuerzos.
Normalmente, este tipo de carreras se asocia a entornos salvajes, como puede ser la jungla, como en el caso de la Coastal Challenge costarriqueña, o el desierto, como ocurre con el mítico Marathon des Sables. Pero ahora se ha producido un auge en este tipo de carreras en entornos de montaña, como es el caso de la Transalpine Run que se disputa en agosto a través de varios países europeos.
Ahora esa idea se ha exportado a otras zonas del globo, como ocurre en el Himalaya, donde hace tiempo se disputa una carrera con un formato de este tipo, la Himalayan 100 Stage Race, a la que este año se le ha unido una nueva experiencia de este tipo, el Ultra Trail Chismes-Dolpo y su hermano pequeño, el Chismes-Annapurna.
El concepto de estas carreras es sencillo y a la vez muy efectivo a la hora de atraer a corredores; la carrera tiene el atractivo de disputarse en las montañas más altas del mundo pero, con este formato por etapas, consiguen ampliar el número de participantes al convertirse en una prueba más asequible que si se corriera en un formato sin paradas.
En el caso de la Himalayan 100 Stage Race, hablamos de una carrera dividida en cinco etapas, de las cuales, la más larga es la distancia estándar del maratón, 42 kilómetros. El resto de días de competición se recorren distancias inferiores, pero todas ellas atravesando algunas de las montañas más míticas del planeta, ochomiles de la talla del Everest, Lhotse, Makalu o Kangchenjunga, nombres que atraen a cualquier amante de la montaña.
Por su parte, la Chimes-Dolpo y la Chismes-Annapurna tienen un formato algo más duro, sobre todo la primera, cuyo recorrido sobrepasa los 360 kilómetros y los 14.100 metros de desnivel positivo. A esto hay que añadir que las etapas son más largas que en la Himalayan 100, si bien, en este caso, los corredores tienen días de descanso entre medias.
Su hermano pequeño, el Chismes-Annapurna es más parecido a la Himalyan 100, aunque la distancia que cubre es menor, si bien se trata de una carrera cuya dureza está en el desnivel positivo, que supera los 5.400 metros.
La altitud es un aliciente imprescindible en este tipo de competiciones; en ellas, los corredores recorren grandes distancias con el “agravante” de hacerlo a altitudes que oscilan entre los 3.000 y los más de 5.000 metros en algunas ocasiones, por lo que hablamos de las carreras que mayores altitudes presentan. Son carreras en el techo del mundo.