Paul Robinson es uno de los más fanáticos escaladores de hoy en día, pero eso ya se sabía desde hace tiempo. De hecho, es probablemente uno de los más activos trotamundos de la escalada que hay. El año pasado estuvo más de diez meses fuera de casa, de los que pasó la mayor parte en Sudáfrica y algún otro país de la región, como Zimbabwe.
Y este año ha continuado con la misma tónica. En los seis meses que se han completado de 2016, Paul Robinson ya ha viajado a los cinco continentes para escalar. En febrero, pisó Europa y, de la mano de Chris Sharma, estuvo en España para visitar su flamante nuevo rocódromo en Barcelona y escalar en zonas como Alcañiz. En marzo, tocó América; regresó por unas semanas a Estados Unidos, donde visitó una vez más ‘su casa’ de Rocky Mountain National Park. En abril, fue el turno de Oceanía, y estuvo en Australia trepando por diversas zonas como Grampians. Y en mayo, cumplió su etapa de Asia al recalar en Japón, donde visitó a Dai Koyamada en su rocódromo y escaló con él en Mizugaki.
Pero en todo momento durante sus viajes –como se puede seguir en sus redes sociales–, Paul Robinson estuvo contando el tiempo que quedaba para volver a África y a sus amadas rocas sudafricanas. Por fin, el verano se acercaba en el hemisferio norte y con él, la mejor condición en la otra mitad del planeta.
Regreso a Cederberg
Una vez allí, no ha dejado de escalar, revisitar viejos proyectos pendientes y estrenar algunos nuevos. Una de las zonas en las que ha estado ha sido Cederberg, y de allí se ha llevado el premio gordo con la primera ascensión de The dragon’s guardian, para la que propone un grado de 8C.
La línea tiene una historia para él, pues ya en 2014 descubrió el bloque en el que se halla. Vio de lejos el techo, aunque no pudo descifrar una línea en él y se decantó por un itinerario más fácil a la derecha, que se convertiría en la más asequible Dragon’s eye. Él mismo cuenta en sus redes sociales cómo ha sido el proceso este año:
Volví este año con una perspectiva fresca y me senté allí tratando de sacar una secuencia a través del techo. Finalmente, decidí que podría ser factible y empecé a meter esfuerzo en el proyecto. Los días en él fueron pasando, algunos buenos, otros malos, pero cada día aprendía y descomponía las secuencias una a una. Después de una gran tormenta, me levanté con las condiciones perfectas. Caminé hacia arriba de la colina y directamente a este techo. Tras un breve calentamiento y refrescar algunos de los movimientos, respiré profundamente varias veces, me di magnesio y ¡encadené la línea que una vez pensé que no iba a poder ser escalada jamás! Todo el proceso fue realmente tan increíble como ponerme en pie encima de lo que he llamado The dragon’s guardian 8C. No hay palabras para describir lo que significa para mí encontrar y escalar todas estas primeras ascensiones; sencillamente me siento extremadamente afortunado y agradecido por la oportunidad que he recibido.
