La historia con final feliz de Henning K., un montañero alemán de 45 años, parece digna de un guión de película de Hollywood. De hecho, los titulares de medios de comunicación generalistas de medio mundo se han hecho eco de ella con sorpresa, admiración y un ineludible toque épico.
El pasado 4 de noviembre, el protagonista habló con su padre por teléfono y le contó que tenía previsto ascender al Hohe Dachstein (2.995 m), el punto culminante de los Alpes del Salzkammergut y de Alta Austria. Natural de Duisburgo, Henning K. llevaba algunos días en el país vecino, y había alquilado un coche en Salzburgo.
La meteorología era buena y nada hacía presagiar el tono que iba a adquirir la situación. El montañero ascendía al parecer sin problemas por un terreno cubierto de nieve de recientes precipitaciones y no se percató de la profunda sima que se ocultaba bajo el blanco elemento. De repente, cayó sin remisión por la grieta hasta unos 30 metros de profundidad, sufriendo heridas en el hombro y el tobillo. Según cuenta el equipo de rescate, el pozo tendría aproximadamente un metro de ancho.
Investigación y rescate
Preocupado por no haber sabido nada más de su hijo, el padre alertó a la policía de su posible desaparición dos días más tarde, el lunes 6 de noviembre. Los agentes alemanes contactaron con sus colegas austriacos, quienes iniciaron una investigación.
El vehículo de alquiler pudo ser localizado fácilmente en un parking de Vorderen Gosausse, gracias a un dispositivo localizador instalado por la compañía propietaria. Se hallaba bajo un grueso manto de nieve, pues las nevadas se habían intensificado en las horas posteriores.
Esas mismas nevadas habían vuelto a ocultar el orificio de entrada a la grieta por la que había caído Henning K. Sin huellas ni indicio alguno de su paradero, más que la posición del coche, la policía iba a poner un dispositivo de búsqueda en marcha que se retrasó debido al mal tiempo y el riesgo de avalanchas.
La situación dio un vuelco la noche del 8 de noviembre. El servicio de emergencias recibió una llamada que no duró ni un segundo hacia las 21:00 horas, seguida de otras dos de entre uno y dos segundos de duración hacia las 23:00 horas. Por lo visto, Henning K. había llevado una batería extra del móvil, aunque hasta ese momento no había contado con cobertura para comunicarse con el exterior.
A pesar de que la llamada no se pudo establecer, el equipo de rescate sí tuvo la lucidez de comunicarse con Henning K. por SMS y este pudo aportar sus coordenadas de localización. El equipo de rescate formado por 25 hombres no tuvo reparos en partir a por él a la 1:00 horas de la madrugada y las 4:00 horas uno de sus miembros ya había descendido hasta su posición en el fondo de la grieta, donde se lo encontró con hipotermia y deshidratación: temblando, llorando y riendo a la vez.
Fue evacuado en helicóptero hasta el hospital, donde se sigue tratando en la unidad de cuidados intensivos. La conclusión del equipo de rescate es que sin la llamada que consiguió hacer nunca lo hubieran podido localizar, y que sin la batería extra que llevaba el teléfono no hubiera podido permanecer en funcionamiento durante el tiempo suficiente para que aquel mínimo pico de cobertura le permitiese comunicar.
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6 comentarios
Yo cuando voy solo llevo un SPOT y pilas de repuesto SIEMPRE, incluso en salidas cortas. De la cobertura del móvil no hay que fiarse
Otra opcion es llevar un telefono satelite como este. Mucha autonomia y mucha mas cobertura: https://explore.garmin.com/en-US/inreach /
yo siempre llevo dos baterías extras, es de lógica y seguridad
Ser precavido le salvó la vida. A ver cuanta gente lleva una batería extra de móvil a la montaña… Una lección.
Siempre piensa uno en estos casos en cuántos otros no se habrá producido el milagro. Y uno piensa en lo horrible de esas situaciones al límite.
25 HEROES y muchisima suerte.