
Este sábado, en Alcobendas, con motivo de las Jornadas de Montaña que se celebraban pro primera vez en la localidad madrileña, Silvia Vidal ofreció una proyección sobre las experiencias acumuló en el Karakorum pakistaní, en 2007, cuando abría en solitario el pilar NE de la Shipton Spire. 870 metros de A4 y 6a que la mantuvieron ocupada en la pared durante 21 días.
Considerada una de las alpinistas de vanguardia españolas, con el Piolet de oro a la mejor actividad nacional en 1996 y un currículum en grandes paredes que da para soñar y tener pesadillas al mismo tiempo, Silvia no reparó en sinceridad durante la charla que mantuvo con los aficionados que se acercaron a verla. Y aunque se define como muy poco sociable, no escatimó esas sonrisas suyas que tanto resaltan unos ojos verdes que en más de una ocasión le han provocado vivir cómicas situaciones debido a su parecido con la afgana de la famosa portada de National Geographic. En Islamabad, y ya habiendo sufrido muchas anécdotas, se le ocurrió comprar una postal de la chica afgana. «El tendero no llegó a creerse que no fuera yo».
Es curioso que ese aspecto frágil oculte una de las féminas de hierro del alpinismo mundial. Con poco más de 40 kilos, Silvia se ha enfrentado a Big Walls por todo el planeta, arrastrando tres veces su peso en petates. Ha soportado las penurias de las semanas en pared, aunque asegura sentir la necesidad de regresar una y otra vez. «Hay momentos en los que lo pasas mal, pero en el fondo tienes la sensación de que quieres estar allí. Es cuestión de acudir con mucha motivación».
Más conocida por sus actividades en solitario, afirma hallar en ese estilo una complicidad con la roca diferente al ir acompañada, lo que no desmerece a ninguno de los alpinistas que se han dejado embaucar por las aventuras de la catalana. «La soledad parece una palabra muy dura, pero hay soledad buena y mala. Como forma de vida exclusiva es muy bestia, pero en momentos puntuales ayuda a profundizar en uno mismo». La exquisitez de sus escaladas y su evolución así lo demuestran, habiendo hallado Silvia, ya hace tiempo, la forma de superar sus expectativas. «La verdad es que todo fue muy rápido. Empecé a escalar con 24 años y a los doce meses ya había dejado mi trabajo para dedicarme a conocer lugares y paredes. Vivo al día porque con la escalada, en este país, una se mantiene difícilmente». Para ello, Silvia combina trabajos esporádicos («muy esporádicos») con artículos y proyecciones como la ofrecida en Alcobendas.
Filosofía de la actividad «made in» Silvia
El artificial precario que practica en cumbres y cordilleras de especial exigencia, como en el Huascarán Norte de la Cordillera Blanca, la última víctima de sus deseos verticales, es una actividad que se lleva poco. La envergadura de sus ascensiones asusta… a los demás. «Elegir este tipo de actividades va con la manera de ser de cada uno. Hay muchas formas de hacer las cosas, y en mi caso el grado y los metros importan poco. Priman las sensaciones al ver una montaña, una fotografía o una línea». Para afrontar las complicadas situaciones a las que gusta de enfrentarse cuenta con una ventaja fundamental, ser consciente de que subir es la mejor forma de escapar. «En situaciones extremas no controlamos nada nuestra cabeza, pero no puedes estar pensando en cómo bajarás o en que algo malo puede ocurrir, para eso mejor no vayas. Hay que pensar solo en subir, que ya es bastante incertidumbre».
Su filosofía es clara. Vivir para escalar, para encontrarse, para ser. «Escalar es una necesidad. Vives situaciones muy intensas en las que surgen emociones tremendas, lo que te permite ver como eres, como reaccionas, y eso hace que alcances rincones personales que no encuentras en el ritmo de una vida cotidiana. Creo que es lo que engancha de estas actividades». Pues por el bien de los círculos alpinos, de las grandes paredes y de los soñadores, esperemos que Silvia nunca deje de estar enganchada a los extremos que la han hecho subir y bajar por los grandes confines.
Por cierto, si os perdisteis su proyección en Alcobendas, todavía estáis a tiempo de verla en la semanas alpinas de Moralzarzal y Leganés.