Pedro Ángel Galán Díaz regresa un año más a la primera plana de la actualidad alpinística con una actividad del máximo nivel, que aúna imaginación, exploración, estilo y alta dificultad. En 2012 fue noticia cuando recibió el Premio FEDME de Alpinismo Europeo gracias a su ascensión invernal a la cara oeste del Dru a través de las vías Les Papas, Pilar Bonatti y la apertura de la variante Les Gitans (7a, 1.000 m). En 2013 repitió protagonismo en Patagonia, con la impresionante apertura de Pilar del Sol Naciente (1.000 m, 7b, A1, WI6, M6) al Cerro Murallón, que le valió también el Premio FEDME a la mejor actividad de alpinismo extraeuropeo y figurar en la Super Big List de los Piolets d’Or.
Ahora, en 2014, el escenario elegido han sido las Revelations Mountains (Alaska). De nuevo ha viajado con sus compañeros franceses del Murallón Jerome Sullivan, Lise Billon y Jeremy Stagnetto. Juntos han parafraseado a Homero para escribir The Odyssey (1.100 m, M7, 6b, 90º, A1) al hasta entonces virgen Pyramid Peak y The Iliad (900 m, TD+) a un pico sin nombre que bautizaron como Boucansaud, en homenaje a un amigo fallecido.
Recomendación de Clint Helander
La idea de ir a por este pico virgen de la remota cordillera de las Revelations vino de un gran conocedor de la zona, el estadounidense Clint Helander, quien ha realizado numerosas primeras ascensiones allí y dispone de un envidiable archivo de proyectos todavía pendientes. De hecho, él mismo había realizado anteriormente varios intentos sin éxito al Pyramid Peak. Durante el invierno, el casual encuentro de Helander con Jerome Sullivan y Lise Billon en Joshua Tree terminó conduciendo a la concreta recomendación de que intentaran esa cumbre. El equipo franco-español se muestra muy agradecido al que llaman «Padrino de las Revelations», por compartir información sobre proyectos pendientes, algo muy poco habitual en la comunidad alpinística de hoy en día.
Pedro Galán, Jerome Sullivan, Lise Billon y Jeremy Stagnetto instalaron su campo base en el Revelation Glacier el 17 de marzo, con 15 días por delante para dedicarse a la impresionante sucesión de picos que conforma el paisaje del lugar. «Tuvimos la suerte de disfrutar de una meteorología perfecta todos los días», cuenta Pedro Galán, para quien fue su primera experiencia en Alaska: «Es un destino súper salvaje, al que habrá que volver. Ya cuando vas en la avioneta, no paras de ver líneas por todos lados».
Decepción y La Ilíada
Sin más tardanza, se lanzaron a una línea directa que surcaba la parte central de la pared hasta la cumbre del Pyramid Peak. Sin embargo, tuvieron que abandonar sus intentos tras dos días de infructuosos esfuerzos superando delgados tramos de hielo imposibles de proteger, y finalmente frenados por una placa absolutamente lisa.
Para sobreponerse a la decepción, buscaron otro objetivo para escalar en mixto. «Como hacía bastante calor, tuvimos que irnos hasta la parte baja del glaciar», comenta Pedro Galán. Allí, centraron su atención a un vecino pico sin nombre, donde realizaron un ataque rápido. Invirtieron 25 horas de campo base a campo base (20 horas de escalada y otras cinco de aproximación y regreso al campamento) para abrir The Iliad (900 m, TD+). Después bautizaron la montaña como Mt. Boucansaud en homenaje a un amigo fallecido durante el invierno.
La Odisea
Recuperada la moral con esta apertura, echaron una nueva y atenta mirada al Pyramid Peak. El juego de luces y sombras de la puesta de sol dejó al descubierto una línea en la cara oeste que hasta entonces les había pasado por alto y que a la postre sería su particular Odisea, The Odyssey. La línea consta de 18 largos y 300 metros de arista hasta la cumbre del Pyramid Peak, con exigentes dificultades de escalada mixta, nieve vertical y roca de mala calidad.
«El 99% por de la ruta tiene condiciones de mixto», explica Pedro Galán, quien precisa que «sólo escalamos dos largos de roca, con los pies de gato, el resto fue todo con crampones y piolets. El terreno tenía casi de todo lo que te puedes encontrar en mixto: hielo vertical, nieve dura casi vertical y sin posibilidad de proteger, una chimenea con hielo dentro, una arista fácil y una cima con una gran ola de nieve en la que temíamos que la cornisa colapsara».
El cuarteto necesitó cuatro días y tres vivacs en la pared para completar la ascensión, que culminaron en la cumbre el 30 de marzo. Seguidamente, efectuaron el descenso rapelando por la cara noroeste. «Ahí vivimos una situación nerviosa, porque al principio había mucha nieve y pocas posibilidades de proteger, con lo que bajamos los cuatro cada uno por un lado para que una caída no arrastrase al resto… después ya se puso mejor y pudimos preparar abalakovs y enlazar rápeles», explica Pedro Galán.
Jerome Sullivan declaraba a Alpinist.com que «los nombres de las rutas fueron elegidas en referencia al periplo de Ulises hacia Ítaca, su tierra perdida. Cuando Ulises finalmente llega ahí, se da cuenta de que es un hombre viejo. Mirando hacia atrás, entiende que el verdadero tesoro se halla en las aventuras que ha vivido mientras iba a por su objetivo. Una metáfora que encontramos bastante adecuada en relación a nuestras vidas como escaladores, en las que a menudo el objetivo no es más que un vehículo para la exploración de lo desconocido».