Oriol Baró ha pasado casi dos meses explorando las paredes de los nevados de la zona peruana de Cusco. Primero con Ferran Rodríguez y Guillem Sancho, y después con Jordi Marmolejo, el alpinista catalán originario de Taüll ha ascendido a un total de siete nevados, donde ha firmado varias primeras ascensiones de nuevas rutas. Algunas de ellas, muy remarcables y siempre con el estilo alpino y el compromiso con la exploración como bandera.
Aclimatación a 4.000 metros
La primera etapa de su viaje fue en Pitumarca, una zona de escalada deportiva a más de 4.000 metros de altura situada en la parte sur de la cordillera de Vilcanota. Oriol Baró, Ferran Rodríguez y Guillem Sancho se dedicaron a trepar y realizar varias caminatas de reconocimiento para preparar sus cuerpos a la altura y decidir los nevados que iban a fijarse como objetivos de su aventura.
Ascensiones en la cordillera de Vilcanota
Una vez se sintieron listos, cargaron sus pertrechos en Pacchanta sobre los caballos del arriero Alejandro Crispín, que los guiaría –por remotos senderos primero y abriendo camino después– hasta una altura superior a los 4.900 metros, donde montarían su campo base. Oriol Baró resume con rapidez su actividad en aquel lugar: “abrimos dos vías nuevas, la segunda con unos largos muy difíciles de hielo y mixto”.
El detalle es mucho más interesante. Concretamente, los tres alpinistas se centraron en el macizo del Nevado Ausangate, el pico más alto de la cordillera con sus 6.385 m. Su primera ruta, bautizada como Pirenaica (550 m, MD+) asciende la cima conocida como Concha de Caracol (5.640 m) y Ferran Rodríguez la calificó en sus redes sociales como “ascensión muy interesante y con buenas condiciones, en una zona solitaria y salvaje”.
A continuación, se lanzaron a por la que podría ser la ruta más destacada de todo el viaje, que se localiza en la cima llamada Tres Picos (6.070 m). “Otra buenísima en la zona del Ausangate. Frío y muchas horas, pero una gran vía nueva de calidad, a una pared virgen y salvaje, que salió en el día”, la describía Ferran Rodríguez. Bajo el nombre de Adrenaline se esconde un recorrido de unos 900 metros de desnivel, con dificultades resumidas en un terrorífico ED+. Un impresionante techo de hielo marca el tramo más complejo y espectacular de la línea.
Siguiente parada, nevado Salkantay
Con dos buenas rutas abiertas, Oriol Baró, Ferran Rodríguez y Guillem Sancho bajaron a la ciudad de Cusco, para recargar fuerzas durante un par de días antes de dirigirse a por su siguiente objetivo en el Salkantay (6.271 m), techo de la cordillera de Vilcabamba. Allí, “pudimos escalar su cara sudeste, una pared de unos mil metros. El descenso por la arista noreste y vuelta a nuestro campo base en Japonés Pampa, se hizo interminable y nos salieron más de 25 horas de actividad”, explica Oriol Baró.
Manjar rubio al Salkantay es un rutón de unos 1.250 metros, con dificultades globales de ED, que sus tres protagonistas recordarán durante mucho tiempo.
A por cordillera de Urubamba
La última etapa del viaje conjunto de Oriol Baró con Ferran Rodríguez y Guillem Sancho fue la cordillera de Urubamba. Para terminar de completar el botín de ascensiones, abrieron la ruta Afumats (450 m, MD-) a la cima suroeste (5.420 m) del nevado Chicón y ascendieron también el nevado Verónica (5.682 m). “Nos dejaron bien servidos”, resume Oriol.
Bonus con Jordi Marmolejo
Tras bajarse de la cordillera de Urubamba, Ferran Rodríguez y Guillem Sancho se marcharon de vuelta a casa, pero Oriol Baró todavía añadiría un poco más de actividad a su expedición con la llegada de Jordi Marmolejo, con quien acumula una buena cantidad de metros verticales a lo largo de su trayectoria. ‘Cocor’ Sirvas se unió al grupo para formar una cordada de tres.
Primero, se fueron a aclimatar abriendo una nueva ruta en la cara sur del Sorimani. Después se fueron al Sacsarayoc (5.960 m), de nuevo en la cordillera de Vilcabamba para “escalar la pared sur de este nevado puso el broche de oro a este productivo viaje”, según Oriol Baró. Jordi Marmolejo, por su parte, la define como “una línea muy guapa y directa hasta la misma cumbre y, de hecho, la única línea segura que vimos en todo este circo de montañas salvajes”.
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